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padrinos

  • 1 padrinos

    padrins

    Vocabulario Castellano-Catalán > padrinos

  • 2 padrins

    padrinos

    Vocabulari Català-Castellà > padrins

  • 3 patríns

    padrinos

    Dizionario Aragonés - Castellán > patríns

  • 4 aita-amabiak

    padrinos

    Glosario Euskera Español > aita-amabiak

  • 5 aita-amabitxiak

    padrinos

    Glosario Euskera Español > aita-amabitxiak

  • 6 godparents

    godparents npl padrinos
    tr['gɒdpeərənts]
    godparents ['gɑd.pærənts, 'gɔd-] npl
    : padrinos mpl
    ['ɡɒdˌpɛǝrǝnts]
    NPL padrinos mpl

    English-spanish dictionary > godparents

  • 7 godparent

    nouns (a person who, at a child's baptism, promises to take an active interest in its welfare.) padrino; madrina
    godparent n padrino / madrina
    n.
    madrina s.f.
    padrino s.m.
    'gɑːd'perənt, 'gɒdˌpeərənt
    noun ( man) padrino m; ( woman) madrina f
    * * *
    ['gɑːd'perənt, 'gɒdˌpeərənt]
    noun ( man) padrino m; ( woman) madrina f

    English-spanish dictionary > godparent

  • 8 padrino

    padrino sustantivo masculino
    Nota:
    En inglés godfather no se usa como apelativo.Nótese también que cuando el plural padrinos se refiere al padrino y a la madrina se traduce por godparents. ( de boda) man who gives away the bride, usually her father
    padrino sustantivo masculino
    1 (de bautizo) godfather (de boda) best man
    padrinos, godparents
    2 (protector) benefactor, guarantor ' padrino' also found in these entries: Spanish: apadrinar - compadre English: best - godfather - second - god

    English-spanish dictionary > padrino

  • 9 t'inka

    s. Brindis ritual a los dioses tutelares o manes. Consiste en asperjar con una bebida a los objetos o animales adquiridos, a las nuevas construcciones, a la siembra, etc., a cargo de padrinos o madrinas nombrados para el efecto.

    Diccionario Quechua-Espanol > t'inka

  • 10 appuis

       tener buenos padrinos / tener buenas agarraderas

    Dictionnaire Français-Espagnol des expressions et locutions > appuis

  • 11 aguinaldu

    Aguilandu, regalo que le dan los padrinos a sus ahijados, cantidad que dan las empresas por Nochebuena a sus obreros. Cundu you yera piquenu, cundu yera ´n guaxetu, ´n caraxiyan, alcurdu que dibamus tous lus guaxes de la miou azldina a pedir l´aguinaldu per toes les teixáes de l´aldina, cumencipiábamus per el teixu del xiñor Cura, dou vivía con la sou ama quei se nomaba Xacinta, que xegún se falaba per angunes xentes per lu baxu achucábase col cura cundu les paixíe na sou cama, alcúrdume que yera una mútcherina pequena ya m´atongáu ya xandongueira, tou lu contrariu del xiñor cura, que yera un gamayón de paixanu grandie ya mal atongáu, d´urixen xomedán, que lu mesmu nus branus que nus envernus you xempri lu tenu aguétchau calzáu de madreñes ya col boneti encapiétchandu la sou mótcheira. Entrabamus ná correlá de la retoral. Comu axindi se chamaba la teixá del cura, ya fayendu tañer una esquila que chevábamus, falábamus la xiguienti cantinela. —¡Anxelinus xemus, del ciellu veñimus, cuarexina traemus, diñeiru pedimus, cantaremus ou reciaremus, ou de sou porta nus xebraremus!

