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göra

  • 1 gora

    Gora, hora.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > gora

  • 2 gora

    arriba, aupa

    Glosario Euskera Español > gora

  • 3 gora jo

    apelar, recurrir a un superior

    Glosario Euskera Español > gora jo

  • 4 Zielona Gora

    s.
    Zielona Góra, Zielona Góra, Polonia.

    Nuevo Diccionario Inglés-Español > Zielona Gora

  • 5 ahoz gora

    boca arriba

    Glosario Euskera Español > ahoz gora

  • 6 aldats gora

    cuesta arriba

    Glosario Euskera Español > aldats gora

  • 7 aldatz gora

    cuesta arriba

    Glosario Euskera Español > aldatz gora

  • 8 gutxi bat gora bera

    poco más menos

    Glosario Euskera Español > gutxi bat gora bera

  • 9 esmandiagar

    Esmandiagar, no saber mandar, decir gora una cosa, gora la oitra, estar liado y liar a los demás. —Lus xenerales esmandiagones xon xenerales d'esbandiada. (Los generales que no saben mandar son generales que saben correr). —Cundu la guerra d'España, xin lu "roxus” viexen teníu 'n xeneral comu lu fói 'l xeneral Francu, nun viexen perdíu l'engarradiétcha, manque tous lus exércitus del mundiu llucharen escontra d'échus”. —Peru mious hermenus lus roxus nun teñíen namái qu'esmandiaganes, per ístu lus condenáus xupierun espatuxar con aburiante priexa, dexándunus a tous lus de les esquerdas tiráus comu se fóramus murgazu de queima. E you entendu, queru falar qu'envidayu, que lus xefes que nun xapien morrer per una idega, ya fuyen lus primeirus cundu 'l amagüestu namái que lus callentra, prezme amindi que son tan eñemigus d'un comu 'l mesmu venceor que t'arretriga, t'achuguina ya t'arrapiega. TRADUCCIÓN.—Cuando la Guerra de España, si los rojos hubiesen tenido un general como lo fue el general Franco, no hubiesen perdido la Guerra, aunque todos los ejércitos del mundo lucharan en contra de ellos. Pero mis hermanos los rojos, no tenían nada más que políticos y jefes que ni sabían mandar, ni menos luchar, por esta razón los condenados, supieron huir con encendida prisa, dejándonos a todos los de las izquierdas, tirados como si fuésemos brezo de quema. —Yo entiendo, quiero decir que pienso, que los políticos y jefes que no saben luchar hasta morir por la idea que ellos crearon, y huyen los primeros cuando el fuego aún nada más que los calienta, me parece a mí, que son tan enemigos de uno, como el mismo vencedor, que te encarcela, te asesina y te expolia y roba.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > esmandiagar

  • 10 abrañar

    Abrañar es alinear, arreglar en todas sus vertientes al ganado, no sólo el que se encuentra en las brañas, puertos o morteras, sino también el que permanece en las cortes (cuadras) de la misma aldea. A mediados de la primavera es cuando se empieza a subir el ganado escosu (que no da leche) para los puertos, estas reses suelen por regla general ser magüetas (novillas) de tres años para abajo, unas están dandu la cría (preñadas), otras son manías (que no están preñadas), luego más tarde, hacia la última quincena del mes de mayo, que es cuando ya no se pueden pacer más los préus (prados) porque sino no dan la cosecha de hierba que se recuétche (recoge) en el mes de xuliu (julio) denominado el mes de la yerbe (hierba). Así pues, cuando los prados ya no se pueden pacer, se sube al puerto todo el demás ganado, exceptuando las xunturas (yuntas) que han de acarrear la hierba, estas vacas suelen ser las bétchaes (paridas), o las que están próximas abétchadar (a parir). Es cuando llega entonces el momento de abrañar en los puertos, de ir hacer la braña. Miles de veces y en diferentes lugares de mi Tierrina, allá por los apenados y hambrientos años de la post-guerra, siendo yo un guaxetín (chiquillo), fui abrañar para los varios amos que como criadín por mala o buena fortuna yo he servido. Había que buscar al ganado que guareciendu (pastiando) se encontraba en el extenso y comunal puerto, que muchas veces era muy difícil de dar con él, por causa de la borrina (niebla), que no permitía ver a uno ni la propia mano dellantri de sous güétchus (delante de los ojos). Nos solíamos orientar por el sonido de las chuecas, chocaretas, zumbus o zumbiétchus (cencerros), que llevaban las vacas más responsables y serias por así denominarlo de cada cabana (cabaña), supuesto que estas reses suelen ser las que capitanean a todas las demás. Me recuerdo que los enormes felechales (helechos) y demás matoxus (matorrales) que eran más altos que mi cuerpo, que por doquier poblaban todo el puerto, se encontraban en los días de borrinas baxas (nieblas bajas), ameruxáus d'orbayu (llenos de agua) que me ponían de pingandu (mojado) lo mismo que si vestido me tirase al agua. Pero todo aquello era nada cuando lograba dar con las vacas, que alegraban tan difícil búsqueda, y afalándulas muy contento me dirigía hacia mi cabanón (cabaña) y después de muxilas (ordeñarlas) atizaba un bon fuéu, (prendía un buen fuego) dóu m'enxugaba la moyadura que m'enciétbechar. (Dónde me secaba la mojadura que me ataba). Una vez que estaba bien enxuchu (seco) muy dichoso me enzulaba (comía) la fugaz y sabrosa cena que tan sólo consistía, en un zapicáu de lleiche (un jarro de leche) acompangáu (acompañado) d'un cantexu de borona ou pan d'escanda. (Un trozo de pan de maíz o escanda). Chuéu, despós, endutbechábame nel xergoncín de paya, ya xurniaba toa la nuétche comu 'n anxelín del cielu xebráu de la man del sou Faedor. (Luego, después, encogiéndome en el jergón de paja, dormía toda la noche como un ángel de los cielos apartado de la mano del Hacedor). Hay vaqueirus que xuben (suben) todos los días por la mañana y de tarde hasta el puerto a hacer la braña, los que tienen corte (cuadra) en la braña, meten sus vacas dentro para ordeñarlas con tranquilidad, pero aquellos que no poseen cabanu (cuadra) tienen que buscar ordeñar al entestate (al aire libre). Casi todos los vaqueirus que tienen que catar (ordeñar) sus vacas al entestate, suelen llevar alguna couxa (cosa) de la aldea para que las vacas la coman y estén así quietas mientras las afoixinan (ordeñan), esto se llama el manoxu (manojo) que es según la época del año de diferente manera. Así en el mes de Xuniu ya xuliu ye de segáu, (junio y julio es de pación), en agosto, setiembre y octubre el manuxín (manojín) suele ser de las fuéas ya pereícoteirus de lus ñarbaxus, (plantas de maíz) y también de focháus de frisou (también de ramas de fresno), que les gusta mucho a las vacas y son muy sanas y nutritivas, así como también muy peligrosas para sous ventrones ya rumiaxes (vientres y rumiajes) si las comen demasiado calientes. Otros vaqueirus llevan sal que bazcuchan d'enría 'l campíz (vierten encima del campo) y como a las vacas les agrada todo lo sallado, comencipien a chamber (empiezan a lamer) en tal lugar hasta que terminan con todo el campizo dando tiempo a que el vaqueiru la ordeñe con toda tranquilidad. También existen otros más ingeniosos que arrebaten les ganes de mexar fasta la gora de afoixinar (que aguantan las ganas de mear hasta la hora de ordeñar) y así después meando en el campizo mientras que la vaca pace y lame el lugar meado ellos con rapidez la ordeñan. Otros vaquierus sólo hacen la braña una vez cada veinticuatro horas, bien porque sus vacas tengan poca leche, o porque les interese escosalas (secarlas) para así tan sólo subir al puerto una vez cada semana a verlas. Y hay otros vaqueirus que duermen y moran en sus cabañas de las brañas y tan sólo bajan a sus aldeas una vez a la semana. Existe la creencia entre las gentes de mi Tierra no documentadas en las ancestrales y hermosas costumbres de nuestras embrujadoras aldeas, creencia divulgada por escritores que no saben dónde tiene, pongo como ejemplo el caldar la vaca (ubre), de que en Asturias no hay más vaqueirus que los de la Alzada y no recuerdo en estos momentos qué otro lugar. Mas yo les digo ahora que esos babayus de despacho que se reúnen en cabanáes (rebaños) formando las infantiles y ridículas sociedades de «Amigos del Bable» o del «Conceyu del Bable», etc., etc., que lo único que saben es buscar una popularidad ya muxiyes la corexa a les ñobles xentes de miou Tierrina (y ordeñarles la cartera a las nobles gentes de mi Tierra). Digo que estas respetables personas lo único que saben de la Llingua y costumbres ancestrales de mi Asturias. es lo que plagian en los archivos, en los escritos de otros escritores ya fenecidos que la mayor parte de ellos tampoco en estas materias no tenían namái qu'una migayina (nada más que una migaja) de idea. Y ahora que ya para la posteridad dejo dicho lo que son estas rencuayas (ruinas) sociedades, compuestas por profesores y otras ilustres personas, que de no ganar la Guerra Civil el General Franco, de seguro que estarían de peones camineros, porque francamente creo que para otro menester ellos no sirven. Todos estos señores con sus teorías y conferencias mistificadas, no saben cómo habla el pueblo, ni como trabaja, ni cómo sufre y ríe, ni como canta y llora, las costumbres y el habla del sencillo, simple y natural pueblo, sólo se aprenden formando parte de ese pueblo que s’acueye 'l llabiegu, falandu la Llingua de nuexus mayores (se coge al arado hablando la lengua de nuestros mayores, todos los días del año). Yo no podré competir jamás, ni tan siquiera lo intento, en los saberes de todos estos señores licenciados y profesores de los números y las letras, porque por mala o buena fortuna los maestros que yo he tenido, no me enseñaron las sapiencias de tan hermosas profesiones, ya que ellos casi todos analfabetos por naturaleza en la dimensión de los signos, de los números y letras, en vez de poner entre mis manos un libro, me punxerun cuaxi disde miou ñacencia, una ferramienta paque trabayandu me ganara 'l potaxe que la probina de miou má non podía dame. (Me pusieron casi desde mi nacencia, una herramienta para que trabajando me ganara el potaje que la pobre de mi madre no podía darme). Así por ejemplo, el mejor profesor que yo he tenido ha sido mi amo Salustiano, un vaqueiru de la aldea de Folgueras, xustu ya ñoble 'n tal fondura (justo y noble en tal hondura), filósofo e inteligente en tal altura, que no se desliza un día por mi vida, que en algún momento con nostálgico cariño yo no le recuerde. El no sólo me enseñó a llabrar, semar ya cuchar la tierra (arar, sembrar y abonar la tierra), sino que tamién m'adeprendióu faer d'un piazu de maera, de ñocéu, de frisnu ou faya, con mious propies manus el mesmu llabiegu. (También me enseñó a hacer de un trozo de madera de nogal, de fresno o de haya, con mis propias manos el mismo arado). M'adeprendióu d'enría lus fierrus a cabruñar sen cartiar el gadañu, (me enseñó encima del yunque con el martillo a adelgazar la guadaña sin ondularla ni estropearla). M'adeprendióu a domeñar les magüetes pa xuniyes al xugu ya faeyes trabayar sen dalgún rexabiu a entrambes manus. (Me enseñó a domar las novillas para uncirlas al yugo y hacerles trabajar sin ningún resabio a las dos manos). Me enseñó a curar los ganados cuando enfermaban d'angún amoláu (de algún mal), como la coxera ou maluca (cojera), los garbious ou rumiayu, (mal en la boca y rumiaje) bregonazus y'entelaures (hinchazones en el ubre y el vientre) y a darle la vuelta a un xatu dientru 'l ventrón d'una vaca qu’tal parilu traxéralu 'l revés, couxa que güéi nel día non sapien faer abondus bretinarius. (A un jato dentro del vientre de una vaca que al parirlo lo trajese al revés, cosa que hoy día no saben hacerlo muchos veterinarios). M'adeprendióu a inxertar lus pomares, zreizus ya peréus, (me enseñó a injertar los manzanos, los cerezos y perales), a fradar lus ciarrus pa que non dieren soma nus préus ya muxéranye 'l campíz el allumbrar mexor yerbe (a cortar los matorrales que cercaban los prados, para que no diesen sombra y le permitiesen al campo alumbrar mejor hierba). Me enseñó sin libros de ninguna clase a querer y respetar todas las criaturas vivientes, a no hacerlas sufrir ni esclavizarlas nunca, a servirme de ellas nada más que cuando la necesidad me obligase. Tamién me falaba, qu'en d'anguna teixá pudiés morar animal d'angún qu’en trabayu non lleldare. (También me decía que en ninguna casa debía de vivir animal alguno que un trabajo no efectuase). Me enseñó a ser libre y honrado, a querer y respetar a mis mayores, a no ser hipócrita ni servil, a no apartarme de la Natural Justicia hasta la muerte, y a no preocuparme mucho de las vanas leyes aunque en ocasiones injustamente las condenadas me castigasen. Me contó cientos de historias, leyendas y cuentos, me enseñó a pensar y filosofear con las cosas naturales, y todas estas maravillosas cosas yo las he aprendido, pensando y hablando en la embrujadora y galana Llingua Asturiana, por lo tanto yo conozco perfectísimamente el Idioma de mi Querida Llingua Asturiana, con el cual yo cuento a mis gentes astures cosas sencillas y naturales, de la misma manera que las he aprendido de boca de maestros analfabetos como mi querido amo Salustiano, el mejor vaqueiru que yo he conocido, el natural y sencillo filósofo que a mí sin libros, más me ha enseñado. Mi amo Salustiano, siempre se sintió muy orgulloso y ufano de sus vacas, a las que el y yo, cuidábamos en todo momento con verdadero celo y alegría, sin lugar a dudas, eran nuestras vacas las mejores de todo Asturias, y así lo reconocían todos los vaqueirus que medianamente entendían de ganado. Daba verdadero placer y envidia, mirar aquellas vacas gordas y lustrosas, todas ellas de la más pura raza asturiana. La corte (cuadra) de Salustiano estaba axeíta un poco allonxá (alejada) de la aldea, en la cimeirá (lo alto) de un praiquín (prado pequeño) que tenía m'apoxentáu (allanado), al lláu d'una fontona (al lado de una fuente) que tenía buenas aguas para abrevar el ganado. Yera una corte grandie, conun payarón que faía un par d'uce es de corcecáus de yerba. (Era una cuadra grande, con un pajar que hacía un par de docenas de rastros de hierba), y la cuadra era amplia y bien ventilada, óu s'arretrigaben nes fortes pexebréires (dónde se amarraban en las fuertes pesebreras), las diez soberbias vacas que en la sazón tenía mi amo Salustiano. Pero una noche fatídica nus fondeiráus de Ia xeronda (en los últimos días del otoño), d'aquién n'aquétcha nuétche del diañu, llantói fuéu 'l pachar, morriendu amagostáes toes les llozanes vaques del guenu de Xallustianu. (Alguien en aquella noche de los demonios, le prendió fuego al pajar, muriéndose asadas todas las lozanas vacas del bueno de Salustiano). Y aunque las autoridades del concejo hicieron todas las investigaciones precisas, nadie pudo descubrir jamás el autor o autores de tan monstruosa felonía. Algunos decían, que había sido un mal querer. Otros afirmaban que tal vez fuese un probe de lus munchus qu’apedigueñaben pe les aldés nus famientus tempus d'endenantes (un pobre de los muchos que pedían por las aldeas en los hambrientos tiempos de antes). Seguramente que el mendigo entraría sin ser visto per el boicairón del payar que nun tenía piesllítchu (por el ventanal del pajar que no tenía cerradura), con el ánimo de pasar la noche, y una vez achucáu ente la greba yerbe (acostado entre la seca hierba), diérale por fumar prendiendo fuego sin querer al pajar, y despós ameruxáu pel miéu fuyere. (Después lleno de miedo huyere). Lo ciertamente sucedido fue, que desde aquel trágico día, el alegre y dicharachero vaqueiru Salustiano, ya no cantó más, ni rió jamás, pues poco a poco una profunda tristeza le fue consumiendo, y meses más tarde se moría de pena, por estar pensando sin interrupción en el gran sufrimiento e inenarrable dolor sufrido por sus queridas vacas, dentro de aquel enorme incendio, que poco a poco las carbonizó, sin que nadie pudiese hacer por ellas nada. Así de humano, sencillo y natural, era mi amo Salustiano, el grande hombre, el excepcional pensador y filósofo analfabeto, el mejor vaqueiru de toda mi Tierrina, ya que muy posible fuese el único que en todo el Universo, que por el amor de sus vacas muertas en tan avernoso sufrimiento, que hizo crecer en só'anxelical ya melgueiru (su angelical y dulce) pensamiento una pena tan amamplenada (grande, enorme) que fasta'l mesmu fuexu del sou morrer tal atristeyáu l'afaluchóu. (Que hasta el mismo hoyo de su morir, tal entristecimiento lo arreó).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > abrañar

