Перевод: со всех языков на испанский

с испанского на все языки

tampoco

  • 81 Wellman, William A.

    1896-1975
       Nacido en Brookline, Massachusetts, William A Well man deja los estudios secundarios para jugar como profesional en un equipo de hockey sobre hielo. Con posterioridad, lo encontramos alistado en la Legion Extranjera Fran cesa y, durante la Primera Guerra Mundial, como as de la aviacion. Despues de un encuentro accidental con Douglas Fairbanks entra en el mundo del cine. Pronto, en 1923, empieza a dirigir, sobre todo westerns, hasta que su pelicula Alas (Wings, 1927), en la que tiene ocasion de plasmar, casi de modo autobiografico, sus conocimientos del universo de la aviacion, le proporciona un enorme exito y, por anadidura, el primer Oscar a la Mejor Pelicula.
       En los anos treinta es el responsable de filmes violentos y controvertidos como The Public Enemy (1931). Wellman es uno de los ilustres pioneros de Hollywood, y de nuevo, ese personaje es alguien importante en el mundo del western. Cultivo con brillantez la comedia (La reina de Nueva York, Nothing Sacred, 1937), el genero belico (Lafayette Escadrille, 1958), el filme de aventuras (Beau Geste, 1939) y el drama (Ha nacido una estrella, A Star is Born, 1937), primera version del clasico que volveria a rodar, en los anos cincuenta, George Cukor. Pero tal vez es en el western donde Wellman se encuentra mas a gusto, contribuyendo a su historia y tambien a su mitologia con algunas impresionantes peliculas que se encuentran entre lo mejor que nunca se ha hecho dentro del genero, como The Ox-Bow Incident y Cielo amarillo.
       La primera, oscura, tenebrosa, reflexiva, pone al espectador, y tambien a los personajes del drama, frente a la realidad de un linchamiento, la vieja ley del oeste que en esta ocasion se trata de trascender; un amargo y austero final resuena en nuestros oidos como si de un viento helado se tratase. Cielo amarillo, por su parte, nos cautiva con sus ecos shakespeareanos; al fin y al cabo, no deja de ser una transposicion de “La tempestad” al mundo inclemente del desierto, que encierra en su interior una ciudad fantasma como si fuera una isla. No conviene olvidar, tampoco, Caravana de mujeres, pelicula de permanente actualidad, pero es que tambien Mas alla del Missouri, a pesar de su aparente sencillez, es un modelo de renovacion narrativa.
        The Call of the Wild (La llamada de la selva). 1935. 95 minutos. Blanco y Negro. Fox. Clark Gable, Loretta Young, Jack Oakie, Reginald Owen.
        Robin Hood of El Dorado (Joaquin Murrieta). 1936. 86 minutos. Blanco y Negro. MGM. Warner Baxter, Ann Loring, Bruce Cabot.
        The Great Man’s Lady (Una gran senora). 1942. 90 minutos. Blanco y Negro. Paramount. Barbara Stanwyck, Joel McCrea, Brian Donlevy.
        The Ox-Bow Incident. 1943. 75 minutos. Blanco y Negro. Fox. Henry Fonda, Dana Andrews, Mary Beth Hugues, Anthony Quinn.
        Buffalo Bill (Aventuras de Buffalo Bill). 1944. 90 minutos. Technicolor. Fox. Joel McCrea, Maureen O’Hara, Linda Darnell.
        Yellow Sky (Cielo amarillo). 1948. 98 minutos. Blanco y Negro. Fox. Gregory Peck, Richard Widmark, Ann Baxter.
        Across the Wide Missouri (Mas alla del Missouri). 1951. 78 minutos. Technicolor. MGM. Clark Gable, Ricardo Montalban, John Hodiak, Maria Elena Marques.
        Westward the Women (Caravana de mujeres). 1952. 116 minutos. Blanco y Negro. MGM. Robert Taylor, Denise Darcel, Hope Emerson, John McIntire.
        Track of the Cat. 1954. 102 minutos. Warnercolor. CinemaScope. Wayne-Fellows (WB). Robert Mitchum, Teresa Wright.

    English-Spanish dictionary of western films > Wellman, William A.

  • 82 Yarbrough, Jean

    1900-1975
       Es larga la biografia cinematografica de Jean Yar brough, que dio sus primeros pasos en la in dustria en la epoca del cine mudo, a las ordenes de Hal Roach. Aunque se dedico preferentemente a la comedia a lo largo de sus distintas etapas como realizador, tampoco desdeno otros generos, siempre dentro de pequenos presupuestos. Yarbrough dirige alrededor de cien peliculas entre 1936 y 1967, ademas de algunos episodios de series de television. Su contribucion al genero del western no es ni extensa ni destacada. Trabajo con cierta asiduidad con la pareja comica formada por Bud Abbott y Lou Costello.
        Twilight on the Prairie. 1944. 62 minutos. Blanco y Negro. Universal. Johnny Downs, Vivian Austin, Leon Errol.
        Under Western Skies. 1945. 57 minutos. Blanco y Negro. Universal. Martha O’Driscoll, Leo Carrillo, Leon Errol, Jennifer Holt.
        Lost in Alaska. 1952. 76 minutos. Blanco y Negro. Universal. Bud Abbott, Lou Costello, Mitzi Green, Tom Ewell.
        Yaqui Drums. 1956. 71 minutos. Blanco y Negro. Allied. Rod Cameron, Mary Castle, J. Carrol Naish.

    English-Spanish dictionary of western films > Yarbrough, Jean

  • 83 currículum vitae

       carrera de vida: datos y antecedentes profesiones de una persona
       1. Loc. lat. que significa literalmente 'carrera de la vida'. Se usa como locución nominal masculina para designar la relación de los datos personales, formación académica, actividad laboral y méritos de una persona: " Me pidieron que mandara el famoso currículum vítae con todo detalle" (Salinas Carta [Esp. 1948]). La pronunciación corriente del segundo elemento es [bíte], en la que el diptongo latino ae se pronuncia como e, rasgo típico del latín vulgar; pero también se pronuncia [bítae], como corresponde a la pronunciación del latín clásico. Ambas son válidas. En cambio, no es admisible la pronunciación *[bitáe]. A menudo se emplea prescindiendo del segundo elemento: " En un párrafo de su currículum consta su licenciatura en Económicas" ( Vanguardia [Esp.] 22.3.94); pero, en ese caso, es preferible emplear la voz adaptada currículo. Esta locución es invariable en plural: los currículum vítae. No debe usarse el plural latino * currícula. Tampoco es aceptable el empleo de * currícula como sustantivo femenino con el sentido de 'plan de estudios': *"Tiene acceso a un banco de información de todas las universidades, las carreras que imparten y la currícula de cada una de ellas" ( Excélsior [Méx.] 5.9.96); para ello ha de usarse la voz currículo.
       2. El primer elemento de esta locución se ha hispanizado en la forma currículo, con un plural regular currículos. Esta voz se usa con los significados de 'currículum vítae': " Infoempleo analiza el currículo facilitado por los aspirantes" ( País [Esp.] 29.4.97); 'historial profesional': " Tiene un largo y brillante currículo en el campo de la docencia" ( Vanguardia [Esp.] 2.12.95); y 'plan de estudios': "El planteamiento de Caplan se incorporó al currículo escolar de 300 escuelas" ( Tiempo [Col.] 15.9.96).[RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 201]

    Locuciones latinas > currículum vitae

  • 84 in pártibus

       en los países ocupados por los infieles; en países de infieles; en tierras de paganos
       ◘ Dícese del obispo cuyo título es puramente honorífico y no tiene derecho a ninguna jurisdicción.
       Persona condecorada con el título de un cargo que realmente no ejerce.
       Loc. lat. que significa literalmente 'en países de infieles'. En su sentido originario se aplica al obispo al que se le asigna una diócesis en territorio no cristiano, donde no reside y, en consecuencia, no ejerce: " Se le ha asignado una diócesis desaparecida de Mauritania ( Partenia). Se trata de un cargo " sin mando en tropa" conocido como obispo " in pártibus infidélium"" ( Vanguardia [Esp.] 16.1.95); de ahí ha extendido su sentido y se aplica, generalmente con sentido humorístico y en la forma abreviada in pártibus, a la persona que tiene un cargo, pero que no ejerce las funciones que le son inherentes: "No es, tampoco, puramente honorífico e in pártibus, como de obispo con diócesis imaginaria" (Carrasquilla Marquesa [Col. 1928]). No es correcta la expresión * in pártibus infidelius. [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 366]

    Locuciones latinas > in pártibus

  • 85 abelladar

    Abelladar ou abétchadar, es el estado físico en el que se encuentra cualquier hembra preñada desde que cumplióu fasta que para. (Desde el día que ha cumplido los nueve meses de preñez, hasta que haya parido). Una vez que haya parido ya se denomina bétchar ou bellar. Tenu dos magüetes próximes abétchadar. (Tengo dos novillas próximas a parir). Les mious magüetes abétchadarun ista nuétche. (Las mis novillas han parido esta noche). Yo he ido muchas veces al mercado acompañando a mi amo Salustiano, que era un hombre grande en todo, aunque no sabía ni leer ni tampoco escribir. Cuento que siempre me llevaba con él, cuando tenía que vender alguna bétcha (parida), manía (que no estaba preñada), xatu ou magüeta (jato u novilla). Este gran hombre que más adelante nos ocuparemos de él, yo jamás le he visto en todos los años que como criaín (criado) le serví, comprar una vaca a nadie, él sólo las vendía, y no exagero si digo, que eran sus vacas las mejores de todo el concejo. Comprar una vaca aunque parezca una cosa sencilla, la verdad es que no es nada fácil, si uno pretende que no le engañen. Por esto es menester saber rexistrar (registrar) el animal que se va a mercar, porque entre los aldeanos hay mucha picaresca y le pueden a cualquiera no entendido colar guetu per chebre (gato por liebre). Por esta razón, para rexistrar una vaca bétcha, hay que ser un buen vaqueiru (vaquero), saber mucho de ganado, de esta manera, no se ignoran el fatáu de xitanerías (las muchas gitanerías) que se industrian con estas vacas. Porque con una bétchada (parida), bien sea primeriza o de ocho o diez años, se pueden faer un mamplenáu d'enduétbichaus (hacer muchos enredos), que sólo son descubiertos por si solos tras largo tiempo. Por ejemplo. Un paixanu (paisano) vende una bétcha, porque sabe que todos los años al abétchadar pierde la ñacencia (la cría), o que tarda tras haber parido mucho tiempo en salir tuéa (necesitar toro), o pare rancuayus xatus (ruinos jatos), o dar escosá lleiche (poca leche), este paixanu que a lo mexur (mejor) es un buen vaqueiru. prepara su vaca de tal modo y manera, que solamente otro avispado vaquero puede descubrir la trampa. Yo he presenciado en los mercados, cómo muchos aldeanos que conocían a mi amo, le rogaban en no pocas ocasiones, que rexistrara la bétcha (resgistrara la parida) que mercaban, y he podido ver y aprender, cómo iba descubriendo la cantidad de defectos que tenía la vaca, sabía si el xatiquín (ternerín) era de ella o no, descubría si era vaca que perdía las crías al nacer, si daba mucha o poca leche, si era buena pal xugu (el yugo) y si tiraba a entrambas manos. En aquellos lonxes (lejanos) tiempos de miserias, un aldeano que mercara una bétcha por buena y le resultase mala, porque no trabayara nel xeitu de la xuenzura (trabajara en el lugar de la yunta), o por todos los otros defectos ya reseñados, digo, que si la vaca no le saliese buena, sería para él una pérdida mayor, que si hoy en el día se le queimase la teixada. (Quemase la casa). Por estos razonamientos, mi amigo Salustiano, que era de natural, sencillo, inteligente y simple como la Má Ñatura (Madre Naturaleza), cuando vendía una vaca, nadie le discutía su precio, ni menos la registraban, porque todos cuantos le conocían sabían, que Salustiano yera 'n home comu güéi ñacen poucus (un hombre como hoy nacen pocos), siempre predispuesto a legar su ayuda y nunca en el guedétchu (enredo) de engañar a nadie.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > abelladar