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > aguinaldu

  • 12 apaigüestias

    Apaigüestias, son apariciones, alucinaciones, esta palabra encierra un sugestivo campo de creencias en fantasmas, o ánimas condenadas y también encierra las creencias mitológicas, con todas sus historias y leyendas descabelladas o quizás ciertas, pues este mundo nuestro no se hizo de la Nada, y desde el más sabio de los humanos hasta el más ignorante, llevamos muy dentro de nuestra alma o espíritu, una lejana o cercana creencia en algo que existe «Sobrenatural», que tras la muerte nos ha de premiar o castigar, con firme exactitud en todas nuestras obras buenas y malas que hemos hecho. Ahora les contaré una historia, o leyenda, que sucedió en una de mis aldeas hace ya muchos, muchísimos años, y que yo he escuchado cuando era pequeño, de lengua de una tía abuela mía, que en aquel acaecer con más de cien años de existencia encima de su cuerpo, aún tenía arreos para trabajar en sus tierras como cualquier persona que bien lo hiciere. «MARÍA LA XANTINA» Casárase María la hija del tío Jacinto, muchacha pequeña de estatura, pero grande de hermosura y de exquisitos sentimientos, con Amalio el del Aldexuxán (Aldea de Susana), joven que no tenía de bueno nada más que el ser un mozarrón como un carbayu (roble) y ser su padre el más rico y poderoso vaqueiru de todos aquellos contornos. Tal caxoriu (casorio) fue amañucáu (preparado), por Rexina la Porricona (Regina la Desnuda), que recibiera del padre del novio por haber hecho tal arreglo, un xaretal d'ablanus (pequeño prado muy cuesto plantado de avellanos). Diremos para comprender mejor esta historia, que la Porricona, era una mujer que gozaba de grande fama en toda aquella rica comarca, porque era la esposa de Lláurianu 'l Llóndrigu (Laureano la Nutria), porque era éste un hábil cazador de estos finos animales de ricas pieles, que de aquella infestaban los regueirus (torrentes) de todas las montañas y el río que cruzaba el fértil valle. También era el Llóndrigu un experto en curar todos los males que tuviesen las personas y animales, por tal razón aquel matrimonio, al decir de muchos vecinos, era una verdadera bendición del mismo cielo, cosa que aprovechaba la Porricona, p'esquicionar al sou antoxu nus tibeirus quei dexaben fatáus de bétchaes ganancies. (Para hacer cuanto se le antojase con sus arreglos, negocios, líos, etc., que le dejaban siempre muchas y ricas ganancias). La aldea de Aldexuxán estaba compuesta por poco más de una docena de vecinos, que todos ellos eran familiares entre si. No voy a detenerme a narrar los diferentes pormenores de la historia como me fueron contados a mí, simplemente me ceñiré a un hecho concreto, relacionado con la mitología o apaigüestias fantasmales o milagrosas, ancestrales creencias, de las melgueras gentes de mi embrujadora Tierrina. Sobre la aldea de Aldexuxán había pesado desde siempre un fatídico malificio, haciendo que sus gentes siendo las más ricas de la fértil comarca, no fuesen tan felices como todos los demás eran, porque jamás en toda su historia había nacido una mujer en ella. Las mujeres que se casaban con los hombres de la aldea de Aldexuxán, se condenaban a no poder tener jamás una hija, y por todo lo contrario, alumbraban varones fuertes y sanos, que se convertían cuando llegaban a la mocedad, en los mozos más esbeltos y fornidos de toda la comarca. Pero a pesar de ser tan buenos mozos, y todos ellos vaqueirus ricos, gozaban de muy escasas simpatías entre las mozas casaderas, por tal razón, muchos no lograban casarse, y cuando alguno lo hacía, casi siempre mediaba un «arreglo» de por medio. —Así, el padre de Amalio se puso al habla con la Porricona, para que arreglase la boda de su hijo con Mariela, muchacha virginal y encantadora, de la que estaba enamorado ciegamente su hijo. Prometiéndole a la Porricona si lo conseguía, que él le daría como favor, el xaretal de Riuscuru, (pradín de Río Oscuro), que lindaba con otra finca que ella tenía. Cuando Mariela supo por sus padres, que estaba destinada para ser la mujer de Amalio el de Aldexuxan, una