  • 11 apaigüestias

    Apaigüestias, son apariciones, alucinaciones, esta palabra encierra un sugestivo campo de creencias en fantasmas, o ánimas condenadas y también encierra las creencias mitológicas, con todas sus historias y leyendas descabelladas o quizás ciertas, pues este mundo nuestro no se hizo de la Nada, y desde el más sabio de los humanos hasta el más ignorante, llevamos muy dentro de nuestra alma o espíritu, una lejana o cercana creencia en algo que existe «Sobrenatural», que tras la muerte nos ha de premiar o castigar, con firme exactitud en todas nuestras obras buenas y malas que hemos hecho. Ahora les contaré una historia, o leyenda, que sucedió en una de mis aldeas hace ya muchos, muchísimos años, y que yo he escuchado cuando era pequeño, de lengua de una tía abuela mía, que en aquel acaecer con más de cien años de existencia encima de su cuerpo, aún tenía arreos para trabajar en sus tierras como cualquier persona que bien lo hiciere. «MARÍA LA XANTINA» Casárase María la hija del tío Jacinto, muchacha pequeña de estatura, pero grande de hermosura y de exquisitos sentimientos, con Amalio el del Aldexuxán (Aldea de Susana), joven que no tenía de bueno nada más que el ser un mozarrón como un carbayu (roble) y ser su padre el más rico y poderoso vaqueiru de todos aquellos contornos. Tal caxoriu (casorio) fue amañucáu (preparado), por Rexina la Porricona (Regina la Desnuda), que recibiera del padre del novio por haber hecho tal arreglo, un xaretal d'ablanus (pequeño prado muy cuesto plantado de avellanos). Diremos para comprender mejor esta historia, que la Porricona, era una mujer que gozaba de grande fama en toda aquella rica comarca, porque era la esposa de Lláurianu 'l Llóndrigu (Laureano la Nutria), porque era éste un hábil cazador de estos finos animales de ricas pieles, que de aquella infestaban los regueirus (torrentes) de todas las montañas y el río que cruzaba el fértil valle. También era el Llóndrigu un experto en curar todos los males que tuviesen las personas y animales, por tal razón aquel matrimonio, al decir de muchos vecinos, era una verdadera bendición del mismo cielo, cosa que aprovechaba la Porricona, p'esquicionar al sou antoxu nus tibeirus quei dexaben fatáus de bétchaes ganancies. (Para hacer cuanto se le antojase con sus arreglos, negocios, líos, etc., que le dejaban siempre muchas y ricas ganancias). La aldea de Aldexuxán estaba compuesta por poco más de una docena de vecinos, que todos ellos eran familiares entre si. No voy a detenerme a narrar los diferentes pormenores de la historia como me fueron contados a mí, simplemente me ceñiré a un hecho concreto, relacionado con la mitología o apaigüestias fantasmales o milagrosas, ancestrales creencias, de las melgueras gentes de mi embrujadora Tierrina. Sobre la aldea de Aldexuxán había pesado desde siempre un fatídico malificio, haciendo que sus gentes siendo las más ricas de la fértil comarca, no fuesen tan felices como todos los demás eran, porque jamás en toda su historia había nacido una mujer en ella. Las mujeres que se casaban con los hombres de la aldea de Aldexuxán, se condenaban a no poder tener jamás una hija, y por todo lo contrario, alumbraban varones fuertes y sanos, que se convertían cuando llegaban a la mocedad, en los mozos más esbeltos y fornidos de toda la comarca. Pero a pesar de ser tan buenos mozos, y todos ellos vaqueirus ricos, gozaban de muy escasas simpatías entre las mozas casaderas, por tal razón, muchos no lograban casarse, y cuando alguno lo hacía, casi siempre mediaba un «arreglo» de por medio. —Así, el padre de Amalio se puso al habla con la Porricona, para que arreglase la boda de su hijo con Mariela, muchacha virginal y encantadora, de la que estaba enamorado ciegamente su hijo. Prometiéndole a la Porricona si lo conseguía, que él le daría como favor, el xaretal de Riuscuru, (pradín de Río Oscuro), que lindaba con otra finca que ella tenía. Cuando Mariela supo por sus padres, que estaba destinada para ser la mujer de Amalio el de Aldexuxan, una grande tristeza se adueñó de su alma, que le robó su alegría, y las francas y felices sonrisas que en todo instante su espíritu alumbraba. Y así de apenada todos los días se le veía por su aldea, con sus hermosos ojos siempre enrojecidos por la quemante caricia de sus lágrimas, sin encontrar el consuelo que le devolviese aquella felicidad que antes gozara. Gran devota de la Virgen de la aldea habla sido siempre Mariela, con la que con una fe desmedida siempre oracionaba y hablaba, y así de esta manera, entre profundos y dolorosos suspiros, y lágrimas torrenciales que manaban de su desespero, el día antes de su boda, con la Santina de su aldea así dialogaba: —Virxencina melgueira, qu'achorandu 'l tou cháu venu, ameruxá d'un dollor que m'esfáe pel tristeyáu miou alma, mamplená d'un miéu que d'afechu, encuandiona toa l'allegría qu'endenantes en miou espíritu per uquier afroriaba. (Virgencita dulce y preciosa, que llorando a tu lado vengo, plagada de un dolor que me deshace por triste toda mi alma, rebosante de un miedo que en toda su extensión entierra la alegría que antes en mi espíritu por donde quiera afloraba). —Xantina 'l miou alma, que tous lus amalexius encantexas, nun me faigas xufrire, pos nun queru caxame sen amore per fuercia, you nun queru isi muzu que de güenu nun peca, y'endenantes de dir xuntua d'él a l’ilexa, más quixera morreme, aforcá conun rixu que m'añuede 'l gaznatu ya me faiga en morrida. Ya tal couxa fairéla, Xantiquina 'l miou alma, se deximesme agora, ya me dexes solina, nel atayu miou pena, qu'en llocura m'entrema. (Santiquina de mi alma, que todos los males si tu quieres arreglas, no me hagas sufrir, pues no quiero casarme sin amor y por fuerza, yo no quiero ese mozo que de bueno no peca, y antes de ir junto de él a la iglesia, más quisiera morirme, ahorcada con una cuerda, que me anude mi cuello, y me haga en ser muerta. Y tal cosa he de hacer, Santiquina mi alma, si me olvidas ahora, y me dejas muy sola, en el atajo de mi pena, que a la locura me lleva). Algo muy hermoso le contestaría la Virgen a Mariela, porque otra vez se le volvió a ver llena de sana y feliz alegría, quizás con más fuerza que jamás tuviera. Y así de contenta, cariñosa y feliz, ante la misma Santina que su pena esfixera (deshiciera), al siguiente día en la iglesia se casaba con el vaqueiru Amalio. El día de su boda, fue un domingo del mes de mayo, bañado por la luz del sol que todo lo alumbraba y lo erradiaba de vida, y como era domingo, era fiesta en la aldea, el jilguero cantaba y el malvís silbiotaba y las gentes humildes con paxiétchus de festa (trajes de fiesta), a la boda acudían de la dulce Mariela, la más hermosa moza que la aldea tenía. La que viétchus ya xóvenes (viejos y jóvenes), grande y puro cariño hacia ella sentían. Cuando todos estaban fundidos en sus rezos y el buen cura casaba a la virgen Mariela, se escuchó como un trueno, muy cercano y enorme, muy profundo y tenebroso, que hizo palidecer de miedo a muchas gentes del festejo. ¡Un castigo del cielo, murmuraban las viejas, ha de mandarnos Dios, por casar a esta santa, con un fíu (hijo) de la aldea en poder del demonio! Aquel confuso ruido que a las gentes atemorizara, por ser dadas a irse a los Lares Divinos, no era tal trueno que en el aire quedara sin dejar un vestigio, pues había sido un castigo, y todos sobrecogidos pensaron, que el Hacedor andaba en aquel cataclismo. Pues el xaretal d'ablanus (el prado de avellanos) que el padre de Amalio le regalara a la Porrica, por conseguir a Mariela como mujer de su hijo, argaxárase per tous lus cháus, escuatramundiánduxe 'n fondigouxes cuandies, dou s'allacaben lus ablanus esgazáus d'afechu, con lus raigones amirandu 'l cielu, lu mesmu que se dangún terremetu, bramara nel ventrón d'aquel xareteiru, dexándulu tan llabráu y'esfechu, comu 'n güertiquín de pataques que fora afocicáu per una cabaná de goches paridiegues. (Partiérase, corriérase por todos sus lados, deshaciéndose el prado entero en profundas ollas, donde se enterraban los avellanos del todo rotos, con sus retorcidas raíces mirando al cielo, lo mismo que si un terremoto hiciera explosión en el vientre de aquel prado, dejándole tan despedazado, como un pequeño huerto de sembradas patatas, que hubiese sido hocicado por una manada de cerdas paridas). Sin embargo, tan insólito acontecimiento pasados los primeros momentos, no restó a la fiesta la sana alegría, que todos disfrutaban en la boda de la querida Mariela, pues tras de fartase tous fasta 'l rutiar de lus bunus manxares qu'achindi per uquier topábenxe, (pues tras de hartarse todos hasta dejarlo de sobra, de los buenos manjares que allí por todas partes había), se enguedechóu 'l baítche qu'en toes les bodes les xentes encalducaben (se enredó el baile que en todas las bodas las gentes hacían), fechu per la múxica xaraneira y'allegre del pandeiru ya la gaita, e axín tóus enlloquecíus de gouzu danciarun entexuntus ya hermenáus fasta 'l mesmu albiare, xeitu nel qu'entamangarun folixouxa engarradiétcha de galgazus, ente dus mozacus del chugar de Mariela, ya lus rapazones de l'aldeina d'Aldexuxan. (Hecho por la música jaranera y alegre de la pandereta y la gaita, y así todos enloquecidos de gozo, bailaron entrejuntos y hermanados hasta que llegó el amanecer, lugar que prepararon una sonada pelea de estacazos, entre los mozos de la aldea de Mariela, y los mozarrones de la aldeina de Susana). Tal pelea fue originada por los desmedidos insultos despreciativos dirigidos a los mozos de Aldexuxan, por los de la aldea de Mariela, asegurándoles que no llevarían a la santina Mariela a vivir con ellos a su aldea maldita, donde jamás había nacido ni una sola mujer, por la causa de ser todos hijos del mismo diablo. Tras de la feroz pelea, donde no sucedieron achuquinamientos (muertes) por mor de las sabias intervenciones de los ancianos de entrambas aldeas, el novio, sulfurado y ensangrentado por la titánica lucha desarrollada, en aquel mismo amanecer acompañado de todos sus parientes, se llevó a Mariela que no hizo ni la mínima negativa, y no permitió que recibiese de sus padres ni el valor de una cuyar (cuchara) de cuanto a ella le perteneciese. —Acuétchula d'un reflundión el magotón d'Amaliu a la felliz ya xonriyente Mariela, ya namái conel paxiétchu puestu, escarranquetóula d'enría la xiétcha pintureira del sou cabatchu, ya despós, conun blincu de corzu puenxuse el tres d'echa, ya cudiáu per tous sous vecinus que yeren tous parentela, xebrárunse d'aquel chugar, esnalandu nel aire ixuxus d'allegría, axenitáus nus sous cabatchus axalbaxáus lu mesmu qu' echus ya lleldáus dientru d'una ñatural ya roxurosa allegría. (Asió de un rápido tirón el bruto de Amalio a la feliz y sonriente Mariela, y nada más que con la ropa que llevaba puesta, la ajinetó encima de la pinturera silla de su caballo, y después, con un salto de corzo púsose él detrás de ella, y escoltado por sus vecinos que eran todos parentela, se marchó de aquel lugar lanzando al viento ijujús de alegría, ajinetados todos en sus caballos asalvajados lo mismo que ellos eran, y crecidos dentro de una natural y enloquecedora alegría). La cariñosa bondad, y la fértil felicidad y alegría que en todo momento emanaba torrencialmente de la encantadora Mariela, muy pronto cautivó y contagió a todas las gentes del Aldexuxan, pequenos y grandes, con tal frenesí llegaron a quererla, a adorarla y mimarla, lo mismo que si se tratara de un ser sobrenatural, que había llegado a la aldea para alegrarles a todos sus vidas. Durante el tiempo de su preñez, era Mariela atendida en todo momento por las mujeres de la aldea, y los hombres y los niños, estaban más pendientes de ella, que de sus trabajos y sus juegos, siempre le traían del campo flores y variedad de frutos, y todos al mirarse en sus encantadores ojos, la felicidad y el gozo en sus espíritus advertían. Era Mariela para todos, algo que ni tan siquiera habían soñado que existiera. Al Aldexuxan habían llegado de sus aldeas todas las mujeres que la cuidaban y mimaban y ninguna de ellas jamás había sido feliz ni encontrado la alegría en su espíritu en aquel lugar al que muy pocas de ellas habían llegado por su propia voluntad. Sin embargo al mirarse en los resplandecientes ojos de Mariela, al sentir el hado misterioso que en todo instante rezumía de su ser, llegaba a sus entrañas por primera vez raudales de gozo y alegría, que las llenaba de felicidad, y de una dicha embriagadora y sublime. Por eso entre ellas silenciosa y secretamente empezaban a decir que Mariela era divina, misteriosa y buena, y que en cualquier momento el cielo la llevaría, y dejaría a la aldea tan llena de tristeza y pena como antes lo estuviera. —Xabela la muyer d'Antón el Curuxu, que yera la que mexor amañaba lus dellicáus fatiquinus pa lus guaxinus cabantes de ñacer, ya le fixera tous lus paxiétchinus y'escarpinacus que ñecexitare 'l melgueiru nenin que traxera 'l mundiu cundu betchara la xantina Mariela. (Isabel la esposa de Antón el Buho que era la que mejor hacía los delicados ropajes propios para los niños recién nacidos, ya había industriado todos los trajecitos, calzas y demás vestiduras, que necesitase el dulce niño que trajese al mundo cuando hiciese su alumbramiento la santina de Mariela). —Tamién Xacintu 'l Utre que yera abondu curioxu pa carpinteirar, fixera 'n trubiétchu con maera de ñocéu, qu'al falar de toes les xentes d'Aldexuxan, nin el más empericotáu de tous lus nenus ñacíus ya cuaxi, cuaxi 'n per ñacere, xamás de lus xamaxes oitre mexor nun hubiés d'aquién lu fixera. (También Jacinto el Aguila que era muy mañoso para hacer de carpintero, hiciera una cuna de madera de nogal, que al hablar de todas las gentes del Aldexuxan, ni el más afamado, ni suertudo niño nacido, ni casi, casi de los aún no nacidos, jamás de los jamases otra mejor no hubiese quién se la hiciera). Todo estaba preparado para el día que el angelín a la luz amaneciera, y todos en la aldea, desde su madre hasta el más inocente de los pequeños que por aquellos montes correteare, esperaban ilusionados la venida de aquel inocente ser, fruto de las entrañas de quien les había a todos sembrado en sus espíritus la dicha y la alegría, hasta ya le habían elegido los padrinos y hasta el mismo nombre que debía llevar, el asunto era que naciese dentro del tiempo natural, y que no le trajese ningún amolexíu (mal) a la santina Mariela. Como todo en la vida tiene su tiempo de espera, y todo cuanto se espera si atañe a los procesos naturales llega, así vino el momento del alumbramiento de Mariela. Fue una mañana de los principios de la primavera, cuando todos los árboles y las plantas despertaban jubilosos y en silencio a la floreciente vida donde comenzaban, los malvises y jilgueros volvían a cantar alegres y bulliciosos, tras la mudez que les infligiera el frío y nevado invierno, fue aquella luminosa y primaveral mañana cuando todas las gentes de la aldea, se reunían contentas y felices a la par que en sus interiores algo preocupadas y temerosas, como si presintieran que algo irremediable le habría de ocurrir a la santina Mariela. Digo que todos reunidos en la casa de Mariela, anhelantes esperaban tan natural y querido acontecer. Algunas mujeres llenas de firmes creencias, rezaban sin descanso, pidiéndole al Faidor (Hacedor) y a sus santos más allegados, que la feliz nueva se alumbrara por los cauces naturales, y que Mariela no cosechara arduos sufrimientos. Otras más mañosas en tales menesteres, parteaban ilusionadas y eficientes, en cuantos cometidos quce en tal proceso se requieren. Al fin, de las entrañas de la parturienta, brotó la vida, y todas las gentes al presenciar aquella recién nacida criatura, doblaron sus rodillas en el suelo, y una oración de gracia en el cielo pusieron, dentro de la gran dicha y alegría que jamás sintieron. Porque por primera vez en toda la historia de la aldea del Aldexuxan, había nacido una niña, una hermosa niña que rompía con su divino milagro, el maléfico castigo que les había acompañado siempre. Tal milagroso acontecer, alborozó a los vecinos del Aldexuxan en tal altura, que por unos instantes se olvidaron de la moribunda Mariela, y cuando al fin Isabela enloquecida por la alegría que le hacía caminar por el incansable sendero de la dicha, digo que Isabela se dirigió respetuosa y venerativamente hacia Mariela, y besándola con gran cariño en su frente radiante de felicidad le decía, que el maleficio que pesaba sobre las gentes de la aldea, de no haber tenido jamás una mujer, una niña, ella porque era una santina, lo había roto al alumbrar aquella preciosa criatura, que era para todos los seres del Aldexuxan el fin del conxuru (conjuro) que desde siempre sobre todos pesaba. La moribunda Mariela, con su sonrisa encantadora siempre pendiente de sus labios, y una luz misteriosa y hechicera que en todo momento de sus bellos ojos se desprendía, les hizo comprender a los allí reunidos, que eran todas las gentes del Aldexuxan, que era Mariela algo que pertenecía a la divinidad de lo desconocido, y que no podría morar entre ellos, nada más que con su espíritu. Así silenciosamente Mariela, a todos miraba cariñosamente y todos se sentían bajo su embrujante y acariciante mirada, protegidos de cuantos males en la Tierra hubiese, y navegantes en una dicha que ni en sueños la esperaban. Llué Mariela con sou melgueira fala, que yera múxica de lus mesmus ánxeles, a tóus les dixu 'ndenantes de que del sou curpu xebrárase la vida: (Luego Mariela con su dulce palabra, que era la música de los mismos ángeles, a todos les dijo antes de que de su cuerpo se marchase la vida): ¡Disde güéi, toes les múcheres d'ista embruxadora aldina, parirán nenus ya nenes. Lu mesmu que faen les femes de tou 'l mundiu, y'enxamás naide mirará a lus vuexus homes, comu fasta gora toes les xentes lus fixeron, nun vus ruegu namái, nistus postreirus xeñaldares de la miou vida, que nun catéis caxorius amañáus pa lus vuexus fíus, dexái qu' echus atopen ya curién lus sous cortexus qu’en xcitu 'l sou querer mexor lus falague. Pos nun ye nagua bonu arretrigar la xuventú 'l cubiciu antoxadizu qu'entamanguen lus sous páes. Pos abondu felliz ya rica ye la xente probe, que rucandu de borona un cantezu, ou 'n tortu fechu d'enría 'l llare, son dichóuxus ya fellices fasta que de viétchus muerran. Ya munchu probe y'esgraciaína ye l'oitra xente, qu'amamplén tién de tóu lu que ñecexita, y'enfelliz ye, perque nun puén disfrutayu, con amore ya bone compañe. (Desde hoy, todas las mujeres de esta embrujadora aldeina, parirán niños y niñas, lo mismo que hacen todas las hembras del mundo entero, y jamás nadie mirará a vuestros hombres con el desprecio que hasta ahora todas las gentes les hicieron. No os ruego nada más, en estos postreros respirares de mi vida, que no busquéis casorios preparados para vuestros hijos, dejazlos que ellos busquen y cuiden sus amores en el lugar que su querer mejor los halague. Pues no es nada bueno, amarrar la juventud, a la codicia antojadiza que hacen sus padres. Pues muy felices y ricas son las gentes pobres, que comiendo un mendrugo de pan duro, o una torta cocida encima del lar, son dichosos y felices hasta que de viejos se mueren. Y muy pobres y desgraciadas son las otras gentes, que poseen todo cuanto necesitan, e infelices son, al no poder disfrutarlo, con la paz del amor y la buena compañía). Así fue como se despidió la melguera Mariela, antes de entregar su sublime alma, al Infinito poder de la Divinidad invisible, dejando a su cuerpo muerto llorado con gran pena, por aquellas sencillas, naturales y nobles gentes de la aldea del Aldexuxan, que harían de ella al correr del tiempo, la Santina Mariela. Yo no puedo afirmar si esta narración es una historia, una leyenda o quizás un mito, sólo se decir, que mi tía abuela aseguraba cuando me la contó, que era tan cierto como que ella se tenía que murrer (morir). También recuerdo cuando yo era un guaxiquín (muy pequeño), haber escuchado decir a las más viejas de estas aldeas, aconxexandu (aconsejando) a las mujeres que teniendo varios hijos varones, ellas querían tener una niña y no lograban alcanzar tal deseo. Digo que las ancianas les aconsejaban así: —Lo que tenéis que hacer si queréis tener una niña, es rezarle todos los días con buena fe a la Santina Mariela, ya veréis como el primer hijo que tengáis sin ninguna duda ha de ser una hermosa niña.

