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infierno

  • 121 atavarius

    Atavarius son atalajes, herramientas, etc. También se suele denominar así a la bragueta. Ahora que viene al hilo esta palabra les voy a relatar un caso que presencié una noche cuando era muy pequeño en cierta velada de mi aldea. Era por los hambrientos, miserables, enlutados y tristes años cuarenta, estábamos aquella noche caleciendu tres el char de la teixá del bonu de Ñ icomedes (calentándonos tras el lar de la casa del bueno de Nicomedes) mi madre y yo, el abuelo Nicomedes, su hija Manuela que también era viuda como mi madre, y tres hijos que tenía que eran aproximadamente de mi edad, y también se encontraba con nosotros un pobre. —Quiero señalar, que en la casa del formidable hombre que era el abuelo Nicomedes, siempre encontraban refugio y eran tratados como si de un familiar se tratase, todos los pobres que llegaban pedigüediñandu (mendigando) a mi aldea. Recuerdo que había un fuego saludable y confortable, que industriaba la reseca leña de encina, roble, haya o castaño bravo, y colgado de las pregancias (cadenas), hervía con fuerza y sordamente un grande pote, donde cocían los pulgus de les pataques (mondos de las patatas) y demás ingredientes que eran la comida de los cerdos. No había en la aldea energía eléctrica, ni tampoco nos alumbrábamos en aquel lleldar (acaecer) con ninguna otra luz que no fuese la que nos brindaba el alegroso pa fuéu (padre fuego). Todos nos encontrábamos escuchando medio embrujados los hermosos cuentos, historias y leyendas que magistralmente nos narraba el abuelo, y hasta el pobre se sentía entusiasmado y feliz, atendiendo sin perder palabra aquella narración que en la más pura lengua asturiana nos contaba el abuelo, por esto, nadie se dio cuenta que una gran pocétcha (chispa) saltara con fuerza de un caricote del char (tizón del fuego), haciendo acomodo entre los atavarios (bragueta) del pobre, que al encontrarse muy grebas y'enxugáus (demasiado secos) empezaron a arder. El caso fue, que nadie se percató que olía a ropa quemada, hasta que no vimos al desventurado pobre lanzar un grito aterrador sembrado por su miedo, a la par que se levantaba del escaño con la rapidez de un relámpago, con todos sus atavarius (bragueta) envueltos en ardientes llamas, y con palabras que retrataban el inenarrable pavor que le atenazaba, decía al parejo que con su gorra y manos desesperadamente intentaba apagar el fuego que encima de él se desbordaba: —¡Chaime agua, chaime agua, qu’amagüestu enteiru! (Echarme agua, echarme agua, que me quemo entero). —Recuerdo que todos nosotros en un principio sorprendidos por tan insólito acontecer, nos quedamos mudos y asombrados durante un tiempo que medido seguro no alcanzaría ni un segundo, pero transcurrido éste, una risa enloquecedora por completo nos encadenó, lo mismo que si el demonio se apoderase de nuestros espíritus, reíamos alegres y despreocupados mientras que el desdichado y desesperado pobre, envuelto por las llamas que cada vez más se agrandaban, nos miraba sacudido por un miedo que le trasladaba a otro mundo, porque dentro de su situación mortal y desesperada, quizás estuviese viendo en nuestros alegres rostros, la propia faz de los malditos demonios, que se reían y mofaban del perentorio mal del hermano prójimo. Reaccionó al final Manuela, siempre dominada por la escandalosa risa que a todos nos arretrigaba (ataba), y descolgando un caldero grande de agua, que estaba de fría como el mismo hielo, se lo lanzó con fuerza, a los encendidos atavarios del ya casi enloquecido mendigo, que se desplomó de espaldas en el recio escaño, perdiendo por completo el conocimiento. Quedose el pobre ya apagado el fuego, estingarráu (tirado, estirado) en grotesca postura encima del escaño, no moviendo pie ni mano, lo mismo que si ya fuera muerto. Huyó la risa con rapidez de las personas mayores que rodeábamos aquel ancestral lar, aunque los pequeños con igual gracia aun nos seguíamos riendo, pero pronto el susto se fue apoderando de todos y con fino manto nos envolvía en el miedo, y a éste llegamos cuando Manuela sacudiendo al pobre con fuerza tal, que entre sus manos el desdichado mendigo tal parecía un inanimado muñeco, y a la par que esto le hacía, ya sin la menor risa y sí cargada de temor le decía: ¡Espierte Antón, deixe ya ‘l xopunciu, que noi queimú namái qu’el calzón cimeiru! (Despiértese Antón, deje ya el susto, que no le quemó nada más que el calzón de encima). —Cuando Manuela ya se dio cuenta de que el desdichado no volvía en sí, ya dominada por una verdadero miedo dijo: ¡Bona la fixemus, pos isti probe morriú d'afechu! (Buena la hemos hecho, pues el pobre se ha muerto del todo). El revuelo que se formó en aquel lar, que hasta hacía breves momentos todo era felicidad, armoniosa y dichosa risa, así como sana alegría, fue grande, pues todos los pequeños dominados por el miedo, dimos