grande tristeza se adueñó de su alma, que le robó su alegría, y las francas y felices sonrisas que en todo instante su espíritu alumbraba. Y así de apenada todos los días se le veía por su aldea, con sus hermosos ojos siempre enrojecidos por la quemante caricia de sus lágrimas, sin encontrar el consuelo que le devolviese aquella felicidad que antes gozara. Gran devota de la Virgen de la aldea habla sido siempre Mariela, con la que con una fe desmedida siempre oracionaba y hablaba, y así de esta manera, entre profundos y dolorosos suspiros, y lágrimas torrenciales que manaban de su desespero, el día antes de su boda, con la Santina de su aldea así dialogaba: —Virxencina melgueira, qu'achorandu 'l tou cháu venu, ameruxá d'un dollor que m'esfáe pel tristeyáu miou alma, mamplená d'un miéu que d'afechu, encuandiona toa l'allegría qu'endenantes en miou espíritu per uquier afroriaba. (Virgencita dulce y preciosa, que llorando a tu lado vengo, plagada de un dolor que me deshace por triste toda mi alma, rebosante de un miedo que en toda su extensión entierra la alegría que antes en mi espíritu por donde quiera afloraba). —Xantina 'l miou alma, que tous lus amalexius encantexas, nun me faigas xufrire, pos nun queru caxame sen amore per fuercia, you nun queru isi muzu que de güenu nun peca, y'endenantes de dir xuntua d'él a l’ilexa, más quixera morreme, aforcá conun rixu que m'añuede 'l gaznatu ya me faiga en morrida. Ya tal couxa fairéla, Xantiquina 'l miou alma, se deximesme agora, ya me dexes solina, nel atayu miou pena, qu'en llocura m'entrema. (Santiquina de mi alma, que todos los males si tu quieres arreglas, no me hagas sufrir, pues no quiero casarme sin amor y por fuerza, yo no quiero ese mozo que de bueno no peca, y antes de ir junto de él a la iglesia, más quisiera morirme, ahorcada con una cuerda, que me anude mi cuello, y me haga en ser muerta. Y tal cosa he de hacer, Santiquina mi alma, si me olvidas ahora, y me dejas muy sola, en el atajo de mi pena, que a la locura me lleva). Algo muy hermoso le contestaría la Virgen a Mariela, porque otra vez se le volvió a ver llena de sana y feliz alegría, quizás con más fuerza que jamás tuviera. Y así de contenta, cariñosa y feliz, ante la misma Santina que su pena esfixera (deshiciera), al siguiente día en la iglesia se casaba con el vaqueiru Amalio. El día de su boda, fue un domingo del mes de mayo, bañado por la luz del sol que todo lo alumbraba y lo erradiaba de vida, y como era domingo, era fiesta en la aldea, el jilguero cantaba y el malvís silbiotaba y las gentes humildes con paxiétchus de festa (trajes de fiesta), a la boda acudían de la dulce Mariela, la más hermosa moza que la aldea tenía. La que viétchus ya xóvenes (viejos y jóvenes), grande y puro cariño hacia ella sentían. Cuando todos estaban fundidos en sus rezos y el buen cura casaba a la virgen Mariela, se escuchó como un trueno, muy cercano y enorme, muy profundo y tenebroso, que hizo palidecer de miedo a muchas gentes del festejo. ¡Un castigo del cielo, murmuraban las viejas, ha de mandarnos Dios, por casar a esta santa, con un fíu (hijo) de la aldea en poder del demonio! Aquel confuso ruido que a las gentes atemorizara, por ser dadas a irse a los Lares Divinos, no era tal trueno que en el aire quedara sin dejar un vestigio, pues había sido un castigo, y todos sobrecogidos pensaron, que el Hacedor andaba en aquel cataclismo. Pues el xaretal d'ablanus (el prado de avellanos) que el padre de Amalio le regalara a la Porrica, por conseguir a Mariela como mujer de su hijo, argaxárase per tous lus cháus, escuatramundiánduxe 'n fondigouxes cuandies, dou s'allacaben lus ablanus esgazáus d'afechu, con lus raigones amirandu 'l cielu, lu mesmu que se dangún terremetu, bramara nel ventrón d'aquel xareteiru, dexándulu tan llabráu y'esfechu, comu 'n güertiquín de pataques que fora afocicáu per una cabaná de goches paridiegues. (Partiérase, corriérase por todos sus lados, deshaciéndose el prado entero en profundas ollas, donde se enterraban los avellanos del todo rotos, con sus retorcidas raíces mirando al cielo, lo mismo que si un