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  • 61 a fortiori

       con mayor motivo y razón
       ◘ Loc. lat. que significa propiamente 'con mayor razón, a mayor abundamiento': "Cuanto se afirme de la radio, podrá afirmarse " a fortiori" de la televisión" (GaJiménezTelevisión [Esp. 1965]). Desde antiguo comenzó a usarse con el sentido de 'a la fuerza', del que carecía en latín: "¿ Seré yo culpado / si moriré por vos, dona gentil, / non digo " a fortiori", mas de grado?" (Santillana Sonetos [Esp. 1438-55]); " En las solteras a fortiori [...], el climaterio significa, biológicamente, la no utilización de un sistema orgánico fundamental en este sexo" (Marañón Climaterio [Esp. 1919-36]). No conviene abusar de este uso, que, aunque antiguo, es impropio. [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 28]

    Locuciones latinas > a fortiori

  • 62 campus

       recinto universitario; terrenos y edificios pertenecientes a una universidad
       ◘ 'Conjunto de terrenos y edificios pertenecientes a una universidad'. Se trata de un latinismo tomado del inglés, que comenzó a usarse en español a mediados del sigloXX. Es invariable en plural: "Los universitarios de los campus madrileños son mayoritariamente optimistas" ( Mundo [Esp.] 20.2.96). [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 113]

    Locuciones latinas > campus

  • 63 superávit

       literalmente: sobró
       ◘ exceso; hay más ingresos económicos que gastos; los ingresos son más que los gastos
       ◘ Latinismo procedente de la forma verbal latina superavit ('excedió, sobró'), que comenzó a usarse en el lenguaje económico del siglo XVIII, como sustantivo masculino, con el sentido de 'cantidad en que los ingresos exceden a los gastos'. Debe escribirse con tilde por ser palabra llana acabada en -t. Fuera de este ámbito, significa 'exceso o abundancia'. Su plural es superávits: " En la primera mitad de la década del ochenta se obtuvieron superávits" (Fairlie Relaciones [Perú 1997]). [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 619]