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  • 12 baldri

    Baldri ou de baldre, quiere esto decir que es regalado o medio regalo, Exemplu: —¿Dou trabayes Xulín? ¡Na gora 'n dalgún cháu tou xubiláu! ¿Ya cuntu te dexarun de xornal ouh? ¡Poucu miou hernenu, dexárunme de baldri! (¿Dónde trabajas Julio? ¡Ahora en ninguna parte estoy jubilado! ¿Y cuánto te ha quedado de pensión oye? ¡Poca cosa hermano mío, casi no me dejaron nada!

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  • 13 briscada

    Briscada, juego de cartas, quizás el más usado antiguamente en los chigrinus (tabernas) de las aldeas, y en las veladas de los inviernos en les teixáes (las casas). En esta poesía de Xulín de Lluza, podrán ustedes comprender hasta dónde se podía llegar xugandu la brisca. LA BRISCADA —Baxara Pín el de Rita / dos magüetes al merquéu, / con ánimu de vendeles, / pa poder xuntar lus cuartus / quéi debía ‘l Colloráu, / d'un praín que che mercara / ya ta nun taba pagáu. —Vendiú entrambes magotines / namai que chegú'l merquéu, / ya contentu per el tratu / qu'el sou paicer fixera, / foi llapar una roblada / a ca Xamín el Brisquiru, / que yera amigón d'él / per xugar llargas briscadas. —Achí topóuxe con Xuan / del chugarín del Fonticu, / que tamién hubiés vendíu / una bétcha con un xatu, / ya tamién pel sou falar / fixera'n fadiernu tratu. —Xuntu con Xuan taba Xirgu / el Xugueiru de Xograndiu, / que lu mesmu faia madreñes, / esquirpies, goxes, maniegues, / cachapus ya garavatus. / Tamién faia mexories, / pa coyer enus panzales / les espigues llevantáes. / Duernus, zapicus, cuyares, / el Xirgu yera un artista / trabayandu la maera / ‘embaraxandu les cartes. —Tubierun lus tres paixanus / coñucíus de la ñacencia / manque de xebráus chugares, / fayénduse parabienes, / convidánduxe entexigu / metantu allegres falaben. —Falaben de les sous vaques, / de les reciétches menúes, / de coxeches ya paciones, / de xugus ya de maniegues, / de la mucher ya lus fíus, / ya d'oitres couxes dispares, / metantu nun falen pouxa / enu del codu empinare. —Xamín trés el mostraor / al lláu d'echus tamién taba, / ya más qu'oitrus l'abroncaben / perque'l xervivus tardaba, / él deciayes espaciu... / qu'un díe pa morrer non falta. —Nistu taben tous / cundu dixu Xirgu / mirandu'l Brisqueiru, / que naquel lleldar / chaba'n xorbu'l vasu. —You de bona gana / chaba una briscada, / si nuexus amigus / quixeren xugala, / pero no'n xarrucu, / n'una convidada, / senún dalgu gurdu, / per exemplu digu, / quince ou venti pesus / per cá partidaca. —Xamín el Brisqueiru / dexu'l mostraor, / fó pa la cocina / dou la sou mucher / el pote encaldaba, / ya dixoi mu xeriu: —Atinde'l ñegociu, / dexa'l pote agora, / que you vou xebrame / con istus amigus, / pa xugar sen priexa / una gran briscada. —Dientu'n rexerbaín / que Xamín tenía, / dunde non dexaba / que naide agüeyara, / namai que lus cuatru / que xugandu taban, / con baraxa nueva, / qu'al escoti tous / p'empezar pagaban, fixerun parexa, Xirgu y'el Brisqueiru, / Xuan ya Pín de Rita, / partida a seis xuegus, / el empate ñulu, / diez pesus per barba. —Ya cantaba'l pitu / el díe d'oitre díe, / cundu Pín de Rita / ente ruca e llapa, / gora fuma'l puru / más tardi la faria, / xuntu lus diez pesus / per partía xugada, / dexú na Briscada / entrambes magüetes / xuntu'una deudá / que per ser del xuegu, / yera muy xagrada. —Xuan el del Fonticu / perdiú la betchada, / y'un cuarexu cuartus / que tamién chebaba. —Xirgu'l de Xograndiu, / llevantú las ñalgas, / d'enría la xiétcha, / dunde'n tua la nueche / nin pa dir mexare / nun l'abandunara. —Recuyú lus cuartus / que pal sou lláu taban, / llantúlus nel bulxu / sen cuntar nin nagua, / ya díxole a Pín / con musgueira fala: ¡Non t'eñoxes Pín, / que se güéi perdiesti / oitre díe ganas, / y' axín entamblicamus / nisti viciu nuexu / de faer la briscada! —Xamín nagua dixu, / engrifú'l focicu, / ya con lus sous dius, / espenú nus güétchus / fatáus de llagañas. / Abriú'l pacharun / de sou boca prieta, / unde rellucíen / escosáus caniles / betchaus de magañas, / y'esperóu que tous / dexaren el chigre, / pa pietchar la puerta / ya dir pala cama. —Esfechu'l sou cuerpu, / y'esgazá sou alma, / Pín el de la Rita / sin un perru'n bolxu, / colóu pa só'aldea / fayendu sous cuntes, / ya d'anguna yera / en nagua atongada. —Diba 'toroyáu, / pensandu nel xuegu, / ya nes sous magüetes / que Xirgu'l Xugueiru / dientru sou cuarexa / camín de Xograndiu / coneches colara. ¡Ay de mín...! —falaba. / ¡Cundu achegue ‘l teixu / ya diga a la Rita, / que nuna briscada / perdí las magüetas, / y'al contrie empufeime / en más de cien pesus, / que son nel merquéu / oitres dos moxéas! —Metantu a la Rita / ya le habíen faláu / con cuite n’uréa, / un vecín d'al lláu / que fora'l merqueu, / qu'el sou Pín na vítcha, / taba’n cá'l Brisqueiru, / xugandu lus cuartus / de las sous magüetas. —Chegóu Pín al postri / a la sou teixada, / dunde Rita taba / llindiandu'n so'espera, / sen haber piéstchau / en tua la nueche / un güetchu xiquiera. —Namai qu'entru dientru / de la sou teixada, / dixole la Rita / del tou engafada,/ llancándoi lus güeyus / qu'encaricotiáus, / daben na roxura / que la probe Rita / alloriada andaba. ¡Unde tan lus cuartus, / baldrayán de home! / ¿Dúnde tan lus cuartus / de las mious magüetas? ¡Deixame Ritina, / deíxame achucame, / que tenu'l celebru / que nun sei se soy, / Pín el de la Rita, / ou so'alma en pena! —La Rita que yera / de fégadus prietus, / muyer fortachona / ya d'angarradiétcha, / chói manu'l sou home / a entrambes pecheras, / ya dandoi ximielgus, / falabai chorandu, / dientru la gafiera / qu'un llocu fixera: ¡Dúnde tan lus cuartus / llimiagu de home...! / ¿Unde tan lus cuartus / de las mious magüetas ? —Pín que na sou manu / traía la güitchada, / que Xirgu'l Xugueiru / non se la quixera, / al vese tratau / pe la sou mucher / d'aquecha manera, / aparriói nel llombu / cuatru cibiétchazus, / ya nun istantín / quitói la lloquera.

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  • 14 calzaúras

    Calzaúras, las calzaúras son los zapatos por así decir del ramu (rastro) y de la carriétcha, las calzaúres lu mesmu que lus caidones del ramu ya la carrieya, tenen que ser de les cogüétches de lus espiñeirus, lus carbayus, les fayes, frisnus, uxéa de toes les maeres más dures, perque xi se baxa puengu per exemplu 'n corceguéu de yerba disdi un préu alonxáu de l'aldina nuna gora d'andadieya, per un camin de pedras d'oxizu, ya nun ta la yerbe ben ubrá, fixu que con dous ramáus que se baxen, manquei les calzaúres sean d'espiñeiru ou carbayu, fixu qu'oitra vez ún ten que calzare 'l ramu, senún esfaranse lus tendales. (Las calzaduras lo mismo que los timones de los rastros, tienen que ser de las cepas de los espineros, los robles, las hayas, los fresnos, o sea de las maderas más duras, porque si se baja pongo por ejemplo, un rastro de hierba desde un prado alejado de la aldea una hora de andadura, por un camino de piedras volcánicas y no está la hierba bien curada (seca), fijo que con dos rastros que se bajen, aunque las calzaduras sean de la madera más dura, fijo que otra vez hay que calzar el rastro, sino se desharán los tendales. (Tablones del rastro). —Yo desde siempre he considerado que todas las palabras de la Llingua d'Asturias están atadas, ligadas, son la vida del pastoreo y el campo, por lo tanto quienes desde niños no hayan vivido intensamente esta clase de trabajos, no pueden contar absolutamente nada por muy buenos plagiadores que sean de despacho. Y si se atreven a hacerlo, como de hecho lo hacen, sus decires mistificados y casi del todo falso, serán la risa de los entendidos en tan hermosa materia como es la Falancia d'Asturias, y contribuirán al enredo y engaño, aunque por otra parte yo también pienso, que las gentes asturianas llevan en el alma la verdad de sus auténticas raíces, y por muchos títulos que tengan «estos profesores del plagio y la mentira», jamás podrán equivocar al más incauto de los astures.