  • 86 abrañar

    Abrañar es alinear, arreglar en todas sus vertientes al ganado, no sólo el que se encuentra en las brañas, puertos o morteras, sino también el que permanece en las cortes (cuadras) de la misma aldea. A mediados de la primavera es cuando se empieza a subir el ganado escosu (que no da leche) para los puertos, estas reses suelen por regla general ser magüetas (novillas) de tres años para abajo, unas están dandu la cría (preñadas), otras son manías (que no están preñadas), luego más tarde, hacia la última quincena del mes de mayo, que es cuando ya no se pueden pacer más los préus (prados) porque sino no dan la cosecha de hierba que se recuétche (recoge) en el mes de xuliu (julio) denominado el mes de la yerbe (hierba). Así pues, cuando los prados ya no se pueden pacer, se sube al puerto todo el demás ganado, exceptuando las xunturas (yuntas) que han de acarrear la hierba, estas vacas suelen ser las bétchaes (paridas), o las que están próximas abétchadar (a parir). Es cuando llega entonces el momento de abrañar en los puertos, de ir hacer la braña. Miles de veces y en diferentes lugares de mi Tierrina, allá por los apenados y hambrientos años de la post-guerra, siendo yo un guaxetín (chiquillo), fui abrañar para los varios amos que como criadín por mala o buena fortuna yo he servido. Había que buscar al ganado que guareciendu (pastiando) se encontraba en el extenso y comunal puerto, que muchas veces era muy difícil de dar con él, por causa de la borrina (niebla), que no permitía ver a uno ni la propia mano dellantri de sous güétchus (delante de los ojos). Nos solíamos orientar por el sonido de las chuecas, chocaretas, zumbus o zumbiétchus (cencerros), que llevaban las vacas más responsables y serias por así denominarlo de cada cabana (cabaña), supuesto que estas reses suelen ser las que capitanean a todas las demás. Me recuerdo que los enormes felechales (helechos) y demás matoxus (matorrales) que eran más altos que mi cuerpo, que por doquier poblaban todo el puerto, se encontraban en los días de borrinas baxas (nieblas bajas), ameruxáus d'orbayu (llenos de agua) que me ponían de pingandu (mojado) lo mismo que si vestido me tirase al agua. Pero todo aquello era nada cuando lograba dar con las vacas, que alegraban tan difícil búsqueda, y afalándulas muy contento me dirigía hacia mi cabanón (cabaña) y después de muxilas (ordeñarlas) atizaba un bon fuéu, (prendía un buen fuego) dóu m'enxugaba la moyadura que m'enciétbechar. (Dónde me secaba la mojadura que me ataba). Una vez que estaba bien enxuchu (seco) muy dichoso me enzulaba (comía) la fugaz y sabrosa cena que tan sólo consistía, en un zapicáu de lleiche (un jarro de leche) acompangáu (acompañado) d'un cantexu de borona ou pan d'escanda. (Un trozo de pan de maíz o escanda). Chuéu, despós, endutbechábame nel xergoncín de paya, ya xurniaba toa la nuétche comu 'n anxelín del cielu xebráu de la man del sou Faedor. (Luego, después, encogiéndome en el jergón de paja, dormía toda la noche como un ángel de los cielos apartado de la mano del Hacedor). Hay vaqueirus que xuben (suben) todos los días por la mañana y de tarde hasta el puerto a hacer la braña, los que tienen corte (cuadra) en la braña, meten sus vacas dentro para ordeñarlas con tranquilidad, pero aquellos que no poseen cabanu (cuadra) tienen que buscar ordeñar al entestate (al aire libre). Casi todos los vaqueirus que tienen que catar (ordeñar) sus vacas al entestate, suelen llevar alguna couxa (cosa) de la aldea para que las vacas la coman y estén así quietas mientras las afoixinan (ordeñan), esto se llama el manoxu (manojo) que es según la época del año de diferente manera. Así en el mes de Xuniu ya xuliu ye de segáu, (junio y julio es de pación), en agosto, setiembre y octubre el manuxín (manojín) suele ser de las fuéas ya pereícoteirus de lus ñarbaxus, (plantas de maíz) y también de focháus de frisou (también de ramas de fresno), que les gusta mucho a las vacas y son muy sanas y nutritivas, así como también muy peligrosas para sous ventrones ya rumiaxes (vientres y rumiajes) si las comen demasiado calientes. Otros vaqueirus llevan sal que bazcuchan d'enría 'l campíz (vierten encima del campo) y como a las vacas les agrada todo lo sallado, comencipien a chamber (empiezan a lamer) en tal lugar hasta que terminan con todo el campizo dando tiempo a que el vaqueiru la ordeñe con toda tranquilidad. También existen otros más ingeniosos que arrebaten les ganes de mexar fasta la gora de afoixinar (que aguantan las ganas de mear hasta la hora de ordeñar) y así después meando en el campizo mientras que la vaca pace y lame el lugar meado ellos con rapidez la ordeñan. Otros vaquierus sólo hacen la braña una vez cada veinticuatro horas, bien porque sus vacas tengan poca leche, o porque les interese escosalas (secarlas) para así tan sólo subir al puerto una vez cada semana a verlas. Y hay otros vaqueirus que duermen y moran en sus cabañas de las brañas y tan sólo bajan a sus aldeas una vez a la semana. Existe la creencia entre las gentes de mi Tierra no documentadas en las ancestrales y hermosas costumbres de nuestras embrujadoras aldeas, creencia divulgada por escritores que no saben dónde tiene, pongo como ejemplo el caldar la vaca (ubre), de que en Asturias no hay más vaqueirus que los de la Alzada y no recuerdo en estos momentos qué otro lugar. Mas yo les digo ahora que esos babayus de despacho que se reúnen en cabanáes (rebaños) formando las infantiles y ridículas sociedades de «Amigos del Bable» o del «Conceyu del Bable», etc., etc., que lo único que saben es buscar una popularidad ya muxiyes la corexa a les ñobles xentes de miou Tierrina (y ordeñarles la cartera a las nobles gentes de mi Tierra). Digo que estas respetables personas lo único que saben de la Llingua y costumbres ancestrales de mi Asturias. es lo que plagian en los archivos, en los escritos de otros escritores ya fenecidos que la mayor parte de ellos tampoco en estas materias no tenían namái qu'una migayina (nada más que una migaja) de idea. Y ahora que ya para la posteridad dejo dicho lo que son estas rencuayas (ruinas) sociedades, compuestas por profesores y otras ilustres personas, que de no ganar la Guerra Civil el General Franco, de seguro que estarían de peones camineros, porque francamente creo que para otro menester ellos no sirven. Todos estos señores con sus teorías y conferencias mistificadas, no saben cómo habla el pueblo, ni como trabaja, ni cómo sufre y ríe, ni como canta y llora, las costumbres y el habla del sencillo, simple y natural pueblo, sólo se aprenden formando parte de ese pueblo que s’acueye 'l llabiegu, falandu la Llingua de nuexus mayores (se coge al arado hablando la lengua de nuestros mayores, todos los días del año). Yo no podré competir jamás, ni tan siquiera lo intento, en los saberes de todos estos señores licenciados y profesores de los números y las letras, porque por mala o buena fortuna los maestros que yo he tenido, no me enseñaron las sapiencias de tan hermosas profesiones, ya que ellos casi todos analfabetos por naturaleza en la dimensión de los signos, de los números y letras, en vez de poner entre mis manos un libro, me punxerun cuaxi disde miou ñacencia, una ferramienta paque trabayandu me ganara 'l potaxe que la probina de miou má non podía dame. (Me pusieron casi desde mi nacencia, una herramienta para que trabajando me ganara el potaje que la pobre de mi madre no podía darme). Así por ejemplo, el mejor profesor que yo he tenido ha sido mi amo Salustiano, un vaqueiru de la aldea de Folgueras, xustu ya ñoble 'n tal fondura (justo y noble en tal hondura), filósofo e inteligente en tal altura, que no se desliza un día por mi vida, que en algún momento con nostálgico cariño yo no le recuerde. El no sólo me enseñó a llabrar, semar ya cuchar la tierra (arar, sembrar y abonar la tierra), sino que tamién m'adeprendióu faer d'un piazu de maera, de ñocéu, de frisnu ou faya, con mious propies manus el mesmu llabiegu. (También me enseñó a hacer de un trozo de madera de nogal, de fresno o de haya, con mis propias manos el mismo arado). M'adeprendióu d'enría lus fierrus a cabruñar sen cartiar el gadañu, (me enseñó encima del yunque con el martillo a adelgazar la guadaña sin ondularla ni estropearla). M'adeprendióu a domeñar les magüetes pa xuniyes al xugu ya faeyes trabayar sen dalgún rexabiu a entrambes manus. (Me enseñó a domar las novillas para uncirlas al yugo y hacerles trabajar sin ningún resabio a las dos manos). Me enseñó a curar los ganados cuando enfermaban d'angún amoláu (de algún mal), como la coxera ou maluca (cojera), los garbious ou rumiayu, (mal en la boca y rumiaje) bregonazus y'entelaures (hinchazones en el ubre y el vientre) y a darle la vuelta a un xatu dientru 'l ventrón d'una vaca qu’tal parilu traxéralu 'l revés, couxa que güéi nel día non sapien faer abondus bretinarius. (A un jato dentro del vientre de una vaca que al parirlo lo trajese al revés, cosa que hoy día no saben hacerlo muchos veterinarios). M'adeprendióu a inxertar lus pomares, zreizus ya peréus, (me enseñó a injertar los manzanos, los cerezos y perales), a fradar lus ciarrus pa que non dieren soma nus préus ya muxéranye 'l campíz el allumbrar mexor yerbe (a cortar los matorrales que cercaban los prados, para que no diesen sombra y le permitiesen al campo alumbrar mejor hierba). Me enseñó sin libros de ninguna clase a querer y respetar todas las criaturas vivientes, a no hacerlas sufrir ni esclavizarlas nunca, a servirme de ellas nada más que cuando la necesidad me obligase. Tamién me falaba, qu'en d'anguna teixá pudiés morar animal d'angún qu’en trabayu non lleldare. (También me decía que en ninguna casa debía de vivir animal alguno que un trabajo no efectuase). Me enseñó a ser libre y honrado, a querer y respetar a mis mayores, a no ser hipócrita ni servil, a no apartarme de la Natural Justicia hasta la muerte, y a no preocuparme mucho de las vanas leyes aunque en ocasiones injustamente las condenadas me castigasen. Me contó cientos de historias, leyendas y cuentos, me enseñó a pensar y filosofear con las cosas naturales, y todas estas maravillosas cosas yo las he aprendido, pensando y hablando en la embrujadora y galana Llingua Asturiana, por lo tanto yo conozco perfectísimamente el Idioma de mi Querida Llingua Asturiana, con el cual yo cuento a mis gentes astures cosas sencillas y naturales, de la misma manera que las he aprendido de boca de maestros analfabetos como mi querido amo Salustiano, el mejor vaqueiru que yo he conocido, el natural y sencillo filósofo que a mí sin libros, más me ha enseñado. Mi amo Salustiano, siempre se sintió muy orgulloso y ufano de sus vacas, a las que el y yo, cuidábamos en todo momento con verdadero celo y alegría, sin lugar a dudas, eran nuestras vacas las mejores de todo Asturias, y así lo reconocían todos los vaqueirus que medianamente entendían de ganado. Daba verdadero placer y envidia, mirar aquellas vacas gordas y lustrosas, todas ellas de la más pura raza asturiana. La corte (cuadra) de Salustiano estaba axeíta un poco allonxá (alejada) de la aldea, en la cimeirá (lo alto) de un praiquín (prado pequeño) que tenía m'apoxentáu (allanado), al lláu d'una fontona (al lado de una fuente) que tenía buenas aguas para abrevar el ganado. Yera una corte grandie, conun payarón que faía un par d'uce es de corcecáus de yerba. (Era una cuadra grande, con un pajar que hacía un par de docenas de rastros de hierba), y la cuadra era amplia y bien ventilada, óu s'arretrigaben nes fortes pexebréires (dónde se amarraban en las fuertes pesebreras), las diez soberbias vacas que en la sazón tenía mi amo Salustiano. Pero una noche fatídica nus fondeiráus de Ia xeronda (en los últimos días del otoño), d'aquién n'aquétcha nuétche del diañu, llantói fuéu 'l pachar, morriendu amagostáes toes les llozanes vaques del guenu de Xallustianu. (Alguien en aquella noche de los demonios, le prendió fuego al pajar, muriéndose asadas todas las lozanas vacas del bueno de Salustiano). Y aunque las autoridades del concejo hicieron todas las investigaciones precisas, nadie pudo descubrir jamás el autor o autores de tan monstruosa felonía. Algunos decían, que había sido un mal querer. Otros afirmaban que tal vez fuese un probe de lus munchus qu’apedigueñaben pe les aldés nus famientus tempus d'endenantes (un pobre de los muchos que pedían por las aldeas en los hambrientos tiempos de antes). Seguramente que el mendigo entraría sin ser visto per el boicairón del payar que nun tenía piesllítchu (por el ventanal del pajar que no tenía cerradura), con el ánimo de pasar la noche, y una vez achucáu ente la greba yerbe (acostado entre la seca hierba), diérale por fumar prendiendo fuego sin querer al pajar, y despós ameruxáu pel miéu fuyere. (Después lleno de miedo huyere). Lo ciertamente sucedido fue, que desde aquel trágico día, el alegre y dicharachero vaqueiru Salustiano, ya no cantó más, ni rió jamás, pues poco a poco una profunda tristeza le fue consumiendo, y meses más tarde se moría de pena, por estar pensando sin interrupción en el gran sufrimiento e inenarrable dolor sufrido por sus queridas vacas, dentro de aquel enorme incendio, que poco a poco las carbonizó, sin que nadie pudiese hacer por ellas nada. Así de humano, sencillo y natural, era mi amo Salustiano, el grande hombre, el excepcional pensador y filósofo analfabeto, el mejor vaqueiru de toda mi Tierrina, ya que muy posible fuese el único que en todo el Universo, que por el amor de sus vacas muertas en tan avernoso sufrimiento, que hizo crecer en só'anxelical ya melgueiru (su angelical y dulce) pensamiento una pena tan amamplenada (grande, enorme) que fasta'l mesmu fuexu del sou morrer tal atristeyáu l'afaluchóu. (Que hasta el mismo hoyo de su morir, tal entristecimiento lo arreó).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > abrañar