    Locuciones latinas > superávit

  • 64 ARRALLAR ou ARRÁTCHAR

    Arrátchar es limpiar el estiércol de los establos. Ejemplo: —Tenu qu' arrátchar la corte, pos ya finquen les vaques col chumbu nel treme del payar. (Tengo que limpiar la cuadra, porque ya tocan las vacas con el lomo en el piso del pajar). En casi todas las cuadras de aldea, y en todas las de las brañas de los prados, morteiras y puertos, el pajar está situado mismamente encima de la cuadra. Una corte sen payar, ye lu mesmu que una teixá sen llar. (Una cuadra sin pajar, es lo mismo que una casa sin lar). Una vez sucedió este caso en una aldea donde yo estuve trabajando y por ser curioso y creo que hasta simpático, se lo voy a contar a ustedes tal como ha sucedido. —Subían los vaqueirus todas las tardes como siempre solían hacerlo, en el tiempo de la xeronda (otoño) que fue cuando aconteció esta historia, digo que xubíen faer la braña a la cotchá d'Aciera. (Hacer el ordeño y todas las faenas que conciernen al ganado a la Collada de la aldea de Aciera). En esta aldea vivía una mozacona (mozona) solterona, roxa comu las panoyas, con bones ñalgues ya prefechu entamu, abondu dada nel faer favores a lus homes s'ístus chávanie la gavita nus sous trabayus, que yeren tous lus que se llelden na llabrancia, ya per istas gavitas que le faian echa añuedaba 'l cibiétchu conechus fatáus d'endeveces. (Rubia como las panojas, con buenas nalgas y soberanas tetas, muy dada en el hacer favores a los hombres, si éstos le ayudaban en sus trabajos, que eran todos los que se hacen en la labranza, y por estas ayudas que le hacían, ella efectuaba el amor con ellos cuantas veces fuera necesario. Aquella tarde de mucha borrina (niebla) subia Agapita camino de la Collá por el esborióuxu caleyón (resbaladizo camino) acompañada de Lluis el Meruéganu (pequeña fresa silvestre), que hablaban de la siguiente manera: —Güéi tenu abondu trabayu que faer na corte, pos disde que comencipióu la braña ista xeronda na Cochá, nun fexe namái que meter goxáes de fuéa debaxu les vaques sen arrátchar el cuchu d'anguna vez, axina ye, que tenu qu'entrar agabuxá na corte, perque fiéndexeme la mochera nus tremes del payar. ¡Nun t'apreucupes mútcher, pos se medexas añuedar el cibiétchu namái qu' acheguemus al cabanu, arrátchute you 'l cuchu nun rellámpagu! (Hoy tengo mucho trabajo que hacer en la cuadra, decía Agapita, pues desde que ha comenzado la braña este otoño en la Collada, no hice nada más que meter cestas de hoja debajo de las patas de las vacas, sin limpiar el estiércol ni una sola vez, así es que tengo que entrar agachada en la cuadra, por que ya tropieza mi cabeza en el piso del pajar). (¡No te preocupes mujer, le respondió Luis, pues si me dejas hacer el amor contigo nada más que lleguemos a la cabaña, yo limpio todo el estiércol de la cuadra rápidamente!). La Gapitona llancóu lus sous güérchus nuna miradiétcha melgueira d'enría de Chuis, ya díxole con fala moxetona: —Tenu d'estingarrame nel payar d'embaxu lus tous atabarius peru cundu m’arrátches les vaques, perque veute güéi'nfondigoná arganéu, ya se comencipiamus añuedar el cibiétchu endenantes diarrátchar la corte, atapecerá 'l díe ya entavía taremus engarapelláus ún d'enría 'l oitre. (La Agapita puso sus ojos con una dulce mirada encima del deseoso Luis y le dijo con mimosa voz: —Tengo de acostarme en el pajar debajo de tu bragueta, pero después que me limpies el estiércol de las vacas, porque te veo hoy muy deseoso, y si comenzamos hacer el amor antes de que me limpies la cuadra, oscurecerá el día y todavía estaremos abrazados uno encima del otro). Llegaron al fin a la cabaña de la Agapita, se quitó Luis con rapidez la chaqueta, se arremangó su camisa por encima de los codos, asió con decisión la pala de dientes, y dio comienzo su faena con la imaginación puesta en el placer que recibiría una vez que terminase el arduo trabajo que con tanto ahínco había comenzado. Pronto el sudor envolvió el vigoroso cuerpo de Luis que desaforadamente trabajaba sin tomarse el menor descanso, pero el abono que había dentro de la cuadra era tanto, que le costó casi dos horas de enconado esfuerzo en poder del todo sacarlo, y cuando al final tras la contentosa sonrisa de Agapita que en todo momento mirándole ladinamente le estuvo observando, el escuaxaringáu (deshecho) Luis terminó su faena, se encontraba tan sumamente cansado, que a la par que se limpiaba el abundante río de sudor que manaba de su frente, le dijo a la Agapita a la sazón que se sentaba en el pesebre al lado de ella: ¡Ahí mióu nena, tou esgoncionáu d'afechu, tenu 'l cumal tan endolloríu comu se m'apurrieren d'enría d'él un mamplenáu de galgazus, paime a mín, que nun arrátchaste ‘l cuchu d'ista corte, disde 'l díe que la fexu 'l defuntu tou pá! ¡Home Chuisín tantu non, qu’el anu paxáu arrátchoula Xuan el Chocaretu, ya según el miou paicer, nun quedóu tan escuaxaringotáu comu tou lu tás n’agora. Claru