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  • 15 chumáu

    Chumáu, borracho. Fae munchus anus, tandu you arretrigáu na cárxel d' Aviles, taba you de cabu vares perque axindi me fixeran lus funcionarius d' aquecha teixa d'arretrigamentu que cuaxi tous yeren llexonarius que viexen fechu la guerra, menus el director que mandaba menus que you que yera un prixu enchufáu per mious hermenus lus llexonarius. El axuntu yera que you vivía nun mexor que lus oitres compañeirus, peru dientru de lu que cueye, yera un prixu que m'abayaba dientru de la cárxel con abonda más llibertá que tous lus demás. —Alcuérdume que yera pel envernu nuna nuetche chuvioxa y'enxenebrá, nun había na cárxel d'aquecha namái qu'una ucena de prixus ya tous tabamus acorripáus dientru d’una celdona, ya you yera 'l responxable de lu que pudiés xuceder achindi, que xucedíe de tou peru con munchu envidayaxe, pos lu mesmu xugabamus a les baraxes, ou endeveces tamen chumábamus vinu fasta 'l cuaxi entarrascanus, pos cuaxi tous lus funcionarius teñíalus you engayoláus per mor de que xempre taba cuaéchus falandu de couxes del Terciu, ya paime amindi que you xapíe más de la LLexón que tous echus xuntus, manque viexen fechu la guerra ya ganáranla. La LLexón foi pamindi disdi endenantes de la miou ñacencia dalgu mu xagráu, perque ‘l miou pá foi Fundador del Terciu ya LLaureáu, ya per xin daquién l'alcuerdia nomábase Xuliu Gómez Sánchez, ya perque you tamén me fexe llexonariu, per toes istis cuoxes la LLexón ye pamindi dalgu mu queríu ya mu Xagráu. Lu mesmu que per miou Melgueira ya Embruxadora Tierrina you dóu miou vida en tous lus cheldiares, pos tamén per la LLexón lu faría, ya se dalgún díe tuviexe qu'elexir ente les dous, faríalu per miou Tierrina que ye miou mesma LLexón. El casu foi qu'aquccha nuétche 'l cocineiru que yera un prixu que taba na cárxel per ser un rapiegacu fixera pa cenare fabes prietes con pataques, ya tan xaláes les encalducóu, que mu pouques enzulamus, per ixu quedóu 'n potaráu d'eches que cundu 'l funcionariu de xerviciu nus pieschóu na celdona, metiemus pa dientru 'l potaráu de fabos per xi dalgún quixés enzular d'anguna pela nuetche, comu faticáus d'endeveices fexéranus, pos teníamus la lluz toa la nuétche, ya namái que you podía matala cundu mexor nus encaldare, el casu fói, que tabamus tous acorripainus dientru de la celdona, caún al sou cheldare, pos d'angunus ya taben achucáus n'aquechus camastrus xiringantes, con lus xergonzatus esgazáus la metá d'echus y'ameruxáus de trelda per tous sous cháus, pamindi qu'aquechus camastrus yeren cameres de gochus, ya nun de prexones, peru per aquechus tempus la vida yera 'nxina, perque la Xusticia ya la LLibertá taba tan arretrigá comu lu tábanus nuexóitres. —Xeríen les déz de la nuétche cundu 'l cerroxu del portón de la celdona ureámuslu ruxir, ya don Muél un funcionariu que viexe xíu xargentu 'l Terciu, 'n bigardu de paixanu comu 'n carbayu de forti ya grandi, abrióu la porta 'l entestate ya dexóu cayer dientru la celda un esquelléticu home que traíalu en vollantres, el probetayu esgraciaín taba de moyáu lu mesmu que xi lu viexen piescáu na mar, llugar dóu él llanzárase p'achuguinar la sou mixerable vida, xegún falara 'l muñicipal que lu viexe traíu pa la cárxel, pos al paicer la tarrasca que lu l'engorochaba fixérale afogese mesmamente dellantri les ñarices del muñicipal que fora quién le xalvara la sou vida. —Aquel pingayán de home tal paicía que taba enruxuráu, per nun falar que llocu d'atechu per mor de la llabasca chuma qu'al piecer l'endubiétchara, el casu fói que don Muél díxome que lu llindiara fasta qu'escosárasele la chuma, ya xin más pallabres gulgu pieschar la porta 'l funcionariu ya dexónus dientru aquel paixanu,que namái que se xebróu 'l guardián puénxuse 'n pé comu se fora ellétricu ya comencipióu agüeyanus con lus sous güétchus arremelleus, choramicóuxus ya gafus, lu mesmu que xi quixés achuquinanus a tous nuexóitres, despós achucóuxe d'enría 'l sou camastru ya comencipipu chorar, ya tembluxar nel cheldar que queixábase con pallabres desfilbanáes ya tartexas, despós allevantóuxe comu 'n rellámpagu ya comenciplóu dar truñazus con la sou testa escontres la porta que taba forrá per dientru con champles de fierru,,coyímuslu nel escape cuenxolándulu comu mexor pudíamus, aconsexánduye que nun fixera couxes que l'amollecían, peru él texendu per xebrase de nuexóitres falaba que quería morrer, que nun escanxaríe fasta chuguinar la sou mixerable vida. Dexéi 'l paixanu cuaxi d'atechu xoxegáu na compañe d'oitres compañeirus que lu consolaben a sou maneira, ya you coléi con lus oitres que tabamus encaldáus endenantes xugandu ‘l tute unes boteches de vinu pal oltre díe. —Metandu taba xugandu, comencipiarun les caxiétches del mıou envedeyaxe nel envidayar de lus cheldares encaldáus per aquel chumáu paixanu, ya tales penxamentus allumbrárunme la lluz de qu'aquel condenáu paixanu nun quería morrer, perque se daquién quiér achuquinase nun lu faera dellantri les ñarices, senún que catará un llugar dou naide l'agüeye, lu mesmu que cundu testaróu escontres la porta, aquechus truñazus que fixera d'enría les sous manes nun yeren pal querer bramar la mochera catandu la Cadarma, aquel paixanu yera un granuxa que dalgu cataba con tous aquechus esparabanxus. —Lluéu tubiemus que dexar de xugar pa dír fasta la porta dou oitra veiz el paixanu suxetáu per dous compañeirus enfocicábase per truñala, entóus díxeme amindi mesmu qu'aquel homacu de trelda diba xodenus tou la nuétche con tantu querer truñar la porta, 'l casu fói que cheguéi xuntu d'él ya díxele que you yera 'l cabu achindi dientru, ya que xi lu que quería yera morrer que nuexóitres lu dibamus achuquinar peque dexara de faer tanta griesca. —El casu fói, que quitéi la pretina de lus mious calzones, pediyes a lus mious compañeirus las d'echus, ya metantu que con cuatru ou cincu pretines you faía un rixu llargu, 'l condenáu paixanu que xapíe más de cárxeles ya granuxeríes que tous nuexóitres xuntus, glayaba xaforáu que xín que quería morrer ya chuéu. —Cundu tuve 'l rixu corñaleiru fechu, fíxele un treizu ya punxeilu 'l paixanu nel piscuezu ya nun fexu esparabexu dangún, tal paicía que yera verdá que cataba la Cadarma, chevámuslu axin coyíu per el roncial comu pochín que yera fasta lu cabeiru la celdona dou comu a dous metrus del xuelu había un ventanalón enrexáu, ya cundu me xubí d'euría 'l camastru p'enretrigar la pretina na rexa con mires d'afogalu per la chancia, 'l probe paixanu llantandu sous rodiétches nel xuelu, chorandu comu 'n nenu examparáu, amamplenáu d'un miéu que per tou 'l sou curpu s'allumbraba, cundu comprendióu que díbamus afogalu na sou verdá de nuexa chancia, díxunus xuplicanti qu'él nun quería morrer, que taba xin trabayu, xin teixá, xin nagua, que lu que viexe fechu fora namái paquelu llanteren dientru de la cárxel, anxina ente la cárxel yal lus papelaxus de xueces ya mélicus de llocus, paxaba lus envernus abelugáu, en teixá xin goteres, camastru enxútchu, ya comedera gratis, fasta qu'achegare ‘l bon tempu, ya qu’istu mesmu fexéralu fatáus d'endeveices noitres ciodaes dandoye un bon rexultáu. —El casu foi que tous nus punximos m'allegres, ya 'l mesmu paixanu xonriyente quitóu del piscuezu 'l treizu, ya fóu desaparexondu les pretines nel mesmu encaldar que nus las apurria, ya despós preguntóunus se teñíamus dalgu qu'enzular pos taba tarazáu de fame, entóus el cocineiru puénxule 'l pote de fabes ente les sous piernes nel mesmu lleldar que l'apurría un cantezu de pan ya la cuyar, ya díxole qu'enzulara fabes fasta que se fartase. —El paixanu allugáu pela fame xentose d'euría 'l camastru conel pote ben terciáu ente sous pates, ya comencipióu escuyarapar per les fabes nun topándoles nagua xaláes, ya xin guniar pallabra con naide dexóu 'l pote escosau de potaxe, despós llapóu trés tal escomunal fartura un xarricáu d'agua del cañu del retrete, ya dexeguíu endolcóuxe nel catre con tous sous fatus puestus moyáus comu taben, ya tapánduse con una mantaxe que yera lu mesmu qu' un xacu gochu ya ruín, comencipleu con la mochera encobertoriada nel xurniéu catandu 'l xuenu. —Nun debía d'atopase ben nel sou xeitu, pos él nun faía namái que dar gueltes ya bufar encomoláu debaxu 'l mantaxu, metantu qu'el catre xiringotiábase dientru d'unus chirríus del fierru ferruñosu, ya despós d’abayucase nun mamplenáu d'encoyese y'espurrise, lleldar bufíus ya corcoubus, comencipióu queixase, primeiru xelliquín, despós con más xixa, ya per últimu llevantóuxe del camaretu encoyíu con les manes aprietandu 'l sou banduyu,que debía de tenelu mu terriu per mor del potaráu de fabes quenél nun coyíen, ya nun queríen xebrase nin per d'enría ni per d'embaxu, per ístu 'l paixanu taba que bramaba xegún el miou paicer yal de tous lus mious compañeirus, que primeiru tomámuslu en rixes, y'angunus gracioxus llanzábanye puches, munches tan gracioxes que más royír nus faíen, el probe paixanu que nun faía namái que dar gueltes pela celdona con les manes afaxandu 'l banduyu ya queixánduse ya con glayíes abondu xubíus, debía de tar envidayandu que taba dientru de la mesma ufixina del diañu, 'l agüétchar comu tous mu contentus nus reyíamus xin faele dalgún casu, dexose cayer nel xuelu llanzandu glayares tan fortes falandu que morría ya que per el amor del Faidor chamaramus un mélicu. Nun féxume falta ’mindi chamar al funcionariu, pos con tal enlloquecía folixa vienu él chuéu conún llátigu na manu, pa falagái 'l chumbu, anxina qu´ abrióu la porta don Muél enruxeráu de mala lleiche, ya coyendu 'l probe paixanu quetaba esmurgazáu nel xuelu fayendu corcóubus ya llanzandu glayíus per mor del dollor, comencipiou primeiramente ximielgándulu, que tal paicía ante les sous manes comu 'n maruxonín de trapaxus, urdenánduye qu'afogara lluéu 'l glayar, ya senún lu faía diba queixase per dalgu. Peru 'l paixanu nun atendíe más pallabres que les qu'allumbraben lus sous dollores, que nun yeren oitres qu’el falar que se morría senún chababen con priexa un mélicu. —Don Muél comprendiou que nun yera la chuma la que l'encibiétchaba, cundu le cuntamus que se viexe 'nzuláu 'l potaráu de fabes, anxina foi que tirándulu d’enría 'l camastru díxule que yera un allicuéncanu, ya que xin per él fora chindi morría xin oitres cudiáus. —Gulgunus pieschar la porta don Muél xebránduse de nuexoitres xin falar más pallabres, ya comu a la gora ou anxina, chegarun cununa camiétcha dous homes de la Cruz Roxa, ya enxamás xupe xin viexe morríu ou sanáu aquel probetayu de paixanu, pos manque ye preguntéi 'l funcionariu per él, díxome que nun xapíe nagua. TRADUCCIÓN.