terremoto hiciera explosión en el vientre de aquel prado, dejándole tan despedazado, como un pequeño huerto de sembradas patatas, que hubiese sido hocicado por una manada de cerdas paridas). Sin embargo, tan insólito acontecimiento pasados los primeros momentos, no restó a la fiesta la sana alegría, que todos disfrutaban en la boda de la querida Mariela, pues tras de fartase tous fasta 'l rutiar de lus bunus manxares qu'achindi per uquier topábenxe, (pues tras de hartarse todos hasta dejarlo de sobra, de los buenos manjares que allí por todas partes había), se enguedechóu 'l baítche qu'en toes les bodes les xentes encalducaben (se enredó el baile que en todas las bodas las gentes hacían), fechu per la múxica xaraneira y'allegre del pandeiru ya la gaita, e axín tóus enlloquecíus de gouzu danciarun entexuntus ya hermenáus fasta 'l mesmu albiare, xeitu nel qu'entamangarun folixouxa engarradiétcha de galgazus, ente dus mozacus del chugar de Mariela, ya lus rapazones de l'aldeina d'Aldexuxan. (Hecho por la música jaranera y alegre de la pandereta y la gaita, y así todos enloquecidos de gozo, bailaron entrejuntos y hermanados hasta que llegó el amanecer, lugar que prepararon una sonada pelea de estacazos, entre los mozos de la aldea de Mariela, y los mozarrones de la aldeina de Susana). Tal pelea fue originada por los desmedidos insultos despreciativos dirigidos a los mozos de Aldexuxan, por los de la aldea de Mariela, asegurándoles que no llevarían a la santina Mariela a vivir con ellos a su aldea maldita, donde jamás había nacido ni una sola mujer, por la causa de ser todos hijos del mismo diablo. Tras de la feroz pelea, donde no sucedieron achuquinamientos (muertes) por mor de las sabias intervenciones de los ancianos de entrambas aldeas, el novio, sulfurado y ensangrentado por la titánica lucha desarrollada, en aquel mismo amanecer acompañado de todos sus parientes, se llevó a Mariela que no hizo ni la mínima negativa, y no permitió que recibiese de sus padres ni el valor de una cuyar (cuchara) de cuanto a ella le perteneciese. —Acuétchula d'un reflundión el magotón d'Amaliu a la felliz ya xonriyente Mariela, ya namái conel paxiétchu puestu, escarranquetóula d'enría la xiétcha pintureira del sou cabatchu, ya despós, conun blincu de corzu puenxuse el tres d'echa, ya cudiáu per tous sous vecinus que yeren tous parentela, xebrárunse d'aquel chugar, esnalandu nel aire ixuxus d'allegría, axenitáus nus sous cabatchus axalbaxáus lu mesmu qu' echus ya lleldáus dientru d'una ñatural ya roxurosa allegría. (Asió de un rápido tirón el bruto de Amalio a la feliz y sonriente Mariela, y nada más que con la ropa que llevaba puesta, la ajinetó encima de la pinturera silla de su caballo, y después, con un salto de corzo púsose él detrás de ella, y escoltado por sus vecinos que eran todos parentela, se marchó de aquel lugar lanzando al viento ijujús de alegría, ajinetados todos en sus caballos asalvajados lo mismo que ellos eran, y crecidos dentro de una natural y enloquecedora alegría). La cariñosa bondad, y la fértil felicidad y alegría que en todo momento emanaba torrencialmente de la encantadora Mariela, muy pronto cautivó y contagió a todas las gentes del Aldexuxan, pequenos y grandes, con tal frenesí llegaron a quererla, a adorarla y mimarla, lo mismo que si se tratara de un ser sobrenatural, que había llegado a la aldea para alegrarles a todos sus vidas. Durante el tiempo de su preñez, era Mariela atendida en todo momento por las mujeres de la aldea, y los hombres y los niños, estaban más pendientes de ella, que de sus trabajos y sus juegos, siempre le traían del campo flores y variedad de frutos, y todos al mirarse en sus encantadores ojos, la felicidad y el gozo en sus espíritus advertían. Era Mariela para todos, algo que ni tan siquiera habían soñado que existiera. Al Aldexuxan habían llegado de sus aldeas todas las mujeres que la cuidaban y mimaban y ninguna de ellas jamás había sido feliz ni encontrado la alegría en su espíritu en aquel lugar al que muy pocas de ellas habían llegado por su propia voluntad. Sin embargo al mirarse en los