  • 87 atavarius

    Atavarius son atalajes, herramientas, etc. También se suele denominar así a la bragueta. Ahora que viene al hilo esta palabra les voy a relatar un caso que presencié una noche cuando era muy pequeño en cierta velada de mi aldea. Era por los hambrientos, miserables, enlutados y tristes años cuarenta, estábamos aquella noche caleciendu tres el char de la teixá del bonu de Ñ icomedes (calentándonos tras el lar de la casa del bueno de Nicomedes) mi madre y yo, el abuelo Nicomedes, su hija Manuela que también era viuda como mi madre, y tres hijos que tenía que eran aproximadamente de mi edad, y también se encontraba con nosotros un pobre. —Quiero señalar, que en la casa del formidable hombre que era el abuelo Nicomedes, siempre encontraban refugio y eran tratados como si de un familiar se tratase, todos los pobres que llegaban pedigüediñandu (mendigando) a mi aldea. Recuerdo que había un fuego saludable y confortable, que industriaba la reseca leña de encina, roble, haya o castaño bravo, y colgado de las pregancias (cadenas), hervía con fuerza y sordamente un grande pote, donde cocían los pulgus de les pataques (mondos de las patatas) y demás ingredientes que eran la comida de los cerdos. No había en la aldea energía eléctrica, ni tampoco nos alumbrábamos en aquel lleldar (acaecer) con ninguna otra luz que no fuese la que nos brindaba el alegroso pa fuéu (padre fuego). Todos nos encontrábamos escuchando medio embrujados los hermosos cuentos, historias y leyendas que magistralmente nos narraba el abuelo, y hasta el pobre se sentía entusiasmado y feliz, atendiendo sin perder palabra aquella narración que en la más pura lengua asturiana nos contaba el abuelo, por esto, nadie se dio cuenta que una gran pocétcha (chispa) saltara con fuerza de un caricote del char (tizón del fuego), haciendo acomodo entre los atavarios (bragueta) del pobre, que al encontrarse muy grebas y'enxugáus (demasiado secos) empezaron a arder. El caso fue, que nadie se percató que olía a ropa quemada, hasta que no vimos al desventurado pobre lanzar un grito aterrador sembrado por su miedo, a la par que se levantaba del escaño con la rapidez de un relámpago, con todos sus atavarius (bragueta) envueltos en ardientes llamas, y con palabras que retrataban el inenarrable pavor que le atenazaba, decía al parejo que con su gorra y manos desesperadamente intentaba apagar el fuego que encima de él se desbordaba: —¡Chaime agua, chaime agua, qu’amagüestu enteiru! (Echarme agua, echarme agua, que me quemo entero). —Recuerdo que todos nosotros en un principio sorprendidos por tan insólito acontecer, nos quedamos mudos y asombrados durante un tiempo que medido seguro no alcanzaría ni un segundo, pero transcurrido éste, una risa enloquecedora por completo nos encadenó, lo mismo que si el demonio se apoderase de nuestros espíritus, reíamos alegres y despreocupados mientras que el desdichado y desesperado pobre, envuelto por las llamas que cada vez más se agrandaban, nos miraba sacudido por un miedo que le trasladaba a otro mundo, porque dentro de su situación mortal y desesperada, quizás estuviese viendo en nuestros alegres rostros, la propia faz de los malditos demonios, que se reían y mofaban del perentorio mal del hermano prójimo. Reaccionó al final Manuela, siempre dominada por la escandalosa risa que a todos nos arretrigaba (ataba), y descolgando un caldero grande de agua, que estaba de fría como el mismo hielo, se lo lanzó con fuerza, a los encendidos atavarios del ya casi enloquecido mendigo, que se desplomó de espaldas en el recio escaño, perdiendo por completo el conocimiento. Quedose el pobre ya apagado el fuego, estingarráu (tirado, estirado) en grotesca postura encima del escaño, no moviendo pie ni mano, lo mismo que si ya fuera muerto. Huyó la risa con rapidez de las personas mayores que rodeábamos aquel ancestral lar, aunque los pequeños con igual gracia aun nos seguíamos riendo, pero pronto el susto se fue apoderando de todos y con fino manto nos envolvía en el miedo, y a éste llegamos cuando Manuela sacudiendo al pobre con fuerza tal, que entre sus manos el desdichado mendigo tal parecía un inanimado muñeco, y a la par que esto le hacía, ya sin la menor risa y sí cargada de temor le decía: ¡Espierte Antón, deixe ya ‘l xopunciu, que noi queimú namái qu’el calzón cimeiru! (Despiértese Antón, deje ya el susto, que no le quemó nada más que el calzón de encima). —Cuando Manuela ya se dio cuenta de que el desdichado no volvía en sí, ya dominada por una verdadero miedo dijo: ¡Bona la fixemus, pos isti probe morriú d'afechu! (Buena la hemos hecho, pues el pobre se ha muerto del todo). El revuelo que se formó en aquel lar, que hasta hacía breves momentos todo era felicidad, armoniosa y dichosa risa, así como sana alegría, fue grande, pues todos los pequeños dominados por el miedo, dimos rienda suelta a un nutrido llanto, que no era tanto por el pobre que se había muerto, sino por el pánico que veíamos retratado en el rostro preocupante de nuestros mayores, que no sabían lo que hacer ni pensar, con el desdichado pobre al que creíamos muerto. Y cuando el abuelo Nicomedes ya se estaba calzando las madreñas para ir en busca del alcalde pedáneo de la aldea, para que tomase medidas con aquel triste suceso, retornó Antón del mundo de los muertos donde le habíamos situado, y dijo palpándose sus atavarius: ¡Menus mal que nun queiméi namái qu’el calzún cimeiru, pos s'apuerta tamién faer magüestu nel fondeiru, ya nun podría enxamás añuedar el cibiétchu, ya xería bona pena, perque tavía tenu llixa p'amañucar guapus nenus! (Menos mal que no me quemó nada más que el pantalón de arriba, porque si hubiese hecho también hoguera en el de abajo, ya no podría jamás hacer el amor y sería una pena, porque yo todavía tengo fuerza para hacer preciosos niños). En el pequeño espacio de tiempo que encierra un pestañeo, mudose el pánico de los sentimientos de nuestros mayores, y en su lugar luciose alegre el feliz contento, y el llanto que los pequeños traíamos en manto de lágrimas, quedose ahogado y seco, y en su lugar, volvió alumbrase la inocente risa, al ver a nuestras madres contentas de nuevo. La buena de Manuela, que era de buena y simpática lo mismo que el querido abuelo, le dijo al pobre a la par que prendía el candil de esquisto, porque el agua vertida sobre el lar, en parte ya había apagado el ardiente y confortable fuego: ¡Bon xustu nus fexu coyer, diañu de probe, pos ya taba 'l miou pá mangandu les madreñes, pa dir catar el pedañú, pa que nus dixera lu que teñíamus que faer col sou escallixeru curpu! (Buen susto nos ha hecho coger, demonio de pobre, pues ya estaba mi padre calzando las madreñas para ir en busca del pedáneo, para que nos dijese lo que teníamos que hacer con su escalijero cuerpo). —Pos tóus teñíamus papáu, que la sou alma ya taba nel xareteiru 'l diañu, fayendu de caricote paque nun murriera 'l fuéu del enfernu. (Pues todos teníamos creído que su alma ya se encontraba en la cuesta pradera del demonio, haciendo de tizón, para que no se muriese el fuego del infierno). ¡Bonu 'l casu ye, que ya tóus denuéu golguemus tare fellices ya cuntentus, axina qu'agora mesmu, achevántexe del escanu ya mítaxe nel cuatu mióu pá, ya puenga unus fatucus enxuchus que vóu dexale, metandu callentru 'n escudiétchau de lleiche con caña, que xebrará del sou rancuayu curpu, 'l xustu qu' entavía l'encibiétcha, ya 'l fríu que l'enxenebra, per mor de la mochaura que le fexe, p'apagai 'l fuéu q'entremedaba lus sous atavarius, que paeme a min, que deben tar más escosaones, que la mióu vaca mariétcha, qu’achucá durme na corte, ya la condená vou tenet que vendeya, perque nin pari nin preña, nin da más ganancies que la lleichi del cuernu! (Bueno el caso es, que ya todos estamos de nuevo felices y contentos, así que ahora mismo, levántese del escaño y métase dentro del cuarto de mi padre, y póngase estas ropas secas que le doy, mientras que le caliento una buena taza de leche con coñac, que le sacará de su cuerpo el susto que todavía le encadena, y también el frío que le está helando, por causa de la mojadura que le he hecho, cuando le apagué el fuego que se entretejía en sus atavarios, que me parece a mí, que ya deben de encontrarse más secos, que mi vaca Amarilla, que está acostada en la cuadra, y la condenada voy a tener que venderla, porque ni pare ni preña, ni me da más ganancias que el trabajo que le arranco por los cuernos). Como bien se puede comprender por lo que se desprende de este relato, en aquellos alejados y miserables tiempos de mi niñez, imperaba en mis queridas aldeas, la sublime y natural sencillez, dentro de un amor desmedido hacia el necesitado, con el que se compartía en una limpia y sana hermandad que hoy ya no existe, el pan, el vestido y la lumbre del lar, sin jamás sentir ascos ni repugnancias hacia los mendigos, que muchas veces llegaban aviñonainus de pioyus (cargados de piojos), y a pesar de esto y de otras cosas, al pobre se le respetaba y se le quería. Sin embargo hoy día, al tenor de que los pueblos se van llenando de más cultura, va desapareciendo de las gentes lo más humano y delicado que en sus espíritus se alberga, y en su lugar, florece con fuerza una endiosada hipocresía, que se está comiendo poco a poco y sin el menor descanso, la hermosa sencillez y naturalidad, que tenían las gentes de antaño, desconocedoras de estas corrientes de culturas modernas, pero dueñas y soberanas de la maravillosa virtud de comportarse en todo momento como verdaderos seres humanos. Hoy sin embargo, quedamos todos muy bien con la palabra, pero tenemos el nido de los sentimientos, en poder de la codicia y de la envidia, dentro de una podredumbre que invita al asco.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > atavarius

  • 88 borona

    Borona ou boroña, así se llama al pan hecho con harina de maíz. La borona tandu ben fecha ye mu ñutritiva pos fasta lus xatus conecha engorden. (La borona estando bien hecha es muy nutritiva, pues hasta los jatos con ella engordan). Lu que nun son tan bonus pal estómadu son lus tortus fechus d'enría ‘l chare, pos lus tortus paque gusten ben hay qu'enzulalus callentris, ben con lleichi ou oitra couxa, nel momentu qu'esfrecen ya nun son bonus. (Lo que no son nada buenos para el estómago son los tortus (tortas) cocidos encima del llar, pues las tortas para que gusten bien hay que comerlas calientes, bien con leche u otras cosas, en el momento que enfrían ya ni gustan bien, ni tampoco son para la salud muy buenos). —Fae un mamplenáu d’anus, achá per lus tempus de lus llutus, lus pioyus ya les fames, achegóu pedigüeñandu chimosna un probe a la miou aldina qu’al falar de les xentes yera andalluz ou castiétchanu, ‘l casu foi, que daquién n'aldina, paeme que fói una muyer que se nomaba Xofía, cuntu qu'apurrióle aquel probe un escudiétchu de lleichi ya un bon cantexu de borona, ‘l probe comencipióu char farugas de la borona dientru la lleichi, ya cuntu agüétchou qu'afondaben, díxole noxáu a Xofía qu'él nun enzulaba nagua d'aquel mestranzu, perque lu mesmu qu'afondaba n'escudiétcha fairiayu nel sou banduérchu. (Hace muchos años, allá por los tiempos de los lutos, los piojos y el hambre, llegó pidiendo limosna uno de los muchos pobres que llegaban a mi aldeina que al decir de las gentes debía de ser andaluz o castellano, el caso fue, que alguien, me parece que fue una mujer llamada Sofía, cuento que le dio aquel pobre una escudilla de leche con un buen pedazo de boroña, el pobre comenzó a desmenuzarla dentro de la leche, y cuando vio que ahondaba en ella, díjole enfadado a Sofía que él no comería nada de aquel mejunje, porque lo mismo que ahondaba en la escudilla seguramente lo haría en su estómago). Paeme amindi qu’aquel probe ye que nun l'aguixonaba la fame. (Me parece a mí que aquel pobre no le pinchaba el hambre).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > borona