—Hace muchos años, estando yo prisionero en la cárcel de Avilés me habían dado el oficio de cabo de varas, porque así lo habían querido los funcionarios de aquella casa de encadenamiento, casi todos ellos habían sido legionarios en la contienda de Nuestra Patria, todos menos el director, que mandaba menos en aquel pequeño presidio que yo mismo, que era un preso enchufado por así decirlo, por mis hermanos los legionarios. —El asunto era, que yo no vivía mejor que mis compañeros de infortunio, pero dentro de lo que cabía, yo era un preso que me movía dentro de aquella cárcel, con mucha más libertad que todos los demás. —Me recuerdo que era por el invierno, en una noche fría y muy lluviosa, y no habíamos en la cárcel de aquella nada más que una docena de presos, y todos estábamos acomodados dentro de una grande celda, de la cual yo era el responsable de lo que pudiera suceder en ella, que acaecía de todo pero con mucho talento, pues lo mismo jugábamos a las cartas, y demás juegos prohibidos, que solíamos beber vino hasta casi emborracharnos, pues a todos los funcionarios yo me los tenía tan ganados, que solía conseguir de ellos muchas prohibidas cosas, y todo era por mor de que yo siempre estaba hablando con ellos de cosas del Tercio, y a mí me parecía, que yo sabía de la Legión más que todos ellos juntos, aunque hubieran hecho la guerra convirtiéndose en vencedores de la contienda. —La Legión ha sido para mí desde antes de mi propia nacencia, algo muy sagrado, porque mi padre había sido fundador y Laureado de Ella, y por si alguien se recuerda de su nombre, se llamaba Julio Gómez Sánchez, y porque yo también forme en sus filas amándola y queriéndola. Por todas estas cosas, la Legión siempre fue para mí muy sagrada y querida. Lo mismo que por mi Dulce y Embrujadora Tierrina, yo doy gustoso mi vida en todos los sucederes, pues también por la Legión lo haría, y si algún día tuviese que elegir entre las dos, lo haría por mi Tierrina que es mi propia Legión. —El caso fue que aquella noche, el cocinero que era un preso que estaba en la cárcel porque era un ladronzuelo, hiciera para cenar judías de color con patatas, y tan saladas le habían salido, que muy pocas habíamos comido, por eso quedó en la perola casi toda la cena, y cuando el funcionario de servicio nos encerró en la celda, metimos para dentro la perola de judías, por si alguno quería comer alguna por la noche como muchas voces hacíamos, pues teníamos la luz toda la noche, y nada más que yo podía apagarla cuando mejor nos pareciese. Sucedía que estabamos todos los presos dentro de aquella grande celda, y cada cual hacía lo que mejor le pareciese, algunos ya se habían acostado en aquellos camastros que se movían como columpios, con los jergones rotos la mitad de ellos, y llenos de suciedad y porquería por todas partes, para mí que aquellos inmundos camastros eran propios para los cerdos y no para las personas, pero por aquellos tiempos la vida era así, porque la Justicia y la Libertad, se encontraba tan prisionera como nosotros mismos. —Serían aproximadamente las diez de la noche, cuando el cerrojo del portón de la celda le oímos chirrear y don Manuel, un funcionario que había sido sargento del Tercio, un gigante de paisano como un roble de fuerte y grande, abrió la puerta de par en par y dejó caer dentro de la celda un esquelético hombre que traía entre sus poderosas manos lo mismo que si fuese un muñeco. El pobre desgraciado estaba de mojado, lo mismo que si lo hubiesen pescado en la mar, lugar dónde él se había lanzado para asesinar su miserable existencia, según había manifestado el municipal que le había traído a la cárcel, pues al parecer la borrachera que le envolvía, hiciérale ahogarse mismamente delante de las narices del municipal, que fuera quién le había salvado la vida. —Aquel pingajo de hombre tal parecía que no estaba bien de la mollera, por no decir que loco del todo estaba, por causa de la asquerosa borrachera que al parecer le enmadejaba. El caso fue, que don Manuel me dijo que le cuidara hasta que dejase de estar tan borracho, y sin más palabras, volvió cerrar la puerta el funcionario, dejándonos dentro aquel paisano, que nada más que el guardián se había marchado, se puso en pie con tal rapidez como si eléctrico lo fuera, y comenzó a mirarnos a todos con sus ojos sumamente abiertos y extraviados, lagrimosos y muy amenazadores, lo mismo que si pretendiese asesinarnos a todos nosotros. Después, se acostó encima de su camastro y dio comienzo a llorar desconsolado, al mismo tiempo que temblando todo él, se quejaba con palabras deshilbanadas y tartamudeantes, después se levantó con la velocidad de un relámpago, y comenzó a envestir puñando con su cabeza contra la puerta, que estaba forrada por la parte de dentro con chapas de hierro, le cogimos con rapidez consolándole como mejor supimos, a la sazón que le aconsejábamos que no hiciera cosas que le harían daño, pero él forcejeando por escaparse de entre nosotros, decía que quería morirse, y que no descansaría hasta asesinar su miserable vida. Dejé al paisano casi del todo sosegado en compañía de otros compañeros que a su manera le consolaban, y me marché con otros a jugar una partida al tute en la que antes estábamos enfrascados jugándonos unas botellas de vino para el día siguiente. —Mientras estábamos jugando, comencé a estudiar con mi pensamiento los haceres lleldados por aquel embriagado paisano, y tales encerebrares me alumbraron la luz de que aquel condenado borracho no quería morir, porque si cualquiera se quiere quitar la vida, no lo hace delante de las narices de un guardia, sino que lo más propio, es que busque un lugar donde nadie le vea, lo mismo que cuando envistiera contra la puerta, aquellos cabezazos que hiciera encima de sus manos, no eran para quererse abrir la cabeza buscando la muerte. —Aquel paisano era un verdadero granuja, que alguna cosa andaba buscando con todos aquellos espavimientos. —Muy pronto tuvimos que dejar de jugar, para ir de nuevo hasta la puerta, donde otra vez el paisano sujetado por dos compañeros se encorajinaba por querer puñarla de nuevo. Fue entonces cuando me dije a mí mismo, que aquel hombre de mierda, nos iba a fastidiar toda la noche con tanto querer puñar la puerta. El caso fue, que llegué a junto él y le dije que yo era el cabo de la celda, y en ausencia de los funcionarios yo era quién allí mandaba, y si lo que quería era morir, que nosotros mismos le íbamos asesinar para que dejase de armar tanta gresca. —El caso fue, que me quité el cinto de mis pantalones, a la par que les pedía a mis compañeros los de ellos, y mientras que con cuatro o cinco cinturones estaba haciendo una larga cuerda, el condenado de paisano que sabía más de cárceles que todos nosotros juntos, gritaba alterado que sí, que quería morirse y luego. —Cuando tuve la cuerda cornalera echa, le hice un lazo y se lo colgué al paisano del pescuezo, no haciendo espavimento alguno, tal parecía que era cierto que andaba buscando la muerte. Le llevamos así cogido por el ronzal como pollino que era, hasta el final de la celda, donde como a dos metros del suelo, había un enorme ventanal enrejado con fuertes hierros, cuando me subí encima del camastro para amarrar la cuerda en las rejas con miras de ahorcarlo en broma, el pobre paisano plantó sus rodillas en el suelo, y llorando desconsoladamente como un niño desamparado, plagado de un tenebroso miedo que por todo su cuerpo se alumbraba, nos dijo suplicante que él no quería morir, que no tenía trabajo, ni casa, ni a nadie, que lo que hubiera hecho había sido nada más que para que le metiesen en la cárcel, así era que entre la cárcel y los papeleos de jueces y de médicos de locos, se pasaba los inviernos resguardado en casa sin gotera, camastro seco y comida gratis, hasta que llegase el buen tiempo, y que esto mismo ya lo hubiera hecho varias veces en otras ciudades de la Patria, donde le habían proporcionado un estupendo resultado. —El caso fue, que todos nos pusimos muy alegres, y hasta el mismo paisano sonriente, se quitó de su cuello el dogal, que fue desaparejando los cinturones en el mismo suceder que nos los daba, y después como si no hubiese pasado nada, nos preguntó si teníamos algo de comer, pues estaba muerto de hambre, entonces el cocinero muy rápido, le puso la perola de judías entre sus piernas, en el suceder que le daba un trozo de pan y una cuchara, le dijo, que comiese judías hasta que se hartara. —El paisano atenazado por el hambre, se sentó encima del camastro con el perol bien terciado entre sus piernas y comenzó a embutirse grandes cucharadas de judías, no encontrándolas al parecer nada saladas, y sin hablar con nadie palabra, dejó al perol sin nada del potaje, después se bebió tras descomunal hartura, un grande jarro de agua del cano del retrete, y seguidamente se enroscó en su catre, con todas sus ropas puestas mojadas como estaban, y tapándose con una manta que era lo mismo que un saco sucio y malo, comenzó con la cabeza también tapada, a buscar el descanso en el sueño. —No debía de encontrarse muy bien en su sitio, pues no hacía nada más que dar vueltas, así como resoplar incomodado debajo de aquella cerda manta, mientras que el desvencijado catre continuamente se movía, dentro de un chirriar de hierros viejos y herrumbrosos, y después de dar muchísimas vueltas, de encogerse y estirarse, y hacer resoplinos y saltos, comenzó a quejarse, primero muy quedamente, después con más fuerza, y por último se levantó del camastro muy encogido y con sus manos apretando desesperado el estómago, que debía de tenerle muy lleno, por la causa del enorme perol de judías que en él no cabían, y no querían salirse ni por encima ni por debajo, por esto el pobre paisano estaba que explotaba, según mí parecer y el de todos mis compañeros, que primero lo tomamos en risas, y algunos graciosos le lanzaban sátiras, y muchas de ellas eran tan picarescas y ocurrentes, que más gracia y regocijo nos hacían, el desdichado paisano que no hacía nada más que dar vueltas por la celda, con las manos atajando su barriga y quejándose a grandes voces, debía de estar lleno de terror pensando, que se encontraba dentro de la misma oficina del mismo diablo, al observar como todos nosotros muy contentos y gozosos, nos estabamos riendo sin hacerle el menor caso. Dejose caer entonces en el suelo, lanzando gritos muy fuertes y arrollicándose a la par que decía que se moría, y que por el amor del Hacedor llamáramos a un médico. —No me hizo falta a mí llamar al funcionario, pues con tal enloquecido escándalo vino él presto armado con un látigo en la mano, para acariciarle el lomo, nada más que abrió la puerta don Manuel rabiado y con mala leche, cogió al pobre paisano que estaba tirado en el suelo dando voces lastimosas dentro de endemoniados revolcones de dolor, primeramente le sacudió con fuerza, pues tal parecía entre sus manos como un muñeco de trapo, le ordenó que dejase de dar más voces sino quería darlas por algo, pero el paisano no atendía a mas palabras que las que le alumbraban sus propios dolores, que no eran otras que el decir que se moría sino llamaban con rapidez a un médico. —Don Manuel comprendió que no era la borrachera la que lo ataba en aquel estado, cuando nosotros le dijimos que se hubo comido todo el perol de judías. Así fue, que tirándole de mala manera encima de su camastro, le dijo que era un indeseable de la peor calaña, y que si por él fuese, allí mismo se moriría como un perro. —Volvió a cerrar la puerta don Manuel, alejándose de nosotros sin decir más palabras, y como a un tiempo de una hora más o menos, llegaron con una camilla dos hombres de la Cruz Roja y se lo llevaron. Ya jamás supe más de él, no supe si muriera o sanara aquel desgraciado de paisano, pues aunque le pregunté al funcionario, me dijo que no sabía nada.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > chumáu