resplandecientes ojos de Mariela, al sentir el hado misterioso que en todo instante rezumía de su ser, llegaba a sus entrañas por primera vez raudales de gozo y alegría, que las llenaba de felicidad, y de una dicha embriagadora y sublime. Por eso entre ellas silenciosa y secretamente empezaban a decir que Mariela era divina, misteriosa y buena, y que en cualquier momento el cielo la llevaría, y dejaría a la aldea tan llena de tristeza y pena como antes lo estuviera. —Xabela la muyer d'Antón el Curuxu, que yera la que mexor amañaba lus dellicáus fatiquinus pa lus guaxinus cabantes de ñacer, ya le fixera tous lus paxiétchinus y'escarpinacus que ñecexitare 'l melgueiru nenin que traxera 'l mundiu cundu betchara la xantina Mariela. (Isabel la esposa de Antón el Buho que era la que mejor hacía los delicados ropajes propios para los niños recién nacidos, ya había industriado todos los trajecitos, calzas y demás vestiduras, que necesitase el dulce niño que trajese al mundo cuando hiciese su alumbramiento la santina de Mariela). —Tamién Xacintu 'l Utre que yera abondu curioxu pa carpinteirar, fixera 'n trubiétchu con maera de ñocéu, qu'al falar de toes les xentes d'Aldexuxan, nin el más empericotáu de tous lus nenus ñacíus ya cuaxi, cuaxi 'n per ñacere, xamás de lus xamaxes oitre mexor nun hubiés d'aquién lu fixera. (También Jacinto el Aguila que era muy mañoso para hacer de carpintero, hiciera una cuna de madera de nogal, que al hablar de todas las gentes del Aldexuxan, ni el más afamado, ni suertudo niño nacido, ni casi, casi de los aún no nacidos, jamás de los jamases otra mejor no hubiese quién se la hiciera). Todo estaba preparado para el día que el angelín a la luz amaneciera, y todos en la aldea, desde su madre hasta el más inocente de los pequeños que por aquellos montes correteare, esperaban ilusionados la venida de aquel inocente ser, fruto de las entrañas de quien les había a todos sembrado en sus espíritus la dicha y la alegría, hasta ya le habían elegido los padrinos y hasta el mismo nombre que debía llevar, el asunto era que naciese dentro del tiempo natural, y que no le trajese ningún amolexíu (mal) a la santina Mariela. Como todo en la vida tiene su tiempo de espera, y todo cuanto se espera si atañe a los procesos naturales llega, así vino el momento del alumbramiento de Mariela. Fue una mañana de los principios de la primavera, cuando todos los árboles y las plantas despertaban jubilosos y en silencio a la floreciente vida donde comenzaban, los malvises y jilgueros volvían a cantar alegres y bulliciosos, tras la mudez que les infligiera el frío y nevado invierno, fue aquella luminosa y primaveral mañana cuando todas las gentes de la aldea, se reunían contentas y felices a la par que en sus interiores algo preocupadas y temerosas, como si presintieran que algo irremediable le habría de ocurrir a la santina Mariela. Digo que todos reunidos en la casa de Mariela, anhelantes esperaban tan natural y querido acontecer. Algunas mujeres llenas de firmes creencias, rezaban sin descanso, pidiéndole al Faidor (Hacedor) y a sus santos más allegados, que la feliz nueva se alumbrara por los cauces naturales, y que Mariela no cosechara arduos sufrimientos. Otras más mañosas en tales menesteres, parteaban ilusionadas y eficientes, en cuantos cometidos quce en tal proceso se requieren. Al fin, de las entrañas de la parturienta, brotó la vida, y todas las gentes al presenciar aquella recién nacida criatura, doblaron sus rodillas en el suelo, y una oración de gracia en el cielo pusieron, dentro de la gran dicha y alegría que jamás sintieron. Porque por primera vez en toda la historia de la aldea del Aldexuxan, había nacido una niña, una hermosa niña que rompía con su divino milagro, el maléfico castigo que les había acompañado siempre. Tal milagroso acontecer, alborozó a los vecinos del Aldexuxan en tal altura, que por unos instantes se olvidaron de la moribunda Mariela, y cuando al fin Isabela enloquecida por la alegría que le hacía caminar por el incansable sendero de la dicha, digo que Isabela se dirigió respetuosa y venerativamente hacia