  • 89 esmexar

    Esmexar, arrancar la hierba en el pajar o la barra de hierba por mediación del gavitu. —Cundu la yerbe se mete nus payares se trinca ben paqu'el payar faiga mái, perque senún se trincare 'n tóus coyeríe pouca dientu 'l payar ya con pouca tandu enxútchina ya greba xeguramente qu'el payar s'enllenaríe chuéu quedandu en xin yerbe. Istu per un lláu, per el oitre la yerbe que nun táben trincada nun se fae bona. Xi 'l branu ben bonu de paciones ya la xeronda tamén, nun se comincipia nel gastar la yerbe fasta él metá la xeronda, 'l nun ser que d'anguna vaca bétche, qu'entóus hai que cebaya con dalgu yerbe, ou que dalgún oitre añimal se puxiés amollecíu, per mor de la foria anxina ye que cundu se comincipia 'l esmexar el payar, ta la yerbe tan enguxá entexigu que ye menester esmexala, ou esmantiétchala, xin daquién fai 'l esmantiétchu, nin ye bon vaqueiru nin xapie lu que fae, lu que hai que faer ye 'l esmexar la yerbe, primeiru perque rinde mái la yerbe, ya lu xegundu que ye lu mái prinxipal, ye qu'al esmexar la yerbe tou 'l polvaxu ya granaxas llixeires que ten la yerbe, que son mollicies pa les vaques, al ser ximielgáes se esmurgacen d'enría 'l treme del payar. La yerba se pué 'smexar de dous maneires ou con les manes, que ye mu canxéu ya pelligróuxu per mor de lus escayus, ou col gavitu d'esmexar la yerbe, que ye ‘m ganchu fechu d'un espineiru que ten la mexor maera p'encaldar un bon gavitu, manque tamén lus faen de fierru, peru xamás un bon vaqueiru quer un gavitaxu que pué cheldar pelligru. TRADUCCIÓN.—Cuando la hierba se mete en los pajares, se pisa bien por personas que se meten dentro del pajar para tal menester, con el fin de que el pajar haga más hierba, porque sino se pisase, la misma hierba haría montón dentro del pajar y con poca hierba se llenaría el pajar quedando relativamente en sin hierba. Esto por una parte, con la otra, la hierba que no está bien pisada, bien calcada no se hará en toda su extensión buena. Si el verano viene bueno de paciones y el otoño también, no se comienza a gastar la hierba hasta a mediados del otoño aproximadamente, a no ser que alguna vaca alumbre a su ternero, pues entonces hay que cebarla con hierba, o que cualquier otro animal se ponga enfermo, por causa de la diarrea, así que cuando se empieza a arrancar la hierba en el pajar, está tan enebrada en si misma que es menester de arrancarla de esmantelarla por encima de la pila que en el pajar forme, si alguien hace este esmantelamiento, no es un buen vaquero ni tampoco sabe muy bien lo que esta haciendo, ya que lo que hay que hacer es arrancar la hierba, primero porque rinde, suple mas la hierba, lo segundo que es lo más principal, es que al arrancar la hierba, todo el polvo y las granas ligeras que tiene que son perjudiciales para la salud de las vacas, al ser sacudidas en los arrancamientos se desprenden y caen encima del tillado del pajar. La hierba se puede arrancar de los pajares de dos maneras, o con las manos, que es muy cansado y peligroso, por causa de los múltiples espinos que tiene, o con el gancho de arrancar la hierba, que esta hecho de un espinero, que tiene la mejor madera para industriar, un buen gancho. Aunque también existen ganchos de hierro, pero jamás un buen vaquero quiere ni usa tales ganchajos, que reportan más peligro que los de madera.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > esmexar

  • 90 espicar

    Espicar, así se llama cuando se cortan los tallos del maíz por arriba, una vez que las plantas se encuentren ya panojadas. Cuando los años venían buenos de paciones, se espicaba poco maíz para que lo comiese el ganado, así como tampoco se fradaban (cortaban) las ramas de los fresnos para que también les sirviesen de forrajes. Pero cuando los años venían con la miseria de las secas, entonces se observaban los maizales, los fresnos y los tilos, todos espicados y desnudos de sus ramas. Toda espica que se haga para darle forraje al ganado, es peligrosa para la salud de los ganados si se les da caliente.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > espicar

  • 91 fala

    Fala, Lengua de Asturias. Yo he luchado en solitario durante toda mi existencia en la defensa de la Fala y Costumbres de mi Tierrina, porque he considerado que los Ancestros de Asturias son llana y concisamente las Raíces principales de la Patria España, que no sé porque razón de fondo, casi toda la Comunidad Hispana y inclusive gran parte de los mismos astures quieren desterrar, sepultar, olvidar, sin detenerse a pensar, que todo ser que pierde sus verdaderas raíces se deshumaniza, en el lleldar que se convierte en esclavo de un materialismo, tan sumamente exigente y explotativo, que le va marchitando la parcela divinizante de su espíritu, y un ser Humano con esta parcela muerta, por muy inteligente y preparado que se crea, en el fondo simplemente tan sólo es una mala bestia. Y sujetos con esta despreciable catadura yo he conocido muchos en mi Tierrina y conozco a muchos. Por ejemplo ahora, en el año mil novecientos ochenta, época en que estoy reformando algunas partes de este Diccionario, para atajar a los depredadores que con títulos y apoyos quieren mistificar con ridículas y estercolosas maneras, la natural y sencilla cultura de mi amada Asturias, dígoles que malas bestias son todos aquellos dirigentes que no quieren proteger las raíces del Pueblo que malamente gobiernan y despóticamente explotan, como lo están haciendo el alcalde de Oviedo, el de Gijón, el de Avilés, Piedras Blancas, Pola de Siero, el presidente de la llamada Junta de Asturias, con todos sus subordinados de caga la perra, el presidente de la Caja de Ahorros, etc., etc. Por otra parte este diccionario yo lo he hecho, quiero decir, sus vocablos muchos de ellos sin respuesta, hacia el año mil novecientos sesenta y cinco, en mil novecientos setenta edité unas cuatro mil palabras de este diccionario, que sirvieron para que los del Conceyu Bable pudieran hacerse notar editando un nuevo diccionario, que no les costó más trabajo, que copiar el mío haciéndole más fino y propagandístico, lo mismo que también intentaron hacer los Amigos del Bable, pues el tal Novo Mier-da, pues también empezó en el diario Región a publicar mi propio diccionario a la par que pedía al público que le enviasen vocablos, pensando él con su "rancuayu envidayaxe, que los Vocablos de Mi Tierrina eran meros desperdicios que rodaban a mamplen por todas las aldeas menos en su casa que al parecer no había ninguno y claro no había ninguno porque los Vocablos de mi Tierrina aun considerándolos como desperdicios, es menester sudarlos para poder conseguirlos, y no como desperdicios ya, sino convertidos en "soberanos Senores” en gran arte alumbradores de la cultura de la Hispanidad. En el año mil novecientos setenta y cinco o setenta y seis, no recuerdo bien, entre en contacto por mediación de tampoco se quién, ah… ahora, ya re recuerdo, porque en mis tiempos de pastor había, yo descubierto una mina de manganeso y en casa de mi madre había unas piedras que hacía más de treinta años que no bajara de la mina de manganeso, así es que las cogí y me fui a visitar con ellas al catedrático de minas García Conde, y hablando con él de cosas de Asturias, llegué a decirle que yo tenía un diccionario de la Lengua y algunas costumbres de nuestra Tierrina, y él me dijo que estaba con plaza en el Instituto de Estudios Asturianos, que le entregase el diccionario que fácil me podrían ayudar a publicarlo. Pero lo que hizo este catedrático fue entregarle mi honrado trabajo a Novo Mier, y menos mal que el diccionario estaba en porricas (desnudo) ya que muchos de sus vocablos no tenían ninguna respuesta, pero sí que le dieron la licenciatura al Novo Mier, para industriar su diccionario, que es un verdadero atentamiento criminal contra la "CHINGUA DE MIOU TIERRINA”. Hay que tener una cara tan grande como la luna, y un desconocimiento tan grande como el Sol de la Fala y Costumbres de mi Tierrina, para parir ese estercolero de diccionario que él editó. Pues tan sólo es creíble de él, los vocablos con respuesta que de mi trabajo me arrapiegóu. Yo sé positivamente que algún día algún asturiano amará la Lengua y las Costumbres de mi Tierrina lo mismo que lo hago yo, pero con la inmensa ventaja de tener inteligentes estudios y no ser un zoquete como lo soy yo, digo que ese astur, sabrá sacar sólo y exclusivamente provecho de la documentación que yo deje o tenga, para hacer una sencilla, hermosa y natural Lengua en nuestra Asturias, que servirá no para avanzar con ella en busca del progreso que nos hará en inmortales dioses, pues para eso tenemos el mejor y más amplio idioma de la Tierra como es su Majestad el Idioma Español, pero sí que servirá para entretenimientos, felices y hermosos momentos, etc. Ahora sólo le ruego al Hacedor que me permita vivir para poder gozar este momento, que yo creo que no debe de encontrarse muy lejano.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > fala