  • 16 güelguia

    Güelguia ou huelga, significa hacer huelga en el trabajo con el fin de conseguir alguna cosa justa y honrada. —You fexe ‘n toa miou vida dous güelguies, ya vou cuntayes nagora qu’encalda nel xeitu ‘l frutu qu’afuxinéi d’eches. La primeira veiz que me punxe ‘n güelguia foi cundu les famóuxes “Campanes d’Aviles”, trabayaba you per aquel lleldar comu xefe d’equipu nunu d’aquechus inxenius dou xugábamus con la Cadarma namái qu’entrábamus per aquechus camaretus d’aire comprimíu, dou mamplenáus de veices nus explotaba lus uíus de dollor, fayéndunus sangrar como curíus achuquináus per la ñariz ya les urées de ya dandunus campaneirus mái floxacus fasta se les xebraba ‘l coñocimentu, ya tou ísti aparti del trabayu que yera pelligróuxu ya m’esforciáu, lu faíamus per un xueldu de diecisiete pesetes aparti d’una primaxa que nus apurríen cundu les paicía, pos el díe que nun llancábamus nagua ‘l manullitu de cementu ya fierru, que lu mesmu pexaba cen toneláes, ya teñíamus que llantalu fasta catar el firme per debaxu del nivel del mare, anxina yera que cundu ‘l aire se xebraba perque tou ‘l material qu’uxaben pa lleldalu namí que yera un estrampanu de comprenxores ya fierrus, cuntu que cundu ‘l aire se colaba ‘l agua entraba lluéu dientru la campaña, ya tóus noxoitres con la priexa d’un centétchu teñíamus que subir per unes escaleraxes de fierru dou nun coyía namái qu’ún, anxina yera que con la fumareda qu’encaldaba ‘l vapore del aire que nun dexa güétchar nagua, ya ‘l ruxir del agua que per tous lus lláus fondeirus del manullitu a regueiráes nus aniegaba, faíanus a tóus coyer bones esquirpiaés de miéu, pos nadie iñoraba qu’el manullitu padíe ‘sfrundixe ya dexanus a tóus estrapacháus debaxu d’él lu mesmu que se fóramus figus d’agostu. Per istu ‘l tiberiu que s’encaldaba debaxu d’aquel esguiladeiru de fierru, yera ‘l de galamiar con priexa ya esciplina pa fuyír d’aquel enfernal pelligru qu’angunus compañeirus nuexus d’oitres campanes mái esgraciaínes que les que you acaidonéi les veixe arrabucáu la vida. —Despós cundu denuéu ‘l aire golguié teñíamus que’achicar l’agua, ya lu mesmu tardabamus varius díes en llograyu, ya metantu tou ísti tempu nun cabrabanus nagua de prima, foi per ista inxusticia per la que faléi con lus dez homes que trabayaben cuaúmigu, ya llogréi ‘l miou paicer conveceyus, paque non achicáramus mái agua mentantu nun nus apurrieren la prima lu mesmu que cundu trabayábamus picachonandu la tierra. Foi ‘l casu que comu a la gora de tar paráus al lláu de la campana murandu ‘l conseguir lus nuexus honréus drechus, vienu la brigadilla de lu criminal d’avilés, ya col llátigu na mán díxunus que xinun entrábamus a trabayar nel escapi nus esfoyaben a llatigazus achindi mesmu, ya tóus conel mesmu miéu que viesen apaparáu cundu nus xebraramus de dientru, golguierun oitra veiz al trabayu xin faer gurgutu, colarun tóus foriáus de miéu d’aquecha pollicía d’achunquinus, quáchuquinar un home a llatigazus yera p’echus pequenina parva, Tan solu quedarun al lláu migu dous rapazus que viesen síu llexonarius, ya lus tres xuntus les diximus que nouxóitres nun trabayabamus metantu nun nus aprurieren la prima, e achindi mesmu lus mamfrorinacus ya fíus de paraxeta d’aquetchus megreirus de pollicies, nus fexerun conel llátigu ‘n pequenu falagáu de chombu, ya despós nus chevarun pal sou cuartel e achindi nus apurrerun durante tou ‘l tiempu de tres díes galgazáus ya inxultus de tous lus collores, xin danus lus mu chimiagus nin gateira d’agua, pos échus queríen que nuexoitres firmaramus nun séi quéi que viéxemus fechu, peru dangunu firmamus nagua, ya entóus nus arretrigarun na cárxel, ya lus poucus díes el xuez puénxunus en llibertá, peru a la mesma porta de la cárxel golguirun a prindanus lus ñegreirus pollicíes, ya chevárannus denuéu pal sou cuartel, e achindi duranti oitres tres díes nus apurrierun tocata ya tunda, ya despós de ben fartus d’inxultus ya llatigazus punxérunnus en llibertá, ya lus tres fomus denuéu a curar nuexes ferides a la “Hermaná Llexonaria” de nuexus Tercius. TRADUCCIÓN.—Yo hice en toda mi existencia dos huelgas, y les voy a contar ahora que encarta en la palabra, el fruto que he sacado de las huelgas. La primera vez que me puse en huelga, fue cuando las famosas campanas de aire comprimido con las que se hacían los cimientos de Ensidesa de Avilés. Trabajaba yo en aquel suceder como jefe de equipo de uno de aquellos ingenios donde jugábamos con la muerte nada más que entrábamos por aquellas camaretas de aire comprimido, donde muchas veces nos reventaban los oídos de dolor, haciéndonos sangrar como patos degollados por la nariz y las orejeas, y algunos otros compañeros más flojos hasta perdían el conocimiento de dolor, y todo este sufrimiento, a parte del trabajo que era de lo más peligroso y esforzado, lo hacíamos por el miserable sueldo de diecisiete pesetas por jornada de trabajo, aparte de una insignificante prima que nos deban cuando les parecía, pues el día que no plantábamos nada el enorme bloque de cemento y hierro que lo mismo pesaba cien toneladas o más, y teníamos que plantarlo escavando la tierra, arena, piedra, etc., por dentro de él, hasta encontrar el firme que estaba por debajo del nivel del mar, así era que cuando el aire comprimido se marchaba, cosa que sucedía con mucha frecuencia, ya que el material que usaban para hacerlo era un conjunto de chatarra compuesto por compresores y tuberías, digo que cuando el aire se iba, el agua entraba dentro de la campana con mucha rapidez, y todos nosotros con la prisa de una centella teníamos que subir por una escalera de hierro pegada al bloque de cemento donde tan sólo cabía uno de cada vez, así era que con la humerada que producía el vapor del aire, que no dejaba ver nada, y el ruido del agua que por todos los lados fonderos del manolito de cemento a torrentes nos ahogaba, hacíamos a todos coger grandes cantidades de miedo, pues nadie ignoraba que aquel maldito bloque podía en cualquier momento falto del sostén del aire hundirse y dejarnos a todos reventados lo mismo que los higos de agosto, cuando maduros se desprenden de la higuera y se aplastan encima de las losas del suelo. Por todo esto, la lucha que se desarrollaba debajo de aquella escalera de hierro, era la de correr con grande prisa y disciplina, para poder huir con tiempo de aquel infernal peligro, que algunos compañeros nuestros de otras campanas más desgraciadas que la que yo dirigía, les había arrancado la vida. Después cuando de nuevo el aire volvía, teníamos que achicar el agua, y lo mismo tardábamos varios días en lograrlo, y durante todo este tiempo no cobrábamos ninguna prima. Fue precisamente por esta injusticia, por la que hablé con los diez hombres que trabajaban conmigo, y logré según mi parecer convencerles, para que no achicáramos más agua mientras que no nos pagasen la prima lo mismo que cuando trabajábamos picando y sacando la tierra. Sucedió que como a la hora de estar parados al lado de nuestra campana esperando el conseguir nuestros honrados derechos vino la brigadilla de lo criminal de Avilés, y con el látigo en la mano nos dijo desafiadoramente que sino entrábamos a trabajar con rapidez, nos despellejarían a latigazos allí mismo. Y todos con el mimo miedo que hubieran cogido cuando dentro de la campana huyéramos de su peligro, volvieron otra vez al trabajo sin decir palabra se marcharon todos cagados de miedo a aquella policía asesina, que matar a un hombre a latigazos era para ellos un feliz entretenimiento. Tan sólo se quedaron a mi lado dos jóvenes de mi edad aproximada que habían sido legionarios, y los tres juntos les dijimos que nosotros no trabajaríamos hasta que no nos pagasen la prima que reclamábamos. Allí mismo, los mariconazos e hijos de puta de aquellos cobardes y asesinos policías, nos empozaron a castigar con sus látigos, y seguidamente nos llevaron para su cuartel, y allí nos martirizaron salvajemente durante el tiempo de tres días con latigazos, patadas, puñetazos, insultos y demás, teniéndonos siempre amarrados a unas prietas esposas, y sin darnos los muy babosos ni tan sólo una gota de agua, pues ellos querían por todos los medios que nosotros firmásemos no se que hubiésemos hecho. Pero ninguno de nosotros firmamos nada, y entonces nos metieron a la cárcel, pero a los pocos días el juez nos puso en libertad. Y otra vez a la misma puerta de la cárcel volvieron a detenernos los negreros y asesinos policías de nuevo llevándonos a su cuartel y durante otros tres días nos estuvieron dando paliza tras paliza, y después de bien hartos de insultos y latigazos, nos pusieron en libertad, y los tres nos marchamos de nuevo a la "Hermandad Legionaria, de Nuestros Queridos Tercios” con el triste fin de curarnos las heridas que la Cobarde y Cerda Sociedad nos había tan injustamente hecho. —Algunos años más tarde me volví a ponerme en huelga en el Pozo Minero de LLáscaras, sucedió de la siguiente manera. Entre a trabajar en aquella mina como ramplero, durante un mes trabajé a las órdenes de un picador con el ardor y la fuerza que en mi desde niño ha sido junto con la honradez, las únicas virtudes que he tenido. El picador que trabajaba a destajo por metros de carbón picado, era un astur de grande fortaleza y como unos cuarenta años de edad, sabía su oficio como grande maestro que era, la rampla era cómoda pues tendría casi dos metros de ancha, y el carbón difícil de picar pues s'eboronaba (deshacía) nada más que metía en martillo en sus negras y relucientes vetas, durante toda la jornada envuelto en un río de sudor y sin detenerme nada, me era casi imposible dar a basto el retirar el carbón que aquella máquina humana picaba, no nos cruzábamos en todo el tiempo de trabajo ni una sola palabra, el picaba como un verdadero demonio, tal parecía un coloso que se quería comer la rica veta en un sólo relevo, de vez en cuando hacía un respiro para echarse un trago de vino de la bota que tenía colgado de una mamposta, desde luego ahora que le recuerdo y le estudio con detenimiento, tengo que reconocer que era el atuñáu más grande que yo había conocido, pues jamás me brindó a que limpiara mi garganta con un paparáu de vino, después cuando postiaba también hacía este trabajo con una rapidez y precisión que impresionaba, y aquí si me decía alguna orden, pues eso eran sus palabras, ten aquí, traí pacá, pon aquí, etc. El picaba diariamente el trabajo estipulado para tres o cuatro jornadas a sueldo, el cobraba esos sueldos que destajaba en un sólo jornal, mientras que yo tenía que hacer todo ese trabajo de más por tan sólo un sueldo, el miserable xornaletu de un rampleru. Pronto empece a pensar que me estaban despiadadamente robando mi sudor, bien el picador o la empresa, yo trabajaba tres veces más no cobrando nada mis que un rancuayin xueldu. ¿Por qué me preguntaba proporcionalmente no puedo cobrar yo todo este esfuerzo de más que hago? —Algunos picadores les suelen dar a sus ayudantes si se lo merecen el día de cobro una prima de su propio bolsillo, esto era la única recompensa que le correspondía a un rampleru. Pero mi picador no me convidó ni a un triste vaso de vino. —Al día siguiente del de paga, que por cierto yo apenas ganó aquel mes ni para pagarle a mi patrona, ya estábamos trabajando los dos juntos en el tajo, él trabajaba con el mismo afán de siempre, yo paleaba el carbón con el ardor acostumbrado, pero cuando comprendí que ya había picado el carbón que correspondía a lo estipulado en una jornada normal de trabajo, yo dejé de paliar carbón y me senté tranquilamente encima de la pala, el casi inmediatamente dejó de picar y con voz bronca me dijo: ¡Venga rapaz quita este carbón que me estorba! —Yo le contesté que no rampliaba más carbón, que mi trabajo ya había terminado, que yo no estaba a destajo. —El dejó el martillo vino hacia mí con intenciones amenazadoras y me dijo que sino paleaba carbón me rompía los focicus. —Y tal cosa haría aquel animal de mi paisano, pues yo vi en su gesto endemoniado la firme idea de vapulearme a su gusto. —No me detuve en hacerle comprender nada pues yo sabía que a él no le importaban mis razones, así que me levante, así la pala con rabiosa tranquilidad y le hice comprender que estaba dispuesto a obedecerle pero de repente y con gran rapidez le ataqué con fiereza sorprendiéndole, y le aticé tres o cuatro golpetazos certeros con la pala de plano, que dieron con su grande y fuerte humanidad en el suelo, y cuando le vi vencido y sin ánimo de atacarme le dije, que yo defendía mis derechos, y que él lejos de convertirse en mi negrero, debía de comprender que lo que yo decía era justo. —Nada me respondió el muy magüetu, se levanto quejándose por los gestos que hacía, no por las palabras que no dijo ninguna, y se fue rampla abajo, al poco tiempo vino acompañado del vigilante de rampla, que se llamaba Anxelín y era sin dudarlo un astur de buena calaña, que más que reñirme tal parecía que le haba gustado lo que hubiera hecho, y después de explicarme las obligaciones que tenía un rampleru, que eran todas sin que le asistiese ningún derecho, me rogó me incorporara otra vez al trabajo, y que me dejase de aspirar a unas pretensiones que no existían. —Yo le contesté que en esas condiciones no trabajaría más y que hablaría con los demás ramplerus para que me secundaran, entonces él sin decirme más palabras me dio papeleta para la jaula y me echó de la mina. —Nada pude yo poner en claro con los demás ramplerus cuando salieron de la mina muchos de ellos hasta mirándome con desprecio de mi idea se reían. —Al día siguiente ya conforme con la mala suerte de no poder conseguir nada, ya estaba dispuesto a seguir trabajando de aquella esclavizante y dehumanizadora manera, fui a recoger mi lámpara a la lampistería para entrar a la mina, cuando le di mi número de lámpara al lampistero, este se fue a un cuarto contiguo y salió acompañado de dos guardias civiles que me detuvieron en el momento, me esposaron lo mismo que si fuese un delincuente, y en presencia de muchas mineros que ninguno les dijo nada, me llevaron para el cuartelillo que tenían en la Felguera. —Mucha suerte tuve yo aquel día, pues cuando me entraron en la oficina del cabo primero de aquel destacamento, que tenía la profesión de ser un verdadero asesino, y que fácil muy alegremente me hubiese dado más palos que los que imaginar pudiera, allí dentro estaba un oficial de la guardia civil, que había servido como alférez de milicias en mi tercio, precisamente en mi compañía que era la de deportes, nada más que me vio, rápidamente ordenó que me quitasen las esposas, y manda todos los guardias que saliesen de la oficina, después me saludó fraternal y noblemente como buen legionario, me mandó que me sentara y le explicara el delito que me traía. —Cuando le conté lo que había hecho, él metiendo la mano en su bolsillo me dio doscientas pesetas y me dijo: —Toma coge esto y vuelve ahora mismo con toda la rapidez que puedas a tu Tercio legionario sino quieres terminar de una paliza destrozado, o morirte de hambre en un presidio. —No busques en la vida civil ni libertad, ni justicia, pues estas dos preciadas joyas hace tiempo que a la Patria la han abandonado y en su lugar ha nacido una ley que sostenida por la pistola y el látigo no permite que nadie reclame sus derechos, porque todos tienen el deber de ser sumisos ciudadanos que no tienen voz ni voto porque el miedo les ha convertido en un rebaño de sumisos esclavos. —Aquel mismo día otra vez volví a viajar sin maleta ni equipaje como siempre había rodado, camino del refugio que me brindaba mi querida y noble legión, donde moraban muchos jóvenes que al igual que yo habían sido por la ley apaleados, humillados.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > güelguia