rienda suelta a un nutrido llanto, que no era tanto por el pobre que se había muerto, sino por el pánico que veíamos retratado en el rostro preocupante de nuestros mayores, que no sabían lo que hacer ni pensar, con el desdichado pobre al que creíamos muerto. Y cuando el abuelo Nicomedes ya se estaba calzando las madreñas para ir en busca del alcalde pedáneo de la aldea, para que tomase medidas con aquel triste suceso, retornó Antón del mundo de los muertos donde le habíamos situado, y dijo palpándose sus atavarius: ¡Menus mal que nun queiméi namái qu’el calzún cimeiru, pos s'apuerta tamién faer magüestu nel fondeiru, ya nun podría enxamás añuedar el cibiétchu, ya xería bona pena, perque tavía tenu llixa p'amañucar guapus nenus! (Menos mal que no me quemó nada más que el pantalón de arriba, porque si hubiese hecho también hoguera en el de abajo, ya no podría jamás hacer el amor y sería una pena, porque yo todavía tengo fuerza para hacer preciosos niños). En el pequeño espacio de tiempo que encierra un pestañeo, mudose el pánico de los sentimientos de nuestros mayores, y en su lugar luciose alegre el feliz contento, y el llanto que los pequeños traíamos en manto de lágrimas, quedose ahogado y seco, y en su lugar, volvió alumbrase la inocente risa, al ver a nuestras madres contentas de nuevo. La buena de Manuela, que era de buena y simpática lo mismo que el querido abuelo, le dijo al pobre a la par que prendía el candil de esquisto, porque el agua vertida sobre el lar, en parte ya había apagado el ardiente y confortable fuego: ¡Bon xustu nus fexu coyer, diañu de probe, pos ya taba 'l miou pá mangandu les madreñes, pa dir catar el pedañú, pa que nus dixera lu que teñíamus que faer col sou escallixeru curpu! (Buen susto nos ha hecho coger, demonio de pobre, pues ya estaba mi padre calzando las madreñas para ir en busca del pedáneo, para que nos dijese lo que teníamos que hacer con su escalijero cuerpo). —Pos tóus teñíamus papáu, que la sou alma ya taba nel xareteiru 'l diañu, fayendu de caricote paque nun murriera 'l fuéu del enfernu. (Pues todos teníamos creído que su alma ya se encontraba en la cuesta pradera del demonio, haciendo de tizón, para que no se muriese el fuego del infierno). ¡Bonu 'l casu ye, que ya tóus denuéu golguemus tare fellices ya cuntentus, axina qu'agora mesmu, achevántexe del escanu ya mítaxe nel cuatu mióu pá, ya puenga unus fatucus enxuchus que vóu dexale, metandu callentru 'n escudiétchau de lleiche con caña, que xebrará del sou rancuayu curpu, 'l xustu qu' entavía l'encibiétcha, ya 'l fríu que l'enxenebra, per mor de la mochaura que le fexe, p'apagai 'l fuéu q'entremedaba lus sous atavarius, que paeme a min, que deben tar más escosaones, que la mióu vaca mariétcha, qu’achucá durme na corte, ya la condená vou tenet que vendeya, perque nin pari nin preña, nin da más ganancies que la lleichi del cuernu! (Bueno el caso es, que ya todos estamos de nuevo felices y contentos, así que ahora mismo, levántese del escaño y métase dentro del cuarto de mi padre, y póngase estas ropas secas que le doy, mientras que le caliento una buena taza de leche con coñac, que le sacará de su cuerpo el susto que todavía le encadena, y también el frío que le está helando, por causa de la mojadura que le he hecho, cuando le apagué el fuego que se entretejía en sus atavarios, que me parece a mí, que ya deben de encontrarse más secos, que mi vaca Amarilla, que está acostada en la cuadra, y la condenada voy a tener que venderla, porque ni pare ni preña, ni me da más ganancias que el trabajo que le arranco por los cuernos). Como bien se puede comprender por lo que se desprende de este relato, en aquellos alejados y miserables tiempos de mi niñez, imperaba en mis queridas aldeas, la sublime y natural sencillez, dentro de un amor desmedido hacia el necesitado, con el que se compartía en una limpia y sana hermandad que hoy ya no existe, el pan, el vestido y la lumbre del lar, sin jamás sentir ascos ni repugnancias hacia los mendigos, que muchas veces llegaban aviñonainus de pioyus (cargados de piojos), y a pesar de esto y de otras cosas, al pobre se le respetaba y se le quería. Sin embargo hoy día, al tenor de que los pueblos se van llenando de más cultura, va desapareciendo de las gentes lo más humano y delicado que en sus espíritus se alberga, y en su lugar, florece con fuerza una endiosada hipocresía, que se está comiendo poco a poco y sin el menor descanso, la hermosa sencillez y naturalidad, que tenían las gentes de antaño, desconocedoras de estas corrientes de culturas modernas, pero dueñas y soberanas de la maravillosa virtud de comportarse en todo momento como verdaderos seres humanos. Hoy sin embargo, quedamos todos muy bien con la palabra, pero tenemos el nido de los sentimientos, en poder de la codicia y de la envidia, dentro de una podredumbre que invita al asco.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > atavarius