  • 92 freirus

    Freirus, magos, curanderos, desencantadores de embrujamientos, etc. De los Freirus se han contado muchas historias, algunas ciertas, otras meras leyendas y muy pocas están en lus cuentos. Yo ahora les voy a contar la historia relacionada con lo misterioso de las Xantinas y freirus. "L'ESTORIA DE XANTA ROUXA" —Acorreláu per argutóuxes cumes que fasta les mesmes ñubes s'espurríen, pa xorber d'échos nus envernus les ñeves ya nus branus les güáitades, ben per mor de les borrines ou de bétchadas orbayadas, ou de choveres xin tinu, cundu atroñiquen lus cielus, ya en pocétchos centellóuxes s'esmadrían ente reblagus en manplenáes de riadas. Ou cundu nes campes nuétches baxu 'l paxiétchu d'estrellas, qu'acobertorién lus érus de moyadas alboriadas, ou cundu 'l tempu trastola, ya baxan prietes borrinas xemandu las orbayadas, que fartucaben al vátche que comu xardín divinu per les argutóuxes cumes yera curiáu en muriada. —Nisti vátchiquin d'enxuenu que mil nomes xin chevara, mal nomáu xamás cheldara, perque mil vátches semexus a miou Melgueirina Asturies per tous lus lláus l'engalanan. Isti vátche yera un xardín que xempre verdi lu taba, lu mesmu nel plenu envernu que nel branu magosteiru, dou embruxantes aldines per uquiera lu poblaban, de xentes fortes ya bravas, que fellices trabayaban, disdi que el sol allumbraba, fasta que la nuétche prieta nun dexaba güétchar nagua. —Sous erus daben lu mesmu 'l perexil que l'escanda, lus arbeyinus de Mayu, ya tou la clás de ximiente qu'el llabrador la xemara. Nus sous teixus tou la fame taba d'afechu xebrada. —Allindiaben sous rebañus d'uveyes, vaques, ya yegues, que nus préus, ou nas brañadas pastiaben yerbes mu sanas. Nuna 'ldina d'isti vátche fae mamplenaú d'anus, fexu rellumbru ista hestoria que l'uréei cundu guaxe de chingua d'un bon vaqueiru que tamén él l'ureáre. —Ista cheyenda ou hestoria que ches cuntu you nagora, fói fecha per el amore, 'l xufrimientu ya la chárima, ya per oitres munches couxes qu'allumbra l'alma humana. —Yera Rouxina tan pura, tan ñatural ya melgueira, tan fermóuxa ya ben cheldá que nin el mesmu Faidor oitra mexor n'encaldara. Yera fía d'una viuda de rancuayina llabranza, qu'ente les dous trabayaben, con la gavita l'aldina, que toes sous xentes con gociu l'apurríen cundun cuadraba. Perque Rouxina yera dalgu que embruxaba y encantaba, que semaba l'allegría per uquier qu'espatuxara, Rouxina xegún les xentes yera un anxelín del ciellu, tan roxiquina y a guapina comu las divinas xanas. —Sous güétchus yeran mesterius qu'al mirar tou l'embruxaban, l'allumbraben d'allegríes, l'alleraben d'esperancias, l'aviñonaben pel gociu qu'en sou alma fogueiraba. Sous güétchus faían falugus, apurriendu mil promexas xin écha falar pallabra. Tous lus mozus d'aquel vátche taben ameruxáus d'amore per la melgueira Rouxina, pos tóus ca cual per xigu, cuntábenxe ben queríus per la melgueirina xana. —Cundu chegaben les romeríes naquel vátche d’énxuenu, toes les xentes dexaben lous trabayus, y'apaxiétchaes con sous gales de festa, diben allegres ya fellices con xantificanti respeutu, a festexar al sou Xantu ou Xantina que tou 'l añu le reizaban, rogándoyes que sous femes nun mal partu nun bétcharan ou que lus chobus ya 'l oxu nun chuquinaren sous vaques, sous uvées ou cheguadas, ou qu'el tempu vena bonu p'el maíz ya las patacas, ya cundu 'l mes de la yerbe nun choviere nin orbayara, pa poder metela bona nus payares ya nas baras, axín como oitres couxes que a sous Xantus pigüeñaban. —Ya trés lus reizus al Xantu ou a la Vírxen qu'aduraban, tóus diben pa sous teixus en hermaná fellizada, y'enzulaben el banquete que faíen col cordeiru mexor de la sou teixada, ya oitres guixus ya llambicus, que pa tal chelda forniaban. —Ya despós de tous fartus e achegres en romaurada, colaben pa la campeira dou lus múxicus gaitaban, ya tóus xemáus de diches con alegría danciaban lu mesmu la xente viétcha qu'angunes xotes danciaba, que la xuventú enteira que de baítchar n'adondaban, xempre xuníus nel dexéu de la querencia qu’embruxa l 'amore que ca cual cata, mái nus mozus que nes móuces pos ístas son mái recatas, perque la fema que pirdi la sou gonra endenantes de qu'el cura la caxara, cheva cuaxigu la duda de ser muyer fellizada. (Bona dote tenes fía, que yes fermóxa e gonrada, 'l díe que pirdas la gonra si nun yes muyer caxada, tou dote nun val pa nagua). Axin falaben les maes tous lus díes a sous fías, enus tempus d'endenantes, cundu la mútcher namái que yera 'l ama en sou teixu cundu 'l sou home nun taba. Peru güéi que la muyer ye 'l xuez que chelda les lleyes, ou 'l guardia que t'encarxela, ou 'l aboguéu falancieru que la xusticia simielga ou 'l fiscal endiañáu que t'achuquina xin pena, falu you que la mútcher güéi poucu estima sou gonra, sou embruxu mesterióxu, sou divinidá grorióuxa, sou ser má del mesmu Cristu, sou ser mantina e fermóuxa. —Ya coyendu la güítcha p'afalar denuéu continu ista hestoria ou cheyenda, falu qu'achí naquel baítche, tous lus mozus faíen dance p'eñamorar a Rouxina, tóus lampriáus nel esgolazu queríen xorber nus sous güétchus el embruxu qu'allumbraben, d'angunus envallentáus falábenle mu xellín que taben per écha llocus, peru Rouxina xonrienti a dalgún sou xi ches daba, ya ñocenti comu ‘n ánxel con sous embruxantes güeyus ya sou melgueira falancia, per xemexu afalagaba, engolguiéndulus nun fuéu que mái sou amore queimaba. —E anxín con tóus per lu mesmu, danciaba ya se reyía, falaba ya canturriaba, ya sous güeyus mesterióxus l’amor per uquier xemaban. TRADUCCIÓN.— (LA HISTORIA DE SANTA ROSA). Rodeado por altas cumbres, que hasta las mismas nubes con gallardía se estiraban, para beber de ellas en los inviernos las nieves y en los veranos las aguas, bien por mediación de nieblas o de ricas escarchadas, o de lluvias que sin tino cuando los cielos tronaban y la centella o el rayo como la luz caminaba, y las nubes se rompían en torrentes de riadas. O cuando en las noches claras bajo el manto de estrellas, que cubrían todos los campos mojados por la alborada, que tal hartaba a todo el valle, que como jardín divino, por las altas montañas era cuidado por sus naturales murallas. —En este valle de ensueño, que mil nombres si llevara mal llamado jamás fuera, porque mil valles divinos, parecidos este ensueño, en mi Dulce Tierrina por todos sus lados la engalanan. —Este valle era un jardín que siempre verde lo estaba, lo mismo en el pleno invierno, que en el verano más caluroso, donde embrujadoras aldeas por todas partes poblaban, de gentes fuertes y bravas que felices trabajaban, desde que el sol salía, hasta que la oscura noche no dejaba ver ya nada. Sus tierras daban lo mismo el perejil que el trigo, que los guisantes tempranos, que cualquier clase de siembra que el labrador trabajara. En sus casas toda hambre del todo estaba apartada. —Las nobles y bravas gentes de aquel valle de ensueño, cuidaban a sus rebaños de ovejas, vacas y yeguas, que en los verdes prados, puertos, morteras u brañas, pastiaban abundantes y buenas hierbas. En una de las aldeas de este valle, hace muchos años se a alumbró esta historia, que yo escuché siendo niño, de boca de un buen vaqueiru, que también él la escuchara. —Esta leyenda o historia que yo les voy a contar ahora, fue nacida del amor del sufrimiento y la lagrima y de muchas otras cosas que alumbra el alma Humana. —Era la joven Rosina tan, pura y tan natural, tan dulce y tan hermosa, y también deseada estaba, que hasta el propío Hacedor otra mejor no creara. Era hija de una viuda de muy pequeña labranza, que entre las dos trabajaban, con la ayuda de las gentes de la aldea, que les prestaban cuando la necesitaban. Rosina era ése algo que embrujaba y encantaba, que sembraba la alegría por donde ella caminara. Rosina según las gentes, era un angelín del cielo, tan rubia y hermosa como las divinas Xanas. —Sus ojos eran misterio que al mirar todo lo embrujaba, alumbrando la alegría, repartiendo la esperanza, llenando a todos del gozo que en su alma se hornaba. Sus ojos hacían halagos prodigando las promesas sin ella decir palabra. Todos los mozos del valle estaban llenos de amor por la dulce y encantadora Rosina, y cada cual para si mismo ya se contaba amado por la preciosa diosa. —Cuando llega el tiempo de las fiestas o romerías en aquel valle de ensueño, todas sus gentes dejaban sus trabajos, y vestidos con sus mejores galas, iban alegres y felices, con santificado respeto, a festejar a su Santo o Santina, que en todo el año le rezara, rogándole que sus hembras tuvieran un buen parir, o que los lobos o el oso no matase a sus ganados, o que el tiempo viniese bueno para el maíz, y las patatas y que en el mes de recoger la hierba no lloviese ni lloviznara, para poder tener buena hierba en los pajares y las varas, así como muchas otras cosas que a sus santos les rogaban. Y tras de los rezos al Santo o a la Virgen que adoraban, todos se marchaban para sus casas en hermanada felicidad, y festejaban el banquete que hacían con los corderos mejores de sus rebaños, y otros guisos y confites que para tales fiestas se industriaban. —Y después de todos hartos y alegres en romería, se iban para la campa donde los músicos tocaban, y todos llenos le dichas con alegría danzaban, lo mismo las gentes viejas que algunas jotas bailaban, que toda la juventud que de danzar no casaba, siempre unida en el deseo, de la querencia que embruja, el amor que cada cual buscaba, más en los mozos que en las mozas, pues éstas son más recatas, porque la hembra que pierde su honra antes de ser casada, puede que jamás alcance la felicidad soñada. (Buen dote tienes hija mía, que eres hermosa y honrada, el día que pierdas tu honra sino eres mujer casada, tu dote no vale nada). Así hablaban las madres todos los días a sus hijas en los tiempos ya pasados, cuando la mujer sólo era el ama en su casa siempre que el hombre no estuviera. Pero hoy que la mujer es el juez que hace leyes o el guardia que te encarcela, o el abogado hablador que la justicia menea, o el fiscal endemoniado que te asesina sin pena, digo que hoy la mujer muy poco esta a su honra, su divinidad gloriosa, su ser la madre de Cristo, su ser querida y hermosa. —Y cogiendo la aguijada para arrear con tino esta leyenda o historia, les digo que en aquel valle de ensueño, todos los mozos, bailaban, reían, cantaban y todo cuanto hacían y pensaban iba encaminado para enamorar a la hermosa y divinizante Rosina, pues todos estaban hambrientos y sedientos hasta el enloquecimiento, por poder satisfacerse con las embrujantes miradas de sus misteriosos y encantadores ojos, algunos mozos más osados, le decían muy despacio y con grande veneración, que estaban enloquecidos de amor por ella. Pero Rosina sonriéndose siempre con su candidez acostumbrada, a ninguno le daba su sí, e inocente como un ángel, con sus embrujantes ojos y su dulce palabra, por igual a todos halagaba, envolviéndoles dentro de un embriagador y divino fuego en el que sólo su amor les quemaba. Y así con todos por igual, bailaba y se reía, hablaba y cantaba, y sus ojos misteriosos el puro e inocente amor por todas partes sembraba. "JUAN EL CURANDERO" —Era Juan hombre maduro sin llegar en esta edad a su total madurez, y era viejo en ser tan pobre como la propia vejez, pues no hay viejo que sea rico aunque más dineros tenga que el mundo que tener. Ya que el dinero en el viejo (y a esta edad yo he de llegar si la parca en mi camino no me siega mi querer, y quisiera me respeten como yo desde mi infancia con el anciano lo hacer) u otra riqueza que fués, sólo le sirve de abrigo, de tranquilidad tal vez, y para que todos sus deudos le mimen y les respeten, como el mejor de sus males para heredarle después. —Yo no se si me comprenden por no explicarme muy bien, yo no llamo viejo al tiempo, porque el tiempo viejo no es, yo llamo anciano a los seres que han perdido la alegría, la ilusión y el apetito, y cuando esto se pierde el más joven viejo es. —Digo yo que me han contado, que Juan no tenía riquezas, y que vivía solitario en una humilde cabaña que él mismo se fabricara, era hijo de aquel valle, dónde sus padres un día tuvieran buena labranza, pero siendo él un niño que apenas lo recordar, vendieron toda la hacienda y se fueron a ultramar. Y en aquellas tierras ricas al otro lado del mar, Juan conoció la fortuna que del trabajo sus padres la pudieron enfornar (hornar), también conoció el amor, y la alegría de vivirlo con el placer que él te dar, pero el vicio de las drogas que a otros muchos te empujar, le hicieron perder su suerte y en la desgracia rodar, y esta negra desventura al presidio le llevar, de dónde salió tan pobre de riquezas y de honor, que en él ya nadie confiar. —Desesperado y mendigo, sin familia y sin hogar, Juan regreso a su Tierrina, al valle que había nacido, y a las argutas montañas que con recelo le guardar, y una vez en el lugar dónde él al mundo llegar, en terreno comunal edifico su cabaña, y tras ella hizo una huerta que con sapienza cuidar, dónde florecía la planta que tras bien elaborada él con placer la fumaba y del mundo se olvidar. —Juan vivía de la caza, de la pesca de ser hombre de mente despierta a ultranza, y quizás bien educada en el delicado oficio de curar la enfermedad, pues él sanaba a las gentes con sus potingues y ungüentos industriados con las plantas que en el monte él arrancar, así aliviaba el reuma, los catarros y otros males, que el médico no sanar. Muchas veces sus palabras sabias por bien atinadas, hacían más bien al enfermo, que el doctor y su receta, que a parte de ser muy cara, raras veces era eficaz. —Juan era un astur de casta, de estatura premediada, de rostro agradable y firme, con nariz recta y holgada, de boca que sonreía aunque palabra no hablara, de ojos tristes y avispados, del color de la esmeralda, sus cabellos eran negros para contraste de raza, y su caminar sereno tranquilidad sin par, le daban el firme aire de poder y libertad. Juan practicaba la industria de curar la enfermedad no cobrando jamás nada, pero todos le ofrendaban mucho más que si cobrara, quizás fuese porque Juan, era hombre que las gentes le querían, le admiraban y le honraban. —Una tarde estaba Juan sentado frente a su casa, que alejada de la aldea en solitario se alzaba, silencioso y cabizbajo no viendo que