  • 17 romedius

    Romedius, remedios. La Xantina de la miou aldina se noma la Virxen de lus Romedius, nus tempus d'endenantes yera mu vixitá per xentes de tous lus lláus d'Asturies ya del Mundiu enteiru, güéi nel díe lus difierentis cures qu'acaidonarun sou illexina, fixerun que la miou Xantina nun tena tous lus anus la grandie festa qu'endenantes se le faía, peru la Melgueira Xantina de lus Romedius ta xigue fayendu millagrus ente les xentes que tous lus díes endenantes de fondiaxe nel xuenu que mura 'l escanxu del curpu ya de la mesma 'lma, toes istes xentes que conecha toes les nuétchas le falen con beneraxón ya creyencia, son protexíes pe la Xantina lus Romedius, A ista Melgueira ya Embruxaora Xantina, que llindióu tous mious espatuxus ya trabayus, a ista miou Xantiquina que m'agüétchou crecier al llái xigu enxemáu de ñatural iñocencia, ya dientru de bétcha probeza, peru xempri xuañador, fellíz ya contentu, a ista mantina Xantina que mexor que you xabe cuntu la queru, agora mesmu vou faele 'l mexor cantigu que naide le fexu. TRADUCCIÓN.—La Santina de mi aldea se le llama la Virgen de los Remedios, en tiempos pasados era muy visitada y venerada por gentes de todas las partes de Asturias, y también del Mundo entero. Hoy día, por la causa de los diferentes sacerdotes que han dirigido su capilla, que con sus formas nada cristianas de robarle a la Xantina sus intereses, dieron lugar a que esta romería antes tan renombrada, no tenga ya las grandes fiestas que antaño. Pero la Dulce Santina de los Remedios, a pesar de todo, aun sigue haciendo milagrosos bienes, a todas las gentes que cada día, antes de sumergirse en el sueño que busca el descanso del cuerpo y del alma, digo que todas estas gentes que todas las noches con Ella hablan, con veneración y firme creencia, son protegidas en alguna medida por la Virgen de los Remedios. Y a esta Dulce Santina, que nido todos mis correres y trabajos, a esta mi Embrujadora Santina, que me vio crecer al lado de Ella lleno de natural inocencia, y dentro de grande pobreza, pero siempre soñador, feliz y contento, a esta querida y amada Santina que mejor que yo sabe lo mucho que la quiero, ahora mismo le voy hacer el mejor cante que nadie le ha hecho. "LA VIRXEN DE LUS REMEDIUS" —Grandies millagrus fixera endenantes la Xantina, perque disdi abondu llonxe, xentes de toa l'urbe, el díe de la sou Festina al lláu d'echa s'acorrar, tóus catandu 'n romediu pal sou curpu ou la sou alma, ou pagandu la promexa que d'acuandu le cheldar. —La Virxen de lus Remedius ye tan Melgueira ya Galana, ya tan dá nel romediar, que cundu véi la disgracia ya nul ya puéi encantexar, paez que lus sous güeyinus, que son luceirus del Cielu, ou perlines de la mar, orbáyanxe de tristieces con chárimes de verdá. —Chera bétcha la Xantina enus tempus d'endemantes, perque ganaba llimosnes qu'en sous cepus nun coyer per munchu que lus trincar, pos sous millagrus faíus, yeren pagáus con llargueza, per lus fervientes creyentes que fellices ya contentus, fasta 'l sou cháu achegar. —Yera la Xanta Melgueira dioxa e xana de l'aldina, que mora nuna illexina ena metá del chugar, arrodiá peles figales dunde 'l malvís xilboteiru, ya 'l xilgueiru cantarín, nes primaveires froríes ya nus branus magosteirus, comu anxelinus cantar. —Toes les xentes del llugar, disdi 'l guaxiquín d'entamu, fasta 'l guaxetu piquenu, ya disdi 'l mesmu trubiétchu dundu fellíz s'añicar, oyía tous lus díes comu la sou má falaba, couxiquines de la Xanta en coples feches rumanza, ou cheldáes en cantar. —Ya 'l viétchu escuaxaringáu, per lus llabores que fexu, ya lus anus qu'aviétchar, poucu a poucu xin pouxar, fasta la postrier cameira de la caxa xepulcral, rezabai tou lus díes a la Melgueira Xantina, paquéi acotara 'n xeitu en sou Xardín Cellestral. —Xantina de lus Romedius, falaba ‘n xoven ou viétchu, cundu ‘l ganáu enes brañes nun lu podía 'topar, per tar xebráu enu llonxe, ou per cauxa de la borrina, que de les cumes argutes escurona s'abaxar, ya col sou paxiétchu nigru tous lus erus atapar. —Santina de lus Romedius, fái qu'el llobu nun me zampe 'l ganáu qu'al entestate, nista nuétche me quedar, ya se tal couxa me fás, tenu date 'l mexor xatu que mious vaques allumbrar, ou 'l cordeiru mái llucíu, ou entrambes couxes se tar dientru del miou cullumbrar. —Xantina de lus Romedius, xi m'allindies ista nuétche, les cabres ya les uvées que xoliquines n'oxa van adurmir xin curiar, tenu date na tou festa un ramu d'escanda albiar. —Ya les máes de lus rapazus qu'al xervír al rée colar, ufrendiábanye a la Xanta xi con xalú returnar, la mexor xata la corte, una uncena de cordeirus, ou d'escanda un faniegal. —Tou istu qu'apurría 'l pueblu, ya mamplenáu d'ende mái que toes les xentes creyentis l'apurríen a la Xanta per millagrus qu'allumbrar, nun l'agolitaba 'l cura per munchu qu'espatuxar, galamiar ya esfocicar, per querer faer ya esfaer nu quéi la Xanta atróupar. —Pos Fernandu 'l Pertegueiru home xusta ya cabal, yera 'l que mayordunaba anti lus güeyus de tóus, les riqueces que la Xanta de toes les xentes ganar. —Tous lus anus na sou festa, que ye 'l quinxe de xetembe, sacaben de l'illexina a la melgueira Xantina, ya poxentá d'enría un tronu d'andes dunde la chevar, cuatru mozus de l'aldina, paxeándula pel chugar, per toes les caleyinas que l'aldeina encaldar. —El paxietchu que chevaba la Xantina 'l Romedial, yera de seda d'Uriente, bordáu con filus de goru, per mucheres del chugar, qu'al falar de toes les xentes oitre mexor nun güañar. —Isti paxiétchu tan bonu que a la Xanta apaxiétchar, foi prexenti quei fixera un indianu de l'aldina comu promexa ou regalu, per ser la sou xuerti bona, la que la melgueira Xanta n'Arxentina l'atreinar. —Un cadexín de corales que tóus yeren ñatural, que truxu disdi Fillipinas oitre indianu que fixera de cuartus un cuarexal, adurnaba la garganta de la Xantina 'l chugar. —Ya sou corona de xoyes que mái qu'el sol rellumbrar, foi regalu de l'aldina, que d'aquecha munches xentes per l'América murar, disdi la hermena Arxentina fasta 'l ñoble Cañada, xempre lleldandu cuarexa nel trabayu qu'entainar. —Mái d'una ucena de ramus, qu'ente rosques ya roscones cuaxi mil quilus pesar, diben trés de la Xantina adornáus per fines cintes, que les mocines allegres con muncha fe les chevar. —Déz gaiteirus nel acorde tous la gaita le gaitar, al son de lus tamboreirus ya de les xentes cantar, daben a la festiguina la Xantina lus Romedius, un orquiestáu cellestral. —Comenciar la procexón ya bufar lus volaores tou yera un prinxipiar, abaxu gaita e pandeirus, allegríes ya benerares, nel Cielu lus voleores, qu'esplotaben per lus aires, fayendu mantes de fumus, ya ruxíus de folixades. —Pirrus que de miéu lladraben xebránduse de l'aldina con el ráu ente les pates, guaxes qu'allegres galamian con lus güeyus en el cielu vixilandu les bardiasques que lus cuetes dexaben esnaluxandu nel aire, ya nuexoitres a la tema galamiandu per coyer les bardiasques esñidiades, dou quiera que s'apoixaren. —Miles de xentes reciaben ya oitres tantes que cantaben, apaxiétchaes de festa, diben en pos de la Xanta, la sou dioxa cellestral, unus choraben de penes que la Xantina enxugar, oitres reyíen fellices, con chárimes contentóuxes que l'allegría allumbrar. —Ya despós cantar la mixa meta l'ucena de cures que tous échus ben cobrar, per la cuarexa la Xanta qu'el mayurdomu llindiar, xabastábense les rosques que de lus ramus cuelgar, fechus con bona farina que la roxa escanda dar, ya enxamás nun algamír, pa fatáus d'aqueches xentes que per aquel pan benditu con atuñescus puxar. —Ya endespós de fechu ístu, lus gaiteirus apuxar pel punteiru les sous gaites, yal compás del tamboreiru allegres xotes tocare, que con gozóuxa folixa toss les xentes les danciare, cantandu les tradiciones quiá la Tierrina enxalzar —Cundu a la tardi avantiada, despós d'enzular el chucu les xentes de la miou aldina nel festexu familiar, ya romeirus pellegrinus quiá la romería quedar, fartase con sous meriendes a la xoma les figales, lus ñocéus ou mazanales, ou lus préus quiá la miou aldina per tous sous lláus l'acorrar, cundu tóus tar fartucus grande festa s'amañar, dou tocaben dous urquiestes de les mexores qu'uviés ena mesma capital, que xuntu cun lus gaiteirus qu’al lláu lus chigres gaitar, per tous lus cháus se cheldar, dancies de xubir al cielu, bailes de nel cielu tar. —D’Uviéu venien retrateirus con chalines de percal, ya máquines de tres pates que nel xuelu las llancar, ya en menus de déz menutus, bonus xemeyus faíen a les xentes que quixeren fer xemeyu de sou tar. —Ablaneires, frixuéleires, que de l'aldina baxar, con ablanines turráes nus fornus dou cuéz el pan, vendiendu lus tarreñinus disdi perrona 'l pociétchu fasta rial la tarreñá. —Xabarceires de la riera, con puestus de xuguetinus, restallones ya petardus, qu'al llanzalus sou lus cuetus, bramaben con tanta fuercia que les xentes s'axustar. —Cundu ya n'atapecer ya munches xentes de fora pa lus sous llares colar, ya quedar mozus ya moces de les aldines veicines danciandu fasta 'l albiar, endeveices s'atreinaben engarradióuxes folixes, per mor d'anguna mocina que mái d'un mozu l'amar, ou per fatáus d'oitres couxes que de noxáus reverdiar, ya nun yeren bones festes aqueches que nun cheldar, moquetazus, cayadáes, ya fatáus de nabayas. —Anxín se faía la festa de la Virxen lus Romedius ena aldina de Caranga, cundu miou má yera xoven ya con miou pá cortexar. —Ya despós de pagar tóu lu quéi na festa gastar, ta quedaben na cuarexa qu'el mayurdumu llindiar, abondus cuartus de xobra p’un fatáu de festas mái. —Anxín yeren lus Romedius, festa grandíe ya renomá, xegún falar de miou má, enus tempus cundu 'l cura la Xanta n’amiñistrar. —Vou cuntayes gora you, qu'al lláu d'echa l'agüétchar, comu ista romería d'afechu tar escosá. —Fae anus xendu you guaxe, chegarun a la miou aldina unus fíus de xatanás, dixus vallentres que había, que nus pueblus requixar, lus ganáus ya les coxétches qu'el llabrador trabayar. D'ixes xentes qu'achuquinen, a las prexones na paz, perque yeren tan baldrayus, que pal frenti nun vallíen perque de miéu se foriar. —Istus rapiegus fulanus roxus d'aquechus cheldares, despós de dexar l'aldina escosá de pan ya paz, chegarun a l'illexina dunde la Xanta morar, charun el portón abaxu, entrandu nel Xantu Teixu, comu lu fan lus braquinus, ou llabascus d'engordar, arrapiegarun les xoyes dadives d'un Pueblu Ñoble, tan xagráes comu 'l clicu de la honrá má qu'allumbrar, baxárunla del sou Altar, ya xuntu col sou Fíu Cristu, Xan Antoniu ya oitre xantu, en metá de l'aldina, dándoxeles de vallentres qu'al Faidor dexafiar, fuéu a tóus les llantar, despós queimarun l'illexa, ya la campana afoinar. —Peru la Dioxa Xantina dientru d'aquel magostón, quedóu la Probe 'n porriques peru queimar nun queimóu. —Una muyer de l'aldina, que yera roxa d'alma, nun comu aquechus bandíus que namái qu'aparenciar, en sou teixu la guardiar, ya cundu la paz chegóu, al cura se l'entregóu, esñudina e chamuscá. —Yera aquel cura un paixanu que munchu la Xanta amar, yera fíu de les montañes, yera d'Asturies l'Asturias del reciar ya 'l galamiar, xempre 'n pos de la xusticia, xinete de llibertá, de lus que güéi ñacen poucus, ya d'angunus ta malbiar. —Xapié 'l bon cura d'antigu, que nes couxes de la Xanta non podié fer mái brexu, qu'encaldar mixa ou roxariu, ou d'angún oitre cheldar que nun fora amiñistrar. —Fexu Xuntura l'aldina nuna xunta parroquial, ya un mayurdumu a la Xanta nomóu xustu ya cabal. —Cumenzú fexe la festa qu'en tempus d'engarradiétcha nun se pudier encaldar, ya en xamás de lus xamaxes tanta xente vióxe xunta, en dalguna romeríe de cuntes you agüétchar. —Les mexeries que la guerra d'enría 'l Pueblu dexar, chegaben catar romedius a la Xanta 'l Romedial. —Xentes que venien xangrandu escalzus per sous promexes, a la pata regañá, chegaben disdi mu llonxe, per ufriendes que cheldaren ou qu'encalduncándules tar. —Coxus, mancus, cegaretus, con amoláus nel sou curpu, ou nus requeixus del alma, xentes d'esquerda ya drétcha, probes, ricus ya terxáus, chegaben chenus de fe de rodiétches al sou llar, rogándaye un romedín, qu'el sou curpu ou sou alma con priexa ñecexitar. —Ya tóus topaben dalgún na Xantina 'l Romedial, que munchu ben les faía, perque la fe ye un curar. —Anus que forun colandu fayendu 'l tempu esñalar, ya la Xanta 'l Romedial en cá veiz xubía mái, fasta qu'un envernu fríu, al probe cura ya viétchu amoláu del polmonar, el Faidor al sou Reinu una nuétche lu chevar. —Vienu oitre cura 'l escape, xoven ya llisfu de mái, qu’ocupóu sou retoral, cundu vióu que la Xantina cuartus asgaya ganar, quixu, fexu e conxiguióu col sou poder naquel tempu, meter les xentes nel puñu, domenás e amiedrantás, ya faer lu qu'en sou xeitu mexor a él l'encaldar, que nun yera oitre cheldar, qu'allindiar les llimosnines, que la Xantina ganar. —Vienu con xotana viétcha, mal pelaxe ya bon afan, con la cuarexa escosá, per zapetus unus zuecus perque d'Urenxe chegar. —Chuéu aquel cura esfamiáu, se l'inflarun sous mexiétches, oitra xotana mercar, tiróu lus zuecus al trasti, bonus zapetus mangar, ya despós de fer la festa, cuartus xirar pa sou tierra quía la Xanta la l'arramblar. —Nel tenor qu'él xubía con lus cuartus qu'afoinar, la Festa de lus Romedius mái piquena se cheldar, anxina empezu esfaese, de cura en cura fasta güéi, que ta la Festa troná. —Pos isti anu cudu dir, el díe de lus Romedius a la Xanta a vixitar, el cura que l'allindiar, xacupáu toes sous llimosnes, dientru d’una fardeluca que pa tal faer chevar, ya montandu nel sou coche, xebróuxe de la miou aldina, xin dexai a la Xantina, n'ún duru paqu’un gaiteiru una Xota le gaitiar. —Según mi parecer, las tradiciones ancestrales de los pueblos, son los más principales sostenes que el ser Humano necesita para no perderse en el tiempo deshumanizado. Los Pueblos que sabiamente sepan conservar sus ancestros, serán más poderosos, más felices y ricos tanto espiritual como materialmente, que aquellos otros pueblos que hayan perdido sus raíces.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > romedius