Mariela, y besándola con gran cariño en su frente radiante de felicidad le decía, que el maleficio que pesaba sobre las gentes de la aldea, de no haber tenido jamás una mujer, una niña, ella porque era una santina, lo había roto al alumbrar aquella preciosa criatura, que era para todos los seres del Aldexuxan el fin del conxuru (conjuro) que desde siempre sobre todos pesaba. La moribunda Mariela, con su sonrisa encantadora siempre pendiente de sus labios, y una luz misteriosa y hechicera que en todo momento de sus bellos ojos se desprendía, les hizo comprender a los allí reunidos, que eran todas las gentes del Aldexuxan, que era Mariela algo que pertenecía a la divinidad de lo desconocido, y que no podría morar entre ellos, nada más que con su espíritu. Así silenciosamente Mariela, a todos miraba cariñosamente y todos se sentían bajo su embrujante y acariciante mirada, protegidos de cuantos males en la Tierra hubiese, y navegantes en una dicha que ni en sueños la esperaban. Llué Mariela con sou melgueira fala, que yera múxica de lus mesmus ánxeles, a tóus les dixu 'ndenantes de que del sou curpu xebrárase la vida: (Luego Mariela con su dulce palabra, que era la música de los mismos ángeles, a todos les dijo antes de que de su cuerpo se marchase la vida): ¡Disde güéi, toes les múcheres d'ista embruxadora aldina, parirán nenus ya nenes. Lu mesmu que faen les femes de tou 'l mundiu, y'enxamás naide mirará a lus vuexus homes, comu fasta gora toes les xentes lus fixeron, nun vus ruegu namái, nistus postreirus xeñaldares de la miou vida, que nun catéis caxorius amañáus pa lus vuexus fíus, dexái qu' echus atopen ya curién lus sous cortexus qu’en xcitu 'l sou querer mexor lus falague. Pos nun ye nagua bonu arretrigar la xuventú 'l cubiciu antoxadizu qu'entamanguen lus sous páes. Pos abondu felliz ya rica ye la xente probe, que rucandu de borona un cantezu, ou 'n tortu fechu d'enría 'l llare, son dichóuxus ya fellices fasta que de viétchus muerran. Ya munchu probe y'esgraciaína ye l'oitra xente, qu'amamplén tién de tóu lu que ñecexita, y'enfelliz ye, perque nun puén disfrutayu, con amore ya bone compañe. (Desde hoy, todas las mujeres de esta embrujadora aldeina, parirán niños y niñas, lo mismo que hacen todas las hembras del mundo entero, y jamás nadie mirará a vuestros hombres con el desprecio que hasta ahora todas las gentes les hicieron. No os ruego nada más, en estos postreros respirares de mi vida, que no busquéis casorios preparados para vuestros hijos, dejazlos que ellos busquen y cuiden sus amores en el lugar que su querer mejor los halague. Pues no es nada bueno, amarrar la juventud, a la codicia antojadiza que hacen sus padres. Pues muy felices y ricas son las gentes pobres, que comiendo un mendrugo de pan duro, o una torta cocida encima del lar, son dichosos y felices hasta que de viejos se mueren. Y muy pobres y desgraciadas son las otras gentes, que poseen todo cuanto necesitan, e infelices son, al no poder disfrutarlo, con la paz del amor y la buena compañía). Así fue como se despidió la melguera Mariela, antes de entregar su sublime alma, al Infinito poder de la Divinidad invisible, dejando a su cuerpo muerto llorado con gran pena, por aquellas sencillas, naturales y nobles gentes de la aldea del Aldexuxan, que harían de ella al correr del tiempo, la Santina Mariela. Yo no puedo afirmar si esta narración es una historia, una leyenda o quizás un mito, sólo se decir, que mi tía abuela aseguraba cuando me la contó, que era tan cierto como que ella se tenía que murrer (morir). También recuerdo cuando yo era un guaxiquín (muy pequeño), haber escuchado decir a las más viejas de estas aldeas, aconxexandu (aconsejando) a las mujeres que teniendo varios hijos varones, ellas querían tener una niña y no lograban alcanzar tal deseo. Digo que las ancianas les aconsejaban así: —Lo que tenéis que hacer si queréis tener una niña, es rezarle todos los días con buena fe a la Santina Mariela, ya veréis como el primer hijo que tengáis sin ninguna duda ha de ser una hermosa niña.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > apaigüestias