le observaban, Juan cavilaba en silencio, o tal vez feliz lo fuera y en nada quizás pensara. Más de pronto alguien le dijo con voz cristalina y clara, como las aguas que nacen en las fragosas montañas, con voz cantarina y brava, como la que hace el malvís en la libertad del campo, dueño y señor de su ente, no siendo esclavo de nada, con voz mansa y adulzada, como la que hace la hembra, cuando a su amado le invita, o a su cachorro le halaga, con voz cálida e inocente, como los rayos del sol que dan vida a todo ser, sin preguntar si hay algunos que no merecen tal gala con voz que era un embrujo, para cualquier ser viviente que su música escuchara: —¡Señor Juan! ¿Se encuentra enfermo, o tal vez tiene tristezas que le infelizan su alma? —Juan levantó su mirada, y allí en mitad del camino Rosina le reparaba, con sus candorosos ojos y una divina sonrisa que en sus boca bailoteaba. —¡No preciosa soy feliz, no tengo en pobreza nada, que me fabrique el dolor, ni el odio ni la venganza, ni el egoísmo maligno, ni una ilusión desquiciada! —¡Soy feliz porque soy rico, al saber que no poseo querella de hacienda vana, tengo comida y cobijo, vecinos que bien me quieren y muy tranquila mi alma. —¿Puedo sentarme a tu lado a charlar si tiene gracia...? —¡Tengo la gracia del cielo, cuando hasta mi lado llega, la hermosura más preciada por la inocencia guiada! —¡Puedes Rosina si quieres hacer cuanto a ti te plazca! —¡Señor Juan, yo soy curiosa, como mujer bien pagada, cuentan en la aldea cosas de usted y ninguna mala, pero yo quiero saber esa tristeza que tienen sus ojos que ahora me halagan, ese no querer tener, cuando todos en la vida, por el poseer se afanan! —¡No están tristes mis pupilas, ya que en verdad son dichosas, tal vez se encuentran cansadas, por el placer tan inmenso que en todo momento gozan! —¿Cómo es posible señor, que estando sólo en su choza con agranda *** ***y de todas sus bondades, y ocasiones hubo muchas en que estándome yo sola he pensado en bien amarle. Señor Juan, nunca me quite de este placer que yo siento al poder acariciarle, al poder amarle tanto, como no he podido amar, nada más que a la mi madre! — Juan dominando el deseo que su espíritu sentía, de sus sentidos dislocos perdidos en el placer del vicio que da la carne, pudo un tiempo detener prisioneros tales naturales males, pero al fin incontrolable, besó a Rosina en sus ojos que eran maravillas tales, con el ardor de la quema controlada y sin desmanes, y acariciando su rostro con hermosura pureza del más escogido ángel, le dijo ya emocionado despreciando sus maldades: —¡No sé si el cielo me premia dándome cariños tales, o si me pide un calvario que en duda pongo en llevarle, sólo sé Rosina hermosa, princesa maravillosa con designios celestiales, que en mí hallarás tú siempre cuanto tenga y pueda darte, puedes venir a mi casa siempre que el querer te llame, mi puerta no tiene llave ni para ti, ni tampoco para nadie! —¡Señor Juan, soy tan dichosa que mi pecho se me abre, y por él se me desbordan todo un Firmamento lleno de gozosas alegrías, porque no tienen cabida en mi alma que las hace! —Juan de nuevo acarició aquel ángel tentador, y sin poder contenerse aunque luchó con ardor, sus labios fueron directos aquella rosa encarnada, que era su boca preñada de virginidad y amor. Y lejos de ser esquiva a tan bacanal caricia que se enredaba en el beso que en sus labios se prendió y aquella fuente de gozo, de un deseo incontrolable de un embrujo tentador, respondió al beso en medida que el beso que recibió, y rauda salió corriendo envuelta en gloriosa dicha, con marcado rubor, le dijo adiós con su mano, hacia su aldea marchó. —Juan quedó sólo y maltrecho por el placer el dolor, sin llegar a comprender, que tanta inocencia pura, tanta hermosura y candor, pudieran vivir tan juntas en natural parangón, y darle a él tanta dicha, como carga de dolor. "LA MUERTE DE JUAN" —Fue condena para Juan imposible de vencer, aquel fuego que prendió Rosina en su corazón, era un veneno de infierno que le empujaba al placer, y no al honrado sendero de querer a la inocente como el padre que no ser. —¿O quizás es el demonio ese ángel celestial que en figura de Rosina a mí me vino a tentar, el inocente soy yo que en la inocencia fiar? —Ella se dejó halagar, yo con pasión la besé, y busqué en sus labios puros no el cariño paternal, sino el deseo carnal que en todo Humano se encuentra, como dios del placer, muchas ocasiones hay que ni el más santo barón, ni la más casta mujer son capaces de frenar y violan la castidad en su vida alguna vez. Si a este extremo llegan ellos, ¿qué podré yo hacer que soy un vicioso por demás de la droga y el placer? —Y ella se dejó halagar, y con su candorosa inocencia despertó en mí otra vez, las locas ansias de amar, que dormidas las tenía pensando que nunca más volverían a despertar, puede que ella sin querer me incitara en la pasión, por eso yo la besé, y busqué en sus labios rojos fontana de gran placer, apagar mi sed de amor, y cuando tal degustaba pude y en ella yo notar, que respondía a tal goce no con querer paternal, sino con ansias de amar, y al igual que yo gozar. Y sus pechos prominentes recios por virginidad, he visto que se alteraban sacudidos por el goce que al largo beso arrancar. Y sus ojos hechiceros brillantes como luceros cuando el alba se acercar, he visto que se cerraban extraviados y sumidos, como buscando en su mente un acomodo gustoso del placer desconocido que ella aún no degustar. —¡Más que digo! ¡Estoy demente! —¡Cómo piensan mis sentidos cosas tan bajas y ruines de una virgen inocente que como a padre me amar! —¡Santo cielo, estoy perdido dentro de este fuego ciego que sin mudanza ninguna, me conduce con fiereza al desbordado deseo, de una pasión tan demente que me roba mi sosiego, y que me empuja insolente al pensamiento más bajo que mi mente fabricar! —¡Qué feliz era yo antes en este mi bello valle, dónde desde lejos vine con el propósito firme de hallar la tranquilidad fundiéndome con la paz, que tanto necesitaba mi alma ya emponzoñada por tanto el cuerpo gozar! —¡He de marcharme del valle mañana a lo más tardar, he de huir de esta pasión que a velocidad del rayo me roba sin contenerla, el tesoro más preciado que era mi tranquilidad. He de alejarme si quiero que mi deseo carnal, consumado no se vuelva con la fiereza bestial que en afán pone la fiera cuando el hambre la devora, y para calmarla mata al inocente cordero criatura celestial, que muere en la fiera garra sin pronunciar un sollozo, como morirá la honra de la inocente Rosina, para calmar el Placer que en mi alma dislocado aspira al rico bocado de su hermoso virginal! —Ya la tarde caminaba en pos de la oscuridad, que ensombrecida en el valle hacia sus cumbres se alzar, Juan se adentró en su cabaña casi enfermo por la fuerza que había gastado en pensar, queriendo sepultarse dónde ni el mismo se hallar, para olvidar el tormento de la más grande pasión que en su vida le tentar, por eso, con sus hierbas drogadizas y otros diversos potingues que él sabía preparar, mezclados con miel y caña, en una olla con agua al mor del fuego aliñar, y cuando en su punto estuvo aquella droga fatal, se acostó en su ruin camastro y a tragos largos y ralos con gusto se la libar, para apagar en su mente su pensamiento encendido que en la Rosina quemar. —Tiempo hacía que la noche del valle ya se adueñar, cuando sintió que en su puerta alguien la abría y entrar, en el interior del cuarto con voz candorosa y suave en murmullo cariñoso que al de la gloria apariar, le decían con misterio que le pareció que era su mente que trasvolada al ente que le tentaba, de él se quería también por doble puerto mofar: —¡Señor Juan! ¿Está dormido...? —A la luz del mal candil que iluminaba la alcoba, con destellos que bailaban en las borronosas sombras, dándoles casi una vida que a más claridad no hallar, Juan vio a Rosina sonriente, entre azorada gozosa, e incorporándose presto en su catre empobrecido, preguntole preocupado aunque alegre por pensar, que en su sino escrito estaba que aquella virgen doncella sólo venía a buscar, el aplacar su pasión con la que a él le atenazar: —¿Cómo se atreves princesa, ángel hermoso del cielo, criatura primorosa, diosa de mis desvelos, ruina de mis desventuras, soberana de mi cielo, cómo te osas Rosina, encantadora xanina, que has embrujado mi alma con tu amor que al ser divino yo como mortal no espero, cómo te atreves te digo, en venir desde la aldea, sólo y en noche sombría, hasta esta casa malvada, dónde mora tu deshonra yvive mi desespero? —¡Señor Juan, no pude, y juro que lo intente con denuedo, pues algo, si que no comprendo, una fuerza misteriosa que me traspasaba el alma, entre alegre y pesarosa, entre dichosa gozosa, repugnante y vergonzosa, una pasión tan profunda que al ser salvaje es sincera, una poderosa magia que al ser divina es misterio, me obligó sin yo oponerme, a que dejase mi casa muy despacio en silencio, me trajo a su presencia, y aquí estoy porque le quiero! —Juan con tristeza profunda y alegría en alto cielo, con pasión que se apagaba y en amor ardía fiero, asió la infusión de droga y bebió con el consuelo, de ver abierta a la postre la puerta de su gran cielo. Cogió Rosina la olla de entre las manos de Juan, que no hizo ni un amago para impedir que ingiriera de aquella su medecina que le aploacaba sus penas y con su sonrisa hermosa, inocente y candorosa, bebió Rosina con gozo la caramelosa droga, tras beber un largo sorbo, siguió sonriendo feliz, a la par que se acostaba en el catre a par de Juan, y con sus palabras dulces y sus manos primordiosas, caricias sembraba en Juan a la par que le decía: —¡Algo tiene esta bebida que de alegría me llenar, algo que sabe tan dulce como la miel en panal, algo que enciende mi alma y en el aire me hace andar, tal parece que soy ángel con alas en mis espaldas que me permiten volar! —¡Señor Juan, mi Juan querido, siente un calor en mi cuerpo y la ropa me estorbar, voy a quedarme en porricas (desnuda) para contigo gozar, soy feliz mi Juan querido, tanto que dudo en el mundo, un ser con más dicha y gozo, como yo no sé si habra! —Y así entre besos y abrazos, caricias, risas y juegos, en aquel renqueante catre sucio y pobre por demás, Rosina la candorosa, la inocente virgen pura, perdió su honra gozosa, conociendo jubilosa un placer que no soñar, perdió su casta inocente y a cambio ganó dichosa, saborear felicidad. —Toda la noche fue fiesta de besos que se perdían sumidos en el placer, de caricias de halagos, que hasta las puertas abiertas de su honra destrozada, llegaban en oleadas, sin jamás desfallecer. —Y así amándose ciegos sin pensar en el después, cantó el malvís su tonada y llegó el amanecer. —Fue entonces cuando extenuados de tanto amor y placer, fundidos en el abrazo que sólo el querer saber, se perdieron en el sueño feliz y de pesadez, que a los cuerpos adormece después de beber placer. —Se alarmó por la mañana la aldea que despertaba aprestándose al trabajo como cada día hacer. Se alarmó por los lamentos, llantos y gran desespero, que la madre de Rosina con grande pena lo hacer. —Puesto el pueblo sobre aviso, pronto cundió en todo el valle la noticia ya agrandada del dolor que acontecer. —Unos decían con pena, que tal vez fuera raptada por alguien que la querer. —Viejas hubo que dijeron porque que en misterios creer, que Rosina no era criatura humana, sino que era una Xana, y con ellas a sus fuentes otra vez querer volver. —Todas las gentes del valle la llamaban y buscaban, por los montes y praderas, por las ubérrimas cumbres dónde el utre (el águila) campaba, por las abexías (húmedas sombreadas) y abruptas fondigonás (hondonadas), por las veiras del regueiru (orillas del torrente), que cruzaba sulfuro la rica verde vallada, y todos con desespero perdían ya la esperanza de poder jamás toparla, y ya casi se creían, que Rosina era una Xana que a sus fuentes retornara. —Alguien llegó a la cabaña del bienhechor curandero, la vio abierta y solitaria, llamó a Juan con fuerte voz, y al ver que no contestaba, dentro de su casa entró. —Y allí, en el catre humilde del magnánimo señor, juntos y muy abrazados, sumidos en dulce sueño, Juan y Rosina dormían sin despertar a su voz. —Salió raudo de la casa quién el primero los vio, y a gritos dijo en la aldea dónde Rosina se hallaba y nadie se lo creyó. —Pero al afirmarlo fiero, y rogar que le siguieran, todos corrieron tras él, y entraron en la cabaña, y vieron a los amantes durmientes y entrelazados cual si fuesen uno dos. —Asustados los vecinos al ver lo que no creyeran aunque jurasen por Dios, zarandearon los dormidos, con rabia, odio y furor, y despertose Rosina, pero Juan no despertó. —No se alteró la Rosina, ni menos se levantó, halagó el pelo de Juan, con cariño le besó, y les dijo a sus vecinos con voz preñada de ira, de desprecio y de valor: —¡Dejazle dormir tranquilo, que vuestras horrendas voces no perturben a mi amor, y marcharos de mi presencia, pues no volveré a la aldea, ya que mi casa está aquí, porque desde hoy ya soy, ante Dios que es el que importa, la fiel esposa de Juan, al que le entregué mi honra y todo mi corazón! —Fue la madre de Rosina herida en su sentimiento con vergüenza con fuerza enloquecida por deshonra tan atróz, la que asiendo a Juan con envilecido furor, del catre al suelo tiró y allí en el suelo empobrecido, del miserable cuartucho, todos juntos comprobaron sumidos en un terror, que de miedo confudiólos al presenciar con pavor, que Juan seguía dormido, y en sus labios florecía una sonrisa feliz, que la muerte por la dicha al matarle le dejó. —¡Está muerto! ¡Le has matado! Dijeron aquellas gentes mirándola despavoridos, como si Rosina fuera demonio exterminador, como si aquella muchacha que siempre del pueblo tuvo el cariño y el halago, el aprecio más pagado, y el amor de los rapazus (mozos) que por ella suspiraban con buen querer e ilusión, cómo si aquella preciosa y angelical criatura que desde niña alegrara con sus cantes y sonrisas, galanuras y prestancias, sencillas y naturales, ausentes de vanidas y de hipócritas maldades, los vivires, y quehaceres de las gentes de aquel valle, de pronto se convirtiera en lo mas sucio y maldito que a un humano le caver. —¡Bruja del demonio eres Xana de gran