  • 18 virxen

    Vírxen, que está virgen, que está nueva, que no se ha estrenado, etc. Pero esta palabra también significa el Nombre de María Santísima la Madre de Jesús el Nazareno. —Na gora vou falar you de la Vírxen, ya vóu cheldalu dientru 'l grandie respéutu ya cariñóuxa creyencia que disdi xempre le profexéi, xegún el miou xenciétchu envidayar, les Xagráes Escritures cunten mamplenáus de couxes, ya tóes tenen sou zarrapótcheira nel mesteriu del FAIDOR, anxina ye que perque ISTI lu quixu, la Vírxen María, xegún les Escritures que nun forun feches per el FAIDOR, inxendróu ya bétchou a Xexús el Ñazarenu, xin perder la virxinidá, per lu tantu aquindi dientru d'isti xocesu 'l mái grandie que s'allumbróu sou la Tierra, s'amiesten fatáus de conxetures que non conviencen nel díe de güéi ya a naide. —La primeira de les cuales ye, que la Xantiquina Maríe ñamorá muyer de bonu de xan Xoxé, fexu 'l sou fíu Xexús xen dalgún placier, nin delgún cariñu, nel mesmu cheldar que fái de menus al sou home manque fora con el mesmu FAIDOR. Istu ye lu que s'esmuece ou s'abazcucha d'isti Xingullar Xocesu, que foi la Ximente de la Cristandá, ya primier atayu que fexu agüétchar a les xentes la xobreñatural existencia ya clara del FAIDOR. —Peru xin el FAIDOR dixu, xempri xegún les Escritures, que faía 'l Home a sou imaxen ya xemeyanza, dexa ben claru qu'una couxa nun concurdia en nagua con l' oitra. —You créu que la virxinidá de les prexones, non de les couxes, nun s'arrellumbra nel curpu que tou él ye un firvidiétchu de vida ya transformaxón, fasta que despós de mortu entavía se gulgue a transformar nel meruqueiru que l' enzula, non, la virxinidá de les prexones mora dientru 'l mái mesterióuxu coiquín del alma ou 'l espíritu, ya enxamás premite que dalguna oitra forza del espíritu allume penxamentus que la deslluzcan en nagua. Anxina foi comu la Xantina Maríe, la Má de Xexús el Ñazarenu, la Dioxa de l'esperancia ya redención, nuna pallabra, la Virxen Maríe xuntu col sou fíu Xexús de Ñazarenu, forun les dous úniques prexones en tou 'l vivir de l'Umanidá, que conxiquierun ser vírxenes en tou 'l resplandior del sou espíritu ya penxamentu, nun contandu pa nagua sous curpus, que namái que xon carretones qu'acarrapotian el espíritu ya penxamentu, dou la virxinidá pue morar eternamente. TRADUCCIÓN.—Ahora yo dentro de mi simpleza y sencillez les voy hablar de la Virgen, y lo voy hacer dentro del grande respeto y cariñosa creencia que desde siempre le he profesado, según mi natural manera de ver las cosas, pienso que las Sagradas Escrituras o la Biblia Santa, cuentan infinidad de cosas, y muchas de echas tienen su solución sin resolver, todas tienen su misterioso acontecer bien cerrado en los indescifrables lares del mismo Hacedor. Así pues porque Dios ha querido, la Virgen María, siempre según las Escrituras, que no han sido pensadas ni hechas por el Hacedor, cuentan que la Virgen engendró y alumbró a Jesús de Nazareno, sin que su cuerpo perdiera su virginidad, por lo tanto, aquí dentro de sin igual suceso, el más grande que se alumbró en el mundo, están atadas infinidad de conjeturas, que ya hoy día al haber avanzado el discurrir Humano, ya a nadie convencen, y tal parecen cuentos para niños. —Una de ellas dice, que la Santina María, enamorada mujer del bueno de su marido San José, hizo a su hijo Jesús sin haber recibido ningún placer, ni ninguna clase de cariñosas caricias, y lo hizo según parece al mismo tiempo que humillaba, despreciaba y traicionaba a su marido, al permitir que Dios se portase tan injustamente con los Hombres, al haber elegido a una mujer casada para tan divinizante alumbramiento. Esto es lo que se puede apreciar y de hecho a todas luces vierte el alumbramiento de tan Grande y Singular Suceso, que fue la sirvienta de toda la Cristiandad, y el primer atajo que hizo ver a las gentes la sobrenatural existencia del Hacedor. —Pero si el Hacedor dijo (siempre según las Escrituras que no fueron hechas por Dios), que hacía al Hombre a su Imagen y Semejanza, en esta frase queda bien claro, que una cosa no concuerda con la otra en nada. —Yo creo que la virginidad de las personas (no de las cosas) no se alumbra en la materia del cuerpo, que todo él es un hervidero de vida en continua transformación y movimiento, hasta que por accidente o por vejez se muere, y después de muerto todavía se vuelve a transformar en un hervidero de gusanos que no dejan de existir hasta que no se le come entero. —No, la virginidad de las personas mora dentro del misterioso rincón del alma, o del espíritu, y jamás permite que ninguna otra fuerza que actúe fuera de la normativa del más puro crisol de la justicia y el amor entrañable al prójimo, alumbre pensamientos que la desluzcan u ofendan en nada. Así fue la virginidad de María Santina, la Madre de Jesús el Nazareno, la Diosa de la esperanza y de la redención, en una palabra, la Virgen María junto con su Hijo Jesús el Nazareno, fueron los dos únicos seres en todo el vivir de la Humanidad, que consiguieron que en sus espíritus le alumbrase la virginidad celestial, resplandor divino de sus pensamientos, no contando para nada sus cuerpos, que no fuese el ser vehículo transportador de espíritu y pensamiento, donde la Virginidad de la pureza, del espíritu y pensamiento, vivía apartada de todo movimiento perecedero.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > virxen

  • 19 enxugar

     v. tr. enjuagar, sacar la humedad, secar, beber hasta la última gora, desagotar.

    Diccionario Portugués-Español > enxugar

См. также в других словарях:

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  • Góra — Héraldique Drap …   Wikipédia en Français

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  • Gora — (russisch und südslawisch für „Berg“) oder Góra (polnisch und niedersorbisch für „Berg“) steht für: die Orte: Góra (Guhrau), eine Stadt in Polen Gora (Kroatien), ein Dorf in Kroatien Gora bezeichnet ferner: Gora, einen Roman von Rabindranath… …   Deutsch Wikipedia

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  • górą — {{/stl 13}}{{stl 8}}przysł. {{/stl 8}}{{stl 20}} {{/stl 20}}{{stl 12}}1. {{/stl 12}}{{stl 7}} na dużej wysokości, w górnej części czegoś; wysoko, ponad czymś : {{/stl 7}}{{stl 10}}Górą leciał sznur gęsi. Pokój był biały, tylko górą biegł brązowy… …   Langenscheidt Polski wyjaśnień

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  • Gora [1] — Gora (tschech. Hora), slaw. Wort für »Berg, Gebirge«, kommt in geographischen Namen oft vor, z. B. Crnagora (»schwarzer Berg«, Montenegro), Bilá Hora (»weißer Berg«) …   Meyers Großes Konversations-Lexikon

  • Gora [2] — Gora, wend. Name für Guhrau (s. d.) …   Meyers Großes Konversations-Lexikon

  • Gora — (tschech, hora), in slaw. Sprachen Berg, Gebirge …   Kleines Konversations-Lexikon

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