que nun tenía tantu ganáu comu niste anu! ¡Fae 'l favore Gapitina, nun hay namái qu'allancar lus güeyus nisi cucheráu que tá empericotáu metanes na corralá, pa ún dase cuenta que saquéi d'ista enllordiá corte, más d'una ucena de rincheirus querrus de cuchu. Asina ye que quedéi escosáu de llixas p'añuedar el cibiétchu, ya xúrute miou nena, que más que me lu diés la muyer más guapa del mundiu, ya se punxés ainda dellantre de mín clica p'arria toa éstingarraona fayendu espera paque you m'arreblagara d'enría d'echa, xúrete que nagua güéi le faeria! —Conistu queru falate, que vamus dexar pa mañan el añuedar el cibiétchu you ya tigu, perque n'agora nun se me xube la minga, pos tou escosáu de braven, que xebróuxeme del miou curpu, 'l arrátchate la tou entrochicá corte. ¡Atindeme bien Chuisin, el anu paxáu comu te dixe, arrátchome la corte 'l Chocaretu, que ye abundu más viétchu que lu yes tóu, ya cobróu pel mesmu preciu qu'axustéi coutigu, asina ye... que senún se te xube la minga you te la xubiréi se tóu quiés, perque se güéi nun añueés el cibiétchu coumigu, mañán nun te dexaréi faélu, a nun ser… que me llabres la tierrina del Alloral pa semala de pan, pos niste cortinal se nun se xemen lluéu les ergues, nun allumbren bona cebeira, per isu isti anu se l' Faidor me desa, tenu xemar abundu cedu, ya senún yes tóu 'l que s'acuétcha 'l rabeiru 'l llabiegu, farálu oitre home que tena lus coyones bétchaus, ya nun comu lus qu'al miou paicer pinguente a ti, que según collumbru tan más enxugáus que lus del miou pótchin, que namái ñacer esventronóilus el capaor paque nun ventiare trés les burres! (¡Ay mi niña, mi moza, mi amante, estoy molido por entero, tengo el espinazo tan sumamente dolorido, que tal parece que me hubiesen dado una paliza de estacazos, me parece a mi, que no has limpiado el estiércol de esta cuadra, desde el día que la ha hecho el difunto de tu padre!). ¡Hombre Luisín tanto tiempo no hace, que el año pasado me la limpió Juan el Cencerro, y según mi parecer no ha quedado tan desarticulado como tu lo estás ahora. Claro que no tenia tanto ganado como tengo este año! ¡Haz el favor Agapitina, no hace falta nada más que poner los ojos encima de esa pila de abono que está en medio de la corralada, para uno darse cuenta, de que he sacado de esta sucia cuadra, más de una docena de carros de el país llenos de estiércol. Así es, que he quedado falto de fuerzas para hacerte el amor, y te juro querida, que aunque el amor me diese la mujer más hermosa del mundo, y se pusiera ahí delante de mi, con las sayas levantadas y acostada, rogándome y haciendo espera para que yo me ajinetase encima de ella, júrote de nuevo, que hoy nada podría yo hacerle. Con esto te quiero decir, que vamos a dejar para mañana el hacernos el amor, porque ahora no se me alza la minga, porque me encuentro falto de fuerzas y bravura, que todas ellas se han marchado de mi cuerpo, por la culpa de limpiar el estiércol de tu sucia cuadra! ¡Escúchame bien Luisin, el año pasado como ya te he dicho, me ha limpiado la cuadra Juan el Cencerro, que es un hombre mucho más viejo que lo eres tu, y ha cobrado por el mismo precio que he ajustado contigo. Así que... si no se te levanta la minga, yo te la subiré si tu quieres, porque si hoy no haces el amor conmigo, mañana no te dejaré hacerlo, a no ser... que me ares la tierra del Laurel para sembrarla de trigo, pues en esta vega, sino se siembra temprano la simiente, no me dará buena cosecha. Pero este año si el Hacedor quiere tengo de sembrarla con bastante tiempo. Y si no eres tu el que se coja al mango del arado, seguro que lo ha de hacer otro hombre, que tenga los cojones más llenos, y no como los que a mi parecer te cuelgan a ti, que según parece, están más secos que los de mi pollino, que nada más nacer se los cortó el capador, para que no ventosase detrás de las burras!). Quedóse Luis durante unos momentos enmudecido mirando para la Agapita, sin encontrar palabras para revatirle el descomunal insulto que le había lanzado, pero tras este tiempo corto de mudez, volvióle de nuevo la palabra agolpada por la rabia, que su boca tatexante (tartamudeante), con encaloramiento enloquecido pronunciaba, a la par que se levantaba del asiento que ocupaba en el pesebre, y poseído de un arduo e instantáneo vigor, encorajinadamente le dijo: ¡Lu que vou llabrate n’agora mesmu ye ‘l tou alma, sou bruxona paraximesqueira de lus enfernus, el díe que tou má te pariú, la probetaya xeguru quei quedú l'entrana 'n fondigoná esbaniétchada, perque chevar endubiétcha una choba comu tou tantus mexes dientru del ventrón rucandoi 'l fégadu ya xorbietandoi la xangre, cuntu you, qu'ameruxaríala con más dollor, que si pariera un par d'ucenes de fíus, ya tous ñacieren con lu detrás pallantre! ¡Peru xúrate pe la má que me fexu, que de mín nun te vas reyir, perque n'agora mesmu vou llantate 'l cuchu oitra vez dientru la corte, pa que vaigues catar al Chocaretu ya te l'arrátche denuéu la corte, ya t'allante la mínga per tal trabayu, sou xabarceirona de lus magosteirus enfernus! (Lo que te voy arar ahora mismo a ti es tu alma, bruja y mala mujer de los infiernos, el día que tu madre te ha parido, Ia pobrecita seguro que le ha quedado su entraña en hondonada bien desbencijada, porque llevar enredada una loba como tu tantos meses dentro de su vientre, mordiéndole los hígados y bebiéndole la sangre, pienso yo, que se cubriría de más dolor, que si hubiese parido media docena de hijos, y todos naciesen con lo detrás para delante. Pero te juro por la madre que me ha parido, que de mí no te vas a reír porque ahora mismo voy a volver a meterte el estiércol dentro de la cuadra, para que luego vayas en busca del Cencerro y te limpie de nuevo la cuadra, y por hacer tal trabajo te haga el amor, maldita tratanta de los ardientes infiernos). Y sin mediar más palabras, armado Luis de nuevo con una fuerza y ardor superior al que empleara cuando comenzó a limpiar la cuadra, dispúsose a introducir todo el estiércol que habla sacado otra vez dentro de la cuadra, y fue entonces cuando la Agapita posesionada de una envenenadora rabia se puso delante de él, y arremangando las sayas hasta por encima del ombligo, enseñándole sus piernas y todo cuanto el Hacedor de mujer le había dado, escupiéndole a la cara le dijo: —Tóu nun yes home, nin yes prexona, nin yes nagua, perque you to' ufreciéndute tóu lu qu'axustante coumigu, axina ye, qu'aquinde te lu dóu, paque cobres per echu 'l trabayu que me fixiste, cuétchelu fasta que te fartes, ya deixame 'l cuchu nel chugar que tá, se quiés que tenamus la festa na paz. (Tu no eres hombre, ni persona, ni nada, porque yo te estoy ofreciendo todo cuanto has ajustado conmigo, así es, que aquí te lo doy, para que cobres por ello el trabajo que me has hecho, recoge cuanto quieras hasta que te hartes, y deja el estiércol en el lugar que está, si quieres que tengamos la fiesta en paz). Luis miró a la Agapita con asco, con desprecio, dentro de la endemoniada ira que no admitía más razón, que la que el propio ser de antemano ya se había industriado, por esto, asiendo con la pala una gran palada de estiércol, la lanzó con todas sus fuerzas entre las blancas y desnudas piernas de la Agapita, que le hizo perder el equilibrio y caerse cuan larga era en mitad de la cuadra, y aunque se incorporó con la rapidez de una felina fiera, no fue lo suficientemente ágil, para librarse de otras dos paletadas que desaforadamente le lanzaba el enardecido Luis, dentro del afán desmedido de concluir con prontitud lo que se había propuesto. Entafarnada (llena) de estiércol la Agapita, y acolmenadu su cerebro con tan macabras intenciones que de contentura le hacían sonreir al diablo, asió con celeridad un rátchun (rastrillo de madera) y dio tan grande mazazo encima de la cabeza del furuxu (furioso) Luis, que éste no pudo ver nada más que una procesión de estrellas que adormecían atropelladamente su cerebro. Al caerse en grotesca postura el desventurado Luis y manar de su cabeza un escandaloso reguero de sangre, detuviéronse los encendidos y asesinos ánimos de la Agapita, y en su lugar, alumbrose la humana condolencia, conducida por una pena que hasta el miedo la arrastraba, y navegante ya en el tenebroso suplicio de saberse dueña del delito que había cometido, sus ojos dieron comienzo a un caudaloso río de lágrimas, y de su garganta entrecortadas por los suspiros, brotaron estas lamentosas y condolientes palabras: ¡Ay má d’el miou alma, que fó lu que fixe, qu’achuquinéi ‘sti home. ¿Quéi cuntu a les xentes cundu tóes xunies sen faeme deximes queran confundime? (¡Ay madre del alma, que fue lo que hice, he matado a este hombre! ¿Qué les digo yo ahora a las gentes cuando todas unidas sin darme disculpas pretendan confundirme?). Y así por el estilo, con otros rosarios de afligidas penas y sonados suspiros, se condolía la Agapita, sin saber por el camino que había de ensenderarse, para que le proporcionara un alivio a sus desesperantes tristezas. Pero Luis no estaba muerto, ni tan siquiera gravemente herido, pues simplemente se había desmayado, y al tornar de nuevo la razón a sus sentidos, lo hacía quejándose lastimosamente, y fueron sus lamentos como calmantes milagrosos que llenaban de alegría a la desconsolada Agapita, que corriendo hacia él con loca contentura, se arrodilló a su lado para ayudarle, y plagados los dos de estiércol, lágrimas y sangre, la Agapita besaba una y otra vez la ensangrentada y estercolosa cara de Luis, a la par que le juraba que seria su amante cuantas veces él lo deseara, sin que jamás tuviese necesidad para conseguir sus amorosos favores, ni d'arrátchai les vaques, xegaretái la yerbe, llabrái lus erus, nin fatáus d'oitres couxes que le faíen lus homes, per el fogueiru melgueru qu'allumbraba la sou roxiquina clica.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > ARRALLAR ou ARRÁTCHAR

  • 65 borona

    Borona ou boroña, así se llama al pan hecho con harina de maíz. La borona tandu ben fecha ye mu ñutritiva pos fasta lus xatus conecha engorden. (La borona estando bien hecha es muy nutritiva, pues hasta los jatos con ella engordan). Lu que nun son tan bonus pal estómadu son lus tortus fechus d'enría ‘l chare, pos lus tortus paque gusten ben hay qu'enzulalus callentris, ben con lleichi ou oitra couxa, nel momentu qu'esfrecen ya nun son bonus. (Lo que no son nada buenos para el estómago son los tortus (tortas) cocidos encima del llar, pues las tortas para que gusten bien hay que comerlas calientes, bien con leche u otras cosas, en el momento que enfrían ya ni gustan bien, ni tampoco son para la salud muy buenos). —Fae un mamplenáu d’anus, achá per lus tempus de lus llutus, lus pioyus ya les fames, achegóu pedigüeñandu chimosna un probe a la miou aldina qu’al falar de les xentes yera andalluz ou castiétchanu, ‘l casu foi, que daquién n'aldina, paeme que fói una muyer que se nomaba Xofía, cuntu qu'apurrióle aquel probe un escudiétchu de lleichi ya un bon cantexu de borona, ‘l probe comencipióu char farugas de la borona dientru la lleichi, ya cuntu agüétchou qu'afondaben, díxole noxáu a Xofía qu'él nun enzulaba nagua d'aquel mestranzu, perque lu mesmu qu'afondaba n'escudiétcha fairiayu nel sou banduérchu. (Hace muchos años, allá por los tiempos de los lutos, los piojos y el hambre, llegó pidiendo limosna uno de los muchos pobres que llegaban a mi aldeina que al decir de las gentes debía de ser andaluz o castellano, el caso fue, que alguien, me parece que fue una mujer llamada Sofía, cuento que le dio aquel pobre una escudilla de leche con un buen pedazo de boroña, el pobre comenzó a desmenuzarla dentro de la leche, y cuando vio que ahondaba en ella, díjole enfadado a Sofía que él no comería nada de aquel mejunje, porque lo mismo que ahondaba en la escudilla seguramente lo haría en su estómago). Paeme amindi qu’aquel probe ye que nun l'aguixonaba la fame. (Me parece a mí que aquel pobre no le pinchaba el hambre).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > borona

  • 66 busgóuxu

    Busgóuxu, dios mitológico astur que habita en los bosques cercanos a los pastos, y cuando en éstos el Busgóuxu ve alguna muchacha apacentando sus ganados, la tienta y la embruja de tal misteriosa manera, que cualquier hombre que en tales trances junto a ella llegare, sería reducido por la muchacha arrastrándole a una orgía de placer, que ninguno de los dos en su vida olvidaría jamás. Dicen que el busgóuxu es el espíritu de todos los sátiros del mundo. Cuentan de él también que es un dios hermoso a pesar que lo pintan como a chivo sarnoso, que no tendría ninguna misión positiva para existir. —Pero todos los jóvenes de los tiempos pasados que vivían atados a la dura y miserable existencia de ser humildes campesinos y pobres pastores de las tierras hermosas de la dulce Asturias, cuento que todos sabemos que el Busdeigu (Busgóuxu) existe, y que no es un duende feo como el chivo sarnoso, sino que es hermoso, tentador, ardiente y sátiro, que muchas veces nos llevaba al amor inocente y puro, sin saber por que se llegaba a la natural fuente que le da razón de placer al Hombre. En este pequeño relato de Xulín de Lluza, podrán ustedes observar a los dos Busdeigus, tentando al hermoso, al puro y al natural, así como también al chivo sarnoso. «MELGUEIRA XUVENTU» Cuntu m'alcuerdiu, cuntu xenardu you n’agora que de min xebróuxe miou esgraciaína, famienta, trabayada y'arretrigá xuventú, toes les couxes que se faen cundu se ye xoven, paeme a min que toes son bones, se ‘l xoven que las cheldéa ye un rapazón comu l' Faidor manda. Alcuerdiome xemardiandu nu más fondeiru de miou xebrá xuventú ya xonriyéndume pe lu baxu, de la miou primeira cortexada, yera you 'n rapazacu, 'n guaxetón que puéi que tuviés una ucena d'anus, foi pel mes de la yerbe (el mes de Xuliu), taba you de yerbeiru na teixá d'un amu que quixu profiyame perque ‘l probe nun teñia fíus, peru miou má dixoye, que más que tuviés que dir de rodiérches miagandu chimosna fasta lus mesmas enfermus, qu'echa nui daba a nadie un fiu, qu’endenantes que d'aquién lu xupiés, écha na sou alma ya lu hubiés queriu. El casu fói, que comu ‘l die nun taba p'andar a la yerbe, perqu'andaba la borrina mu baxa, y'enchoramicaona dientru 'n urbayu que tou lu moyaba, mandume ‘l miou amu dir llindiar les vaques al Fadiernu, que yera un pastu comunal, e achí tamién allindiandu Ies sous vaques taba Faela, una guaxetona de mexiétches colloráes, de guedérches roxes ya 'n sen escarpenare, ximple, ñatural y'axabaliná lu mesmu que you lu yera. Comencipiamus entexuntus a faluchar, ya nun de vaques, nin de pites, nin de nagua, que nun fora de les nuexes couxiquines, y'ente falagus de pallabres, ya falancies melgueires, encadexaines con miradiétches que furacaben lus nuexus xentius, tábemus encaldantu tantu faela comu you la nuexa primer cortexada. Anxina foi, qu’ente miradiétches ya falagus de falancies, cheldámunus embruxáus dientru d'un xugaretéu, y'ún per d'enría ‘l oitre 'ngarapoléus, cundu nus dimus cunta, tabamus añuedandu ‘l cibiétchu, lu mesmu que se fora la couxa más ñatural. —Achucáu d'enría la Faela you taba tan cuntentu comu écha que taba debaxu, cundu Xocurra, que yera una vaqueirona xolteirona ya maura pe lus anus, ameruxáu de mala lleichi, ya conuna llingua más aguxá qu’el obreiru la guítcha que chebaba ente sous manus, comemcipióu a ximielganus guichadazus per d'enría les ñalgues, primeiru a mín ya despos a la probitina ya xantiquina de Faela, ‘l casu foi, que chebantámunus con más priexa que cuerre ‘l rellámpagu, ya llanzandu glayíus de dollor xebrámunus d'el chau d'echa galamiandu comu lus curzus metantu nus esfregámabus les endollories ñalgues ya tul chumbu, ‘l parexu qu'echa nus nomaba xinvergüencies, y'una riestra d'inxultus tan grandie comu ‘l mes de mayu. —Cundu ‘l atapecer la tardi chegamus a l’aldina, dibamus amamplenáus de miéu ya de vergüencia detrás de les nuexes vaques, nun iñurandu que ya la magotona de Xocorru hubiés cuntáu per toa l'aldea lu que fixéramus nel Fadiernu. —El goxetáu de miéu que chebábamus dientru ‘l nuexu curpu, féxuse nun esquirpiáu, cundu agüétchamus al pá de la Faela xentáu ‘l lláu del abrebadeiru del ganáu, conún manoxu d'ortiegues ente les sous manes aguardandu qu'echegáramus al cháu d'él, a mín que la esperencia m' hubiés adeprendíu fuyír de la queima endenantes qu'enría mín en fuéu se fixera, aconsexábame que me xebrara con priexa d'aquel pelligru que diba mugar d'nría ‘l miou curpu aquel manoxin d'ortiegues. Peru cundu agüétchei ‘l cháu migu con la mocheira baxa ya choramicandu a la probitina Faela, tristeyaoná, ya más avergüenciá qu’el mamplenéu de miéu que na sou entrana cheldar fixera, diximióxe l'arganá de fuxír, ya quedeime ‘l cháu de Faela, y'encuntes chegamus al frenti ‘l sou pá, ísti chebantouxe del abrebadeiru dóu taba 'xitiáu, coyume debaxu ‘l sou brazu como ‘l guaxe que yera, y'en xin ñecexidá de baxame ‘l calzonín perque teñía esgazá toa la culeira, quedandu les mious ñalguines al entestate, apurrióme conaquel fogueiróuxu manoxu d'ortiegues tal fatáu de manuxazus, qu'entabía ye ‘l die de güéi, que cundu m'alcuerdiu, fiervenme les ñalgues lu mesmu que se d'enría ‘l fuéu las punxeira. —Melgueira xuventú, lu más honréu ya guapu que naide mexor poder fixera, que naide vous arrapiegue la llibertá, lluchái per écha, peru faceilu con imaxinación, con la preparaxón que güéi tenedis, sen faer enxamás usu de la fuercia, perque per faer tal couxa, les oitres xuventúes que güéi son mauras ya viétchas, fixerun de Nuexa Patria, regueiráes de chárimes ya de xufriencias, cuandias per tous lus cháus corrumpinás de cadermus, que yeren nuexus pás, ya nuexus queríus hermenus, ya fixerun que miou xeneración, fora la más esgraciaína, de cuntas en tou ‘l mundiu ñacieran. ¡MELGUEIRA XUVENTU...! ¡Facéi ‘l futuru de la Nuexa Patria hermenéu ya felliz, pa que vous miren sen miéu ya con respeutu, les oitres xuventúes venideiras! «LA DULCE JUVENTUD» —Cuanto me recuerdo, cuanta añoranza siento yo ahora, que de mí se alejó ya para siempre, mi desgraciada, hambrienta, trabajada y prisionera juventud. Todas las cosas naturales que se hacen cuando uno es joven, me parece a mí que todas son buenas, si el joven que las hace es un muchacho como dios manda. —Me recuerdo añorando en lo más profundo a mi ya alejada juventud, y sonriéndome por lo bajo de mi primera cortejada. Era yo un mozalbete, casi un niño, pues puede que no tuviera una docena de años, sucedió por el mes de la hierba (Julio), estaba yo de Yerbeiru (criado contratado para el mes de la hierba) en el caserío de un amo que quiso prohijarme porque el pobre no tenia hijos y yo al parecer le interesaba. Pero mi madre le dijo, que más que ella tuviese que ir de rodillas pidiendo limosna hasta los mismísimos infiernos, ella no daba a nadie un hijo, que antes que nadie lo supiera, ella en su alma ya le hubiera querido. —El caso fue, que como el no estaba para andar a la hierba, porque andaba la niebla muy baja, y haciendo lágrimas dentro de una llovizna que todo lo ponía mojado, me mandó mi amo a cuidar las vacas al prado del Recogido que era el pasto comunal de todos los vecinos, allí también cuidando sus vacas estaba Rafaela, una mozalbeta de mejillas sonrojadas, con grandes rizos rubios y sin peinar, simple, natural y asalvajada lo mismo que yo lo era. —Empezamos a hablar muy juntos, y no de vacas ni de gallinas ni de nada que no fuese de nuestras íntimas cosas, y entre halagos de palabras, dentro de dulces falancias, encadenadas con miradas que agujereaban nuestros sentidos, estábamos haciendo tanto Rafaela como yo nuestra primer cortejada. —Así fue, que entre miradas y halagosas charlas, nos hicimos embrujados dentro de armoniosos juegos, y abrazados felices y gozosos rodando uno por encima del otro, apretados por pasión desenfrenada, natural y pura, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos dichosos haciéndonos el amor como si fuera la cosa más natural de la Creación. —Acostado encima de la Rafaela yo estaba tan contento como ella que estaba debajo, digo que así nos encontrábamos felices los dos, cuando Socorro que era una vaquerona soltera y ya madura de años, endemoniada de malos instintos y con una lengua más afilada que el aguijón de una aguijada que así llevaba entre sus manos