  • 13 ramu

    Ramu ou corzu ou corciétchu, así se llama al rastro de acarrear le hierba desde los prados hasta los pajares de la aldea.
    ————————
    Ramu, palma que ponen los ahijados a sus padrinos por el día de Ramos.
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    Ramu, manojo de flores o de ramas, etc.
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    Ramu, así se llama al conjunto de cinco piezas de pan de la flor de la harina de la mejor escanda, cuatro alargadas y artísticamente bien dibujadas por así decirlo, y la otra un roscón redondo que daba remate al conjunto, todas ellas iban colocadas encima de una pequeña anda circular que transportaba un rameru o mozo del lugar, este ramu sabiamente engalanado por regla general solía llevar cuatro largas cintas que sostenidas cada una de las cuales por una muchacha, le daban al ramu una majestuosidad casi divinizante. —Les xentes de mious aldines nus tempus d'endenantes yeren tóes eñamoráes ya fervientes creyentes non de llingua xinún de fechus ya xentimemtus, anxina yera que c'aldina ou parroquia teñía un Xantu ou Melgueira Xantiquina que tous lus anus l'encaldaben la mexor festa que pudieren atreinale, per aquechus tempus entavía les Xantiquines Melgueires de mious aldines teñíen un mayordomu per anxina chamálu que fora elexíu pel veicindariu, que teñía la mixón de curiar ya llindiar xin escudiu lus interexes de la Xantina paque lus cures nun lus arrapiegaren, comu comencipiarun faer despós de l'engarradiétcha que xemóu de cadarmus la Nuexa Embruxaora Asturies. Isti mayordomu teñía que rendir les cuntes non al cura xinún a la xunta veicinal de l'aldina, y'anxina ente tóus cheldaben tou lu que viexe que faer p'encalcar la mexor festa que c'anu faíen. Per aquechus tempus yera la Xantina n'aldina lu mesmu que un divinu ser vivienti 'l que toes les xentes le pedíen romedius ya conxexus, per toes istis couxes les xontes xempre taben fayénduye ufriendes, anxina yera qu'el díe de la sou festa lu mesmu la procexón trés la Melgueira Xantiquina diben una ucena de ramus de la mexor farina d'escanda qu'allumbraben lus sous erus. D'angunus ramus taben fechus de dulce, queru falar que taben cheldáus con manteiga, bonus güevus, mel ou azucare. Anxina yera que cundu se diben a xubastar, que tal couxa faíala 'l mayordomu, les xentes de tous lus conceyus veicinus ya oitres xentes que lu mesmu achegaben de l'Argentina que de Méxicu ou de cuallesquier oitre chugar de la Tierrina ou d'España falu que puyaben per aquel pan benditu con prodiguéz ya bon entuxasmu, ya conistus cuartus que s'atropaben, ya con les llimosnes que dexaben nus ceipinus de la Xantiquina, se faía la Rumería que lu mesmu s'allargaba dous ou tres díes, dou les urquestes de múxica, lus gaiteirus que tamborileirus que habíalus a fatáus, tocaben ya gaitaben fartus de chucu ya xidre ya oitres llicores lu mesmu que xin tuviexen enlloquecíus, faciendu que les xentes danciaren y cantaren ameruxáes de fellicidá ya ñoble ya sana allegría. Güéi toes istes ancestrales tradiciones forun cuaxi d'afechu escuatramindiades per lus mesmus cures, que 'l afoinar lus interexes de les Xantines encorexandu lus sous cuartus llimosniegus, esfixerun les festes ya rumeríes. You envidayu nagora, qu'aqueches costumes ya creyencies teñíen al Pueblu Astur hermenáu ya xuníu, lu mesmu les xentes de les drétches que les de les esquerdes, toes taben hermenáes ya daben en tou momentu la mesma vida per defiender la sou Melgueira Tierrina. Güéi nel díe tamus cuaxi tóus xebráus, escuatramindáus, lus drechistes per un cháu, lus esquerdistes per oitre, ya con istis couxes papalviegues ya fedientes tamus tóus amemplenándu la Nuexa Quería Asturies d'esgracies ya probezas, lu que teñemus que faer lus astures ya lluéu, ye rexuntanus denuéu oitra veiz con respeutu y'amore, dientru d'un partíu dou cueyan xin enoxase toes les xentes ñobles d'Asturies, ya namái que dista maneira faeremus del Nuexu Prinxipáu 'l mexor, mái ricu, llibre ya felliz pueblu del mundiu. TRADUCCIÓN.