  • 122 enfernu

    Enfernu, infierno.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > enfernu

  • 123 fugáus

    Fugáus, huidos. —Na miou Tierrina despós de l’engarradiétcha que dexóu tous lus teixus astures xemáus de llutus ya mexeries, de chárimes ya dolloróuxus tristeyáus, de guérfanus ya viudes, per tous lus cháus de sous erus, lu mesmu nes teixáes ou les cortes, que nus montes ya cumes, taba mamplená de fugáus de les esquerdes, ya tóus fuyíen del sou hermenu ‘l veceor, qu’achuquinaba a les xentes de lus roxus, xin faeles mái xuiciu la meyor parti de les veices, qu’una denuncia llantá per la gafuróuxa llingua d’un facistacu de troya. Según el miou paicer había na miou Tierrina dous clás de fugáus, unus yeren lus qu’apuxaben el fuéu xempre fuyíus de la queima ya oitres lus que dientru del endiañáu magüestu con vallentía ya coraxe lluchaben na defensa de les llebertáes de la República, pa falar mexor diréi, qu’unus yeren lus pollíticus de fedienta troya, ya oitres lus vallentres que xupierun lluchar fasta que forun taicionáus ya venxíus. Istus fugáus yeren temíus per les forces millitares que lus prexeguíen, perque pouques veices s’entregaben xin lluchar aíndi teñemus la prueba del comandante Senen ya oítres vallentres pel mesmu raxeru. Fataus de veices la guardia civil que tamen lus perseguía, tenen xabíu dou taben acobayáus, ya diben catalus al lláu dou nun taben. TRADUCCIÓN.—En Asturias después de la guerra, que dejó todos los hogares sembrados de lutos y de miserias de lágrimas y grandes y dolorosas tristezas, de huérfanos y viudas digo que por todas las partes de su Territorio lo mismo en las casas que en las cuadras, que en los bosques, y en las montañas, estaba llena de huidos de las izquierdas que escapaban del soberano vencedor, que asesinaba a las gentes de los Rojos, sin hacerles más juicio la mayor parte de las veces, que una denuncia plantada por la venenosa ley de un fascista de mierda. Según mi parecer, había en mi Tierrina dos clases de huidos uno que eran los que prendían y soplaban el fuego para que mejor ardiese, siempre muy alejados de la peligrosa quema, y los otros, los que dentro de aquel endemoniado infierno, con valentía y coraje, luchaban en la defensa de las libertades de la República. Para entendernos mejor diré, que unos éran políticos de hedionda mierda, y los otros los valientes que supieron luchar, hasta que fueron traicionados y vencidos. Ahí tenemos la prueba de lo que hizo el comandante Senén y otros valientes por el mismo estilo.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > fugáus