maldición! —Dijeron algunas gentes con el odio retratado en sus ojos y audición —¡Has venido a esta cabaña tan sólo con la intención de asesinar a este hombre, que era nuestro curador y un santo de bendición! —Levantóse de aquel catre Rosina sin el pudor, y en porricas (desnuda) como estaba, con el cuerpo más perfecto que jamás la tierra dio, abrazose a Juan llorando entre gritos lastimeros tan cargados de dolor, que doblegarían en pena a otras gentes que no fueran sus vecinos que la odiaban, y con desprecio la miraban, con repugnancia y con terror. —¡Fostes vuexotrus baldrietchus, gafuróuxus achuquinus (fuisteis vosotros cobardes, despiadados asesinos), hijos de satan malditos, los que matasteis a Juan mientras que dormía yo, un sueño que no era sueño, sino gloria del Señor! —Gritóles Rosina airada, fuera de sí dislocada, transfigurado su rostro por tan inmenso dolor. —¡Yo pido al Señor del Cielo, o al rey del infierno fiero, que sobre vosotros baje poderosa maldición, que os quite la alegría, la paz y prosperidad por asesinos que sois! —Al día siguiente en el valle fue enterrado el pobre Juan, llorando sin ver consuelo, tras el féretro entablado Rosina le acompañaba hasta la dura morada dónde su cuerpo sin vida sería pasto de la tierra, porque de ella nació. —Con Juan se fue de Rosina la alegría alborozada, el brillo de su mirada cautivadora de amor, su virginidad gozada, sus sonrisas primordiosas que de ángel eran canción, su inocencia candorosa su felicidad dichosa, gozada en el mismo día que su honra se esfumo. —Más de dos meses Rosina en su lecho desesperada enferma de amor vivió, y casi su muerte halló por la pena que sufrió. —Cuando al fin salió del mal y a su cotidiana vida de trabajo retornó, lo hizo ilusionada de renaciente alegría, al saber que en sus entrañas un hijo estaba creciendo fruto de su gran amor. —Fue su vida desde entonces en aquel valle querido, la condena del infierno o un castigo del Señor. —Ella que siempre había sido la hermosura y la canción, la alegría y la sonrisa, la ilusión de tantos mozos que deseaban su amor, la inocente virgen pura sin orgullo ni obsesión, era ahora por sus gentes despreciada con horror, insultada muchas veces con ofensivas mentiras, dónde la airada venganza de la envidia recogió. Hasta los mozos que antes la trataban con cariño y marcada veneración, ahora la repudiaban, y con socarronas risas le lanzaban sucias sátiras, y la nomaban Paraxa (nombraban puta) con la misma asiduidad, que antes le decían bonita en cualquier otra ocasión. —Algunas viejas había que con sutil agudeza que en el aldeano es primor, sembraban entre las gentes el veneno acusador, con frases tan bien urdidas de historias que antiguas son, que Rosina era una Xana, que sólo traería al valle desgracias y males tales, que mejor era apredrearla y arrancarle de su cuerpo su vida de maldición. ALUMBRAMIENTO, MUERTE Y SANTIDAD DE ROSINA —En el culminante estado de su amada gestación, Rosina aquella mañana fue con sus vacas al prado, y allí en el raso campo a la luz clara del sol, se puso enferma de parto, y entre la hierba rosada a dar a luz se acostó. —La alegría acariciada que tanto tiempo esperaba, semilla que iba a nacer fruto de su gran amor, se tornaba por momentos en acuciante dolor, que le hacía revolcarse entre la crecida hierba, entre gritos lastimeros que le arañaban la entraña, porque su hijo quería ver la claridad del sol. —Ella sola en pleno campo, sin que nadie le ayudara, ni menos la consolara ni con palabras ni hechos, sin que una mano piadosa l'enxugara (le secara) los sudores que el dolor los hacía crecer, ella sola a lo salvaje, como siempre había vivido con natural sencillez, como si fuera una fiera con el dolor de mujer, estaba alumbrando un hijo, con la natural manera que en su día lo supo hacer. —El esfuerzo agobiador y el dolor desgarrador que sufriera al alumbrarlo, la privaron del sentido durante ignorado rato, y así el infante gritaba en la soledad del campo, mientras que era lamido con cariño casi humano, por Petra la perra loba, que con su ama la Xana apacentaba el ganado. —Desde las altivas cumbres dónde el águila vigila, con sus ojos encendidos de rapidez desmedida, y precisión ajustada a sus ansias de asesina, la soberana del aire había visto la muchacha, entre las hierbas tendida cual si muerta se encontrara, y al pequeño dando gritos, aunque Petra, cariñosa con maternidad lamiera, cual si su cachorro fuera, no el hijo de su ama. —Sanguinaria y despiadada vio la reina de las cumbres en el infante un festín, de sabrosa carne humana, y bajando de los cielos con sus alas replegadas y la rapidez del rayo cuando del trueno se escapa, arrancó en vuelo rasante de entre las fauces del perro que en el momento cuidaba con desmedido cariño al instante que hacia el cielo el águila se elevaba. —Lamentos que daba el niño entre las feroces garras de águila desalmada, mientras que la fiera alada sin piedad entre sus uñas al instante asesinaba. —Ladridos de grande pena que la perra noble y buena más humana que animal enloquecida hacia el cielo con fiera rabia lanzar, mientras que chillando alegre la reina de las montañas majestuosa planear, para llegar a su nido que colgado en el abismo del inaccesible risco, iba a ser mudo testigo, del ángel que en un festín, un águila devorar. —Al fin la pobre Rosina del olvido del desmayo a la razón retornar, y recorrió con anhelo de una alegría sin par, que había alumbrado a su hijo, y rauda miró angustiada en que lugar se encontrar. —Vio a la noble perra entre la hierba acostada que quejidos murmuraba cual si culpada lo estar, vio su razón desatada ensenderada en camino que a la demencia guiar, si no encontraba a su hijo que ella sabía que alumbrar. —Pero no... pudo hallarle, ni ya nadie le encontrar, porque aquella fiera alada un festín con él se dar. Su dolor al más medrado, su penar crecido al más, hicieron de ella el demente que sin perder la razón como loco se portar. Clavó sus hermosos ojos en el Infinito cielo, y con llanto desgarrado por mil lágrimas regado que las fuentes del dolor desmandadas en riada todo su ser anegar, reclamaba su justicia al Señor que así le hablar: —¿Dónde mi hijo se fue si en mi entraña ya no estar? —¿Dónde Hacedor Poderoso con tantos ojos que tienes que todo lo escudriñar, dónde mi hijo se fue, que ladrón me lo robar? —¡Yo le he visto aquí nacido, sano y fuerte cuando Tú mi sentido me quitar. —¡Dime Señor te lo ruego, y a cambio mi vida entera ahora mismo te entregar, dentro de atroz sufrimiento que inventado aún no estar!, ¿que malvado despiadado a mi hijo me robar? —¡Vamos Señor que no oigo tu Divina voz hablar! —¡Dime si mudo lo eres al menos con una seña dónde mi hijo morar! —¡Despierta Señor del Cielo, si es que dormido lo estás, y busca a mi hijo pronto que sino se morirá! —¡Oh Señor ya te comprendo, no me quieres ayudar, porque a nadie Tú le ayudas mientras que vivo lo estar! —¿Oh acaso soy yo la Xana que en las fontanas morar, y estoy viviendo un sueño que no es mi realidad? —¡Si así es mi creador, el sueño es mi verdad! —Revolcándose en la hierba que su drama presenciar, prisionera del dolor, que descanso ni sosiego, ni un instante le dar, ahogándose en las lágrimas, que de sus ojos brotar, la desgraciada parida horrendos gritos lanzaba, que en el aire se perdían fusionados y apagados en distancia, por el cante del malvís, el jilguero y la calandria, por el rumor de las aguas que felices y hermanadas, el bullicioso torrente hasta la mar las llevaba. Por la canción tan pareja que hace el grillo y la cigarra. Por el graznar de los cuervos y del águila malvada. Por la brisa cariñosa que acaricia oxiginada, los foyajes que orquestean músicas en la arbolada. —Solo Petra su fiel perra con sentimientos de humana, traspasada por la pena, acaricieba lamiendo las lágrimas de su ama, ella si podía decirle si su lengua en voz montara, que taimada criatura a su hijo devorara. —Más de pronto la Rosina, cómo si un demonio fiero en su alma se albergara, dándole vida a una idea que un dolor más encendido por ver clara su desgracia de sus sentidos saltara, con los ojos extraviados por la furia en tal creada, se levantó envenenada con ardor de herida fiera, y asiendo a su noble perra con sus manos encrispadas dirigidas por el odio de su razón desquiciada, apretóla por el cuello con el ansia de matarla, mientras que con voz rabiada gritaba desaforada: —¡Fuiste tu perra maldita la que mataste a mi hijo, la que con placer de averno hiciste de él un festín devorándome mi entraña, fuiste tu asqueroso bicho traicionero y carnicero, la que se comió a mi hijo mientras que yo avasallada por el dolor más profundo fuera de razón estaba! —¡Pero ahora morirás en mis manos desgraciada, y te rajeré tu vientre, y en pequeños pedacitos que enloqueceran mi alma, sacaré de él a mi hijo, aunque no sea nada más que para poder mirar los despojos de mi entraña! —Fuerte y grande era Petra la perra humanizada, que al verse tan maltratada por su ama desquiciada, luchó con fiereza noble librándose del dogal que en su cuello aprisionaba, logrando huir con lamentos hacia la aldea alejada. —Trás ella como una loca, llena de sangre y airada, con sus cabellos revueltos al viento que acariciaba, y sus ojos extraviados dónde la furia brillaba, acusando con palabras de maldición anegadas a su perra endemoniada, entró la moza parida en su aldea enloquecida, y los vecinos al verla en facha tan desastrada, lejos de apenarse de ella, los malditos la injuriaban, y la siguieron gozosos sonrientes en algarada, hasta llegar a la casa dónde Rosina moraba. —Y allí la vieron salvaje como la fiera rabiada, maltratar con una furia que de el tigre era copiada, a la Petra su fiel perra, que aunque comprendiera todo y sin poder decir nada, asustada y encogida miraba entre lamentos a su ama trastornada. —¡No te escaparás ahora de mi venganza malvada, bestia satánica y ruina, peor que tu hermano el lobo de donde has sido encarnada, tú has devorado a mi hijo, y yo te arrancaré tu alma! —¡Mientes bruja fuiste tú, la que vil muerte le diste igual que has hecho con Juan, y harás desgracias sin par en el valle mientras vivas, porque eres la Xana mala, qu’encaldas (que haces) calamidades, sin darnos ninguna dicha, por eso vas a morir ahora mismo por maldita! —Dijo una vieja rabiosa a la par que una pedrada le lanzó contra su cuerpo. Otras personas con saña a la vieja secundaron. Y así la Xana Rosina, la muchacha más hermosa que jamás criara el valle, la de mejor sentimientos, la de más puras maneras y naturales virtudes, moría a manos de sus gentes, apredreada y despreciada, tratada como una bruja, que sólo sembraba el mal. —Y Rosina no había sido nada más que un ángel bueno, que supo amar y vivir dentro de la libertad, tan natural y sencilla como la vida que crece en rico o pobre lugar, Rosina con ser antigua, siempre moderna será, como las mozas de hoy, si alguna sabe de veras lo que es la libertad, no el anárquico vivir que a su gusto se inventar. —Justamente el mismo día que sus malvados vecinos a la Xana asesinar, una peste pobló el valle, y’achegaba en fechura de morrinas, que dexaba a lus teixus ya les cortes, enxemaus de prexones y’animales, en fechura de cadarmus que fedíen, como guelen les morrines enus branus. (Y llegaba en hechura de mortandades, que dejaba a las casas y a los establos, sembrados de personas y animales, en forma de cadáveres que olían, como suelen hacerlo los cuerpos muertos abandonados en los campos con las calores de los veranos). —No fueron tardas las gentes de aquel próspero valle, en darse cuenta de que aquella calamidad que les rodeaba en forma de muerte, de dolor y de otros males, era un merecido castigo que el Cielo les enviaba, por haber dado muerte tan injustamente a la Xana Rosina, que era la criatura más deliciosa y buena que había nacido para bien de todos en el valle. —Pronto comprendieron todos al hacer memoria, que durante el tiempo que la melgueira Rosina había vivido junto a ellos, solo felicidad, alegría y bienestar habían gozado siempre, sólo desde el momento que tan vilmente la habían asesinado, sobre todos ellos desencadenárase la peor de las desdichas, tal parecía que la peor de las maldiciones pesara sobre ellos, para hacerles pagar la horrenda muerte que le propinaran a la inocente Rosina. Por esto, todos en la intimidad de sus pensamientos en un principio, le rogaban fervorosamente a la Rosina que les perdonara el cuantiosísimo mal que le habían hecho, y luego ya más tarde, todo el valle ya convencido de que sólo Rosina podría salvarlos de aquella maligna peste que llevaba a sus vidas y diezmaba a sus ganados, se reunieron en comunal junta las seis aldeas que formaban el valle, y acordaron con el consejo del cura que el veía en aquella santoral industria un saneado negocio para su cuarexa (cartera), levantarle en el centro del valle con todo el apremio que fuera posible, una pequeña capilla, dónde se veneraría la imagen de Rosina con el Santo nombre de Santa Rosa, que sería siempre la soberana y fiel guardadora de todas las gentes y eros de aquel valle, dónde siempre había vivido con la felicidad y alegría de un ángel, y había sabido morir, con la entereza, resignación y valentía, con que suelen hacerlo los santos mártires. —Y fue cosa casual, o tal vez milagrosa, pues nadie a ciencia cierta sabe hasta dónde llegan los misterios que encierran a la Humanidad, la historia o leyenda fue que nada mas que dio comienzo la santoral obra, otra vez volvió a reinar en el valle la alegría y a felicidad, la prosperidad y el bienestar que siempre tuvo, que según el parecer de todos desde el mismo Jardín del Cielo, a todos por igual les enviaba Rouxina, la Melgueira ya embruxante xanina, que ellos un día tentados por el mismo demonio, la habían insultado, despreciado e inhumanamente asesinado. —Y así todos los años, en la misma fecha que la habían tan vilmente apedreado quitándole tal vilmente la vida, viejos y jóvenes, gozosos y felices, alegres y llenos de sana y recia fe, cantaban y bailaban lo mismo que solía hacer la Xana Rosina, y satisfechos de natural felicidad se divertían al lado de su encantadora ermita, festejando con suprema fe su Romería.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > freirus