—Las gentes de mis aldeas en los tiempos pasados, eran todas enamoradas y fervientes creyentes, y no de palabra, sino de hechos y hermosos sentimientos, así era, que cada aldea o parroquia tenía su Santo o su Dulce Santina, que todos los años le hacían la mejor fiesta que pudieran prepararle. Por aquellos tiempos todavía las Dulces Santinas de mis queridas aldeinas tenían un mayordomo por así llamarlo que habla sido elegido por el vecindario, que tenía la misión de cuidar y administrar los intereses de la Santina para que los taimados sacerdotes no se los robaran, como comenzaron hacerlo después de la Guerra Civil, que sembró de muertos toda nuestra querida Tierrina. Este mayordomo tenía que rendirle las cuentas no al cura, sino a la Junta vecinal de la aldea o parroquia, y así de esta manera entre todos hacían todo cuanto fuese menester, para que cada año hubiese mejor romería. Por aquellos tiempos era la Santina de la aldea lo mismo que un divino ser viviente, al que todas las gentes le rogaban favores y consejos, por todas estas cosas las gentes siempre le estaban ofreciendo cosas, así era, que el día de su fiesta lo mismo tras la procesión de la Dulce Santina iban una docena de ramos hechos amorosamente con la mejor harina de escanda que alumbraban sus productivas tierras. Algunos ramos estaban hechos de dulce, quiero decir que estaban amasados con manteca, buenos huevos, miel y azúcar. Así era que cuando se iban a subastar, que tal cosa la llevaba a cabo el propio mayordomo, las nobles e hidalgas gentes y sentimientos, que lo mismo venían de la querida Argentina o del amado Méjico o de cualquier parte del mundo, de Asturias o de España, digo que pujaban por aquel pan bendito con prodiguez y santificante entusiasmo, y con los dineros que se sacaban con esta subasta, y las limosnas que dejaban en los cepillos de la Santina, se hacía la ruidosa romería que lo mismo se alargaba dos o tres días, donde las orquestas de música, los gaiteros y tamborileros, que todos tocaban a la tema (envidia) a ver quién mejor lo hacía, y que habla muchos y los mejores de Asturias, tocaban y gritaban hartos de cordero y sidra, así como de toda clase de licores y vinos, lo mismo que si estuviesen enloquecidos, haciendo que las gentes bailasen y cantasen plagadas de felicidad, de noble y sana alegría. —Hoy en día, todas estas ancestrales tradiciones fueron casi del todo exterminadas por los mismos curas que por la ley de la fuerza se apoderaron de todos los intereses de las Santinas, guardando avaramente los dineros sagrados de las limosnas que entregaba el sano y creyente pueblo, por esta tan simple razón se han deshecho muchas fiestas y romerías sonadas de nuestra Amada Asturias. —Yo humildemente pienso ahora, que aquellas sanas costumbres tradicionales, que aquellas recias y firmes creencias, tenían al Pueblo Astur hermanado, muy unido, lo mismo las gentes de las derechas que las de las izquierdas, todas estaban fraternalmente unidas, y daban en todo momento hasta sus propias vidas en la defensa de nuestra Embrujado y Dulce Tierrina. Hoy en día con tanto partido de “caga la perra”, estamos todos separados, enfadados unos con los otros, como si nos odiásemos rabiosamente, los derechistas por un lado sin poder hacer nada, los izquierdistas por el otro haciendo lo mismo, y con estos haceres envenenados y mal olientes, estamos todos llenando a nuestra querida Asturias de desgracias y pobrezas. Yo creo que para sufrir esta maldita lacra que por donde quiera nos rodea, lo que tenemos que hacer los astures y muy pronto, es reunirnos todos con sumo respeto y grande hermanado amor, dentro de un partido eminentemente regionalista donde quepan sin enojarse todas las nobles e hidalgas gentes de Asturias, tanto de las derechas como de las izquierdas, y así de esta manera haremos de nuestro Principado, al mejor, el más rico, libre y feliz pueblo, de nuestra querida Patria España y del mundo entero.

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