  • 124 infernu

    Infernu, infierno.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > infernu

  • 125 tafu

    Tafu, olor, bien sea agradable o todo lo contrario, exemplu. —Conquéi prefume t'entafarnaste güéi miou melgueira ya embruxadora xaniquina, que de tóu 'l tou curpu s'esñala un tafu qua da groria 'l golelu. (Con qué perfume hoy untaste todo tu cuerpo, mi dulce y embrujadora diosa, que desprendes un olor de gloria). —Fae 'l favore de xebrate de miou lláu lu mái llonxe que puéas, cola ya llavate lluéu, pos nun sei conquéi t'atafarnaste, lu que xin sei, ye que cheves un tafu d'enfernu. (Haces el favor de marcharte de mi lado lo más lejos que puedas, vete y lávate pronto, pues yo no se de lo que te has untado, lo que si se, es que llevas contigo un olor de infierno).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > tafu

  • 126 anda

    ¿Adónde? En dónde?
    ¿Anda saro ta? Adónde vamos?
    ¿Anda saro ca binoñagan mapia? Adónde van los buenos cristianos?
    Doton langit. Al cielo
    Yan infieles ca diri mallag capó buñagan, ¿anda saro dan? Doton quilot. Y los infieles, si no se bautizan, adónde irán? Al infierno. || Anda ca god-do? ¿En dónde vives tú? Yan Diuata anda god-do? Y Dios en donde está? Doton langit, dini tana, ó ca tibuoc banua. En el cielo, en la tierra, y en todo lugar.

    Diccionario Bagobo (Giangan) - Español > anda

  • 127 quilot

    Averno, infierno.

    Diccionario Bagobo (Giangan) - Español > quilot

  • 128 mictlan

    inframundo m ( Lugar junto a los muertos), infierno m, es donde vive el dios Tezcatlilpocatl como señor de los muertos en guerra, de enfermedad y de manera natural cuyos niveles infernales eran nueve.

    Diccionario náhuatl-español > mictlan

См. также в других словарях:

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  • infierno — (Del lat. infernum). 1. m. Rel. Lugar donde los condenados sufren, después de la muerte, castigo eterno. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing.) 2. Rel. Estado de privación definitiva de Dios. 3. En diversas mitologías y religiones no …   Diccionario de la lengua española

  • infierno — infierno, al infierno excl. exclamación de rechazo. ❙ «¿Es que pretendes que nos manden al infierno?» Miguel Delibes, Madera de héroe, 1987, RAE CREA. ❙ ▄▀ «¡Vete al infierno y deja de molestar!» …   Diccionario del Argot "El Sohez"

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  • Infierno — (Del lat. infernum.) ► sustantivo masculino 1 RELIGIÓN Lugar donde sufren castigo los condenados por la justicia divina, según algunas religiones: ■ según los cristianos, al infierno van los que han decidido separarse de Dios. SINÓNIMO averno… …   Enciclopedia Universal

  • infierno — {{#}}{{LM I21778}}{{〓}} {{SynI22328}} {{[}}infierno{{]}} ‹in·fier·no› {{《}}▍ s.m.{{》}} {{<}}1{{>}} {{♂}}En algunas tradiciones religiosas,{{♀}} lugar en el que penan los que han muerto en pecado o separados de Dios. {{<}}2{{>}} {{♂}}En… …   Diccionario de uso del español actual con sinónimos y antónimos

  • infierno — s m 1 Para los cristianos, lugar donde sufren castigo eterno los pecadores que mueren sin haberse arrepentido de sus faltas: irse al infierno, temer al infierno 2 Situación en la que se sufren penas muy intensas o conjunto de circunstancias… …   Español en México

  • infierno — (m) (Intermedio) lugar donde los pecadores sufren castigo eterno Ejemplos: En algunas religiones, el infierno se representa en pintura como lleno de llamas e instrumentos de tortura. El diablo y los demonios viven en el infierno. Sinónimos:… …   Español Extremo Basic and Intermediate

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