  • 93 mozaqueta

    Mozaqueta, así se llama a la moza que no es ni buena moza ni tampoco muy guapa, etc., etc.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > mozaqueta

  • 94 nortionas

    Nortiones, así se dice a las personas amigas de vaguear por la aldea, llevadoras de cuentos y enredos, estas personas ni son apreciadas ni tampoco gozan de sanas simpatías.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > nortionas

  • 95 raxeru

    Raxeru, herramienta alargada con dos pequeños mangos uno a cada extremo que sirve para desbastar la madera, bien los madreñeros que principalmente la usan para rematar el pulimiento de sus madreñas, como también los goxeirus tienen el raxeiru como su principal herramienta, así como cualquier aldeano tiene en su teixá un raxeiru que usa desde hacer un arado de madera, hasta desbastar y afinar el mango de una fexoria, etc., etc. También se llama raxeru ou raxeiru a un palo por lo regular cilíndrico muy fino y derecho que se usa para pasarlo por encima a las medidas de cualquier cosa con el fin de que ni baya de más ni tampoco de menos. Un copín de maíz raxeiru, se le considera pequeño aunque tenga la justa medida. En mis queridas aldinas todas aquellas personas que usaban el raxeiru eran muy miserables.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > raxeru

  • 96 xabalín

    Xabalín, jabalí. —Nus tempus d'endenantes al falar de les xentes viétches de güéi nel díe, cundu les grandies ñeváes de lus enxenebráus envernus, baxaben lus xabalinus ya lus llobus fasta les mesmes portes de les teixáes de les aldines, ya en mamplenáus d'ucaxones achuquinaben a lus xabalinus a foizazus ou con l'azáu. Güéi ya nun peñeren lus ciellus aqueches neváes, nin aquechus enxenebráus fríus, tal paéz que la clime del tempu fou cheldánduxe mái callidu. TRADUCCIÓN.—En los tiempos pasados según el hablar de las gentes viejas de hoy en día, cuando las grandes nevadas de los helados y fríos inviernos, bajaban los jabalís y los lobos hasta las mismas puertas de las casas de la aldea, en muchas ocasiones solían matar las gentes a los jabalís con las hoces, con los hachos o con cualquier otra herramienta. Hoy ya no tamizan los cielos aquellas grandes nevadas, ni tampoco aquellos fríos intensos, tal parece que el clima del tiempo se ha vuelto mucho más cálido.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > xabalín

  • 97 xudas

    Xudas, Judas, discípulo de Xexús el Ñazareno, que al decir de las Sagradas escrituras ha vendido a su Maestro, dando pie su comportamiento a que su nombre pasase a la historia como el más taimado y despreciable traidor. —Pero siempre según mi manera de pensar y analizar las cosas desde el prisma que alumbra mi pensamiento, he llegado a la siguiente conclusión, que de segura para muchos, muchísimos ha de ser una burrica, o una locura sin el menor fundamento, pero desde luego para mí es lo más cerca de la verdad de aquel misterio, que le dio al Mundo su razón de estar y ser, dentro de la esperanza de alcanzar tras la muerte un mundo nuevo y justiciero. —Si no estoy equivocado, no existe en ningún archivo ningún documento que acredite que Judas sabía escribir, por lo tanto Judas era analfabeto, lo mismo que Xexús el Ñazarenu, así pues Maestro y discípulo no sabían ni leer ni escribir, mientras que algunos o casi todos los demás discípulos de Xexús si que sabían, por lo tanto, quienes en aquella época estaban dotados de esta cultura, debían de ser poderosamente gentes de marchada influencia. Yo pienso que Judas fue el primero que descubrió que Xexús era de verdad un poderoso dios, por lo tanto él no ignoraba que cada pensamiento suya era por su Maestro sabido en el momento que su mente lo alumbrara. Como me llevaría muchos folios en hacerles comprender mis pensamientos, en este poema, ya que es la diosa poesía la mejor manera de decir las cosas sin perder el tiempo, por el decirme del mismo Xexús, yo les comunico su mandamiento. “EL CANCIETCHEIRU DEL FAIDOR” “EL PORTERO DEL HACEDOR” —Xebróuxe una nuétche pel xuenu miou penxamentu miou envidayer fasta 'l Ciellu, e achí topéi na sou porta comu prinxipal porteiru, al Xudes qu'aquín se fala, vendiú a Xexús naquel Güertu. —Mi sorpresa fue tan grande al ver tan alto suceso, que Cristo que cerca estaba se acercó a mí con cariño, y me dijo lo que cuento: —No te extrañe mi poeta de humildad en tus haceres y de grandeza de sueños, de ver a mi hermano Judas en mi casa de portero, pues sepan todas las gentes por tu sencillez contado, que Judas analfabeto, como Yo también lo fui, nunca fue mi tesorero ni me vendió por dinero. —Ya que yo he sido tan pobre que jamás quiso la suerte en el tiempo que viví, de tener entre mis manos a la vez más de un denario. —Y tan corto tiempo estaba tal moneda en mi poder, que jamás en mi bolsillo yo la quise recoger. —Y quien dijese que yo tuve una vez tesorero, la verdad que no mintió, pues mi obra y mi trabajo yo la hice para el Pueblo, el Pueblo la recogió si supo ser tesorero. —...¡sé que en la Tierra me pintan cuando festejan las Pascuas, montado en humilde burro desperado la humildad. —Diles poeta sencillo con tus glosas naturales que mienten por apurarse en querer decir verdades. —Sólo cuando de pequeño, que acompañaba a mi padre el Patriarca San José, a trabajar las maderas en cien aldeas dispares, el me subía al pollino porque cansado lo estar, y yo presto me apeaba y le decía a mi padre, que el pobre asno era viejo y más que yo se cansaba. —Diles también que fue Judas, el primero en bien amar a su pueblo esclavizado por el Romano invasor. —Diles también que fue Judas hombre labriego y honrado, que trabajó como esclavo para el Cesar desalmado, que le robó el ser Humano al chuparle su sudor. —Cuenta al mundo mi poeta, prisionero y humillado, analfabeto en las letras pues como tú no habrá dos, que Judas fue el primer Hombre que como a Dios me trató. —Y por esto le he legado el grande honor que le di, de ser él quien me vendiera, porque el que en mi no creyera no podría venderme a MI. —Y no me vendió por dineros, como cuentan los letreros que describen mi ser Hombre que aseguran mi ser Dios, ni tampoco por venganzas ni taimadas intenciones, ya que Judas me quería sabiendo que Yo era dios, por esto jamás pensó en nada que fuese malo, porque Judas bien sabía que Todo lo sabía Yo. —El me vendió a los malvados buscando la libertad, con la muy Humana idea, de que a todos yo venciera, a que su inocencia hermosa y firme creencia en Mí, pensaba que Yo de un soplo libre dejaría su tierra del despiadado invasor. —¡...Pobre Judas...! —¡Sentí pena cuando le vi atormentado, no alcanzando a comprender como sabiéndome Dios, me dejaba atropellar por aquella lacra Humana que tenía que vencer. —¡...Lo que Judas no sabía es que así habría de ser...! —Durante todo el calvario que como Hombre sufrí, más que Yo, Judas Sufrió, pues cada látigo horrendo que mis carnes laceró, o la palabra injuriosa, de quienes me insultó, eran para el pobre Judas más dolor y triste pena, que como hombre sufría Yo. —Cuando después de ser muerto y mi cuerpo sepultado, sólo Judas se creer, que Yo volvería a nacer otra vez con mi poder, para dar, nuevo volver a ser su hermano y amigo, a ser su Dios venerado, muy querido y adorado, por esto allí escondido, muy cerca de mi sepulcro, de tristezas abnegado, con alegrías mezclado, el esperaba el momento de Yo ser resucitado. —Pero no aguantando el cuerpo tanto puro sufrimiento que hasta el dolor le llevaba, ni tanta sana alegría que al ser feliz trasladaba, fue vencido por el sueño, y así dormido lo estaba cuando yo lo reparaba, y le halagué con cariño, y mis manos al tocarle y mi voz cuando le habló, le hicieron dejar el sueño cuando yo le desperté. —Vino Judas hacía Mí, no con miedo a su castigo que él sabía no tener, pues todo su ser entero era un júbilo del Cielo, entregado por entero al amor que me tener. —Yo le miré felíz, y fue tan grande mi gozo de verle a él tan feliz, que me dió pena al decirle, que él quedaría en el mundo marcado como el traidor, que a Cristo vendió en el Huerto y tal venta no existió, porque lo que hizo Judas como Hombre lo haría Yo. —Y así el Dios Jesucristo que yo visite en el sueño, estando en cárceles preso, se despedía de mí, y hablando en mi dulce lengua esto fue lo que escuche: —Cuerre galamia con preixa, poeta que fás falancies na melgueira llingua astur, pos ya chega 'l carceleiru a la porta tou cubíl, cunta 'l Mundiu cuntu dixe ya verás comu les xentes chuéu per llocu te tomar. —Fala tamén qu'el bon Xudas nun ye 'n miou Teixu baldrayu, xinun que ye ‘nte tóus lus qu'aquinde tan d'afechu, comu Humanu 'l mái llegal, ya que ye 'l canciétcheiru del Teixu del FAIDOR.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > xudas

  • 98 xuqueira

    Xuqueira, así se llama a los amontonamientos de tierra que se van formando en las tierras de labrantío na sou fondeirada, que muchas veces al ir dejándolas forman verdaderas murias naturales que rellanan el terreno. En los terrenos muy cuestos que se trabajan, la tierra todos los años al trabajarla va bajando sin casi ni uno enterarse para lo fondeiru, lo más bajo, por está razón, cada dos años había que xubir un par de xétchus oitra véiz fasta lu cimeiru, isti trabayu ye 'l mái duru qu'existi nuna llabranza, pos paime amindi que ye pior que xegar la yerbe, pues en algunas fincas a veces eran tan cuestas que no se podía subir la tierra en las carriétches tiradas por las vacas, ni tampoco en lus estorones del pótchin, ya que estos animales apenas se podían sostener en ellas, entonces teníamos que subirla nosotros al hombro en cestos de carretera, que bien lleno de tierra pesaría unos cincuenta quilos más o menos. La miou vida foi xempre una bona esclavitú.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > xuqueira

  • 99 yerbeiru

    Yerbeiru, dícese del jornalero que es contratado por todo el mes de la hierba, o por lo que dure el tiempo en recoger a esta. Había dos clases de yerbeirus, aquellos que nada más que se contrataban como segadores, y aquellos otros que durante el tiempo que durase la recolección de la hierba, hacían todo lo que el amo les mandase, siempre que el tiempo no estuviese para andar a la hierba, quiere esto decir, lluvioso, nublado, teniendo ya algun prado segado y tendido. Yo no sé ahora como andan los yerbeirus, quiero decir lo que cobran por segar la hierba, ni tampoco si ya hay alguno, pero le diré, que en mil novecientos cuarenta, me contrató mi madre como yerbeirín por el jornal de quince duros. Alrededor de los anos cincuenta yo mismo me contrate por ciento veinte pesos y mantenido y calzado, en mil novecientos sesenta también me contrate por nueve mil pesetas y mantenido, y en mil novecientos sesenta y cuatro que fue el último año que segué la hierba como yerbeiru, lo hice gratis para una tía mía.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > yerbeiru

  • 100 tampouco

     adv. tampoco

    Diccionario Portugués-Español > tampouco

См. также в других словарях:

  • tampoco — 1. Adverbio con que se niega una cosa después de haberse negado otra: «No queremos la venganza, pero tampoco el olvido» (Aguirre Retablo [Chile 1987]); «Si es por eso, tampoco yo le guardo rencor» (Cabal Vade [Esp. 1982]). Cuando va antepuesto al …   Diccionario panhispánico de dudas

  • tampoco — adverbio oracional negativo 1. Sirve para señalar que una frase o un tema entran en el dominio de una negación que se ha expresado en una oración anterior: Pepa no ha comido y Juan tampoco. Observaciones: Puede aparecer aislado en las respuestas …   Diccionario Salamanca de la Lengua Española

  • tampoco — (De tan y poco). adv. neg. U. para negar algo después de haberse negado otra cosa …   Diccionario de la lengua española

  • tampoco — ► adverbio Se usa para negar una cosa después de haber negado otra: ■ no me gusta el vino, y tampoco la cerveza. * * * tampoco (de «tan» y «poco») adv. Adverbio con que se incluye en una negación ya expresada otra cosa a la que también afecta la… …   Enciclopedia Universal

  • tampoco — adv Expresa la negación de algo después de que se ha negado otra cosa: Tampoco he visto esa película , No conozco a tus padres y tampoco a tus hermanos , El niño no durmió y tampoco su madre , No fueron a la plaza temprano y tampoco más tarde: no …   Español en México

  • tampoco — (adv) (Básico) se usa para negar tras una negación anterior Ejemplos: No ha comido la sopa, ni tampoco el segundo plato. Si tú no juegas, yo tampoco …   Español Extremo Basic and Intermediate

  • tampoco — {{#}}{{LM T37079}}{{〓}} {{[}}tampoco{{]}} ‹tam·po·co› {{《}}▍ adv.{{》}} Indica negación después de haberse negado otra cosa: • No ha venido y tampoco ha llamado por teléfono.{{○}} {{★}}{{\}}ETIMOLOGÍA:{{/}} De tan y poco …   Diccionario de uso del español actual con sinónimos y antónimos

  • tampoco — tam·pò·co avv. OB neppure, nemmeno | tanto meno {{line}} {{/line}} DATA: av. 1588. ETIMO: dallo sp. tampoco, comp. di tam tanto, così e poco poco …   Dizionario italiano

  • tampoco — {{hw}}{{tampoco}}{{/hw}}avv. (lett.) Nemmeno, neppure (sempre preceduto dalla cong. negativa ‘né’) | Oggi scherz.: Non ho voglia di vederlo né tampoco di parlargli …   Enciclopedia di italiano

  • tampoco — Sinónimos: ■ nada, no, nunca, menos aún Antónimos: ■ también …   Diccionario de sinónimos y antónimos

  • tampoco — adverbio de negación …   Diccionario Castellano

Поделиться ссылкой на выделенное

Прямая ссылка:
Нажмите правой клавишей мыши и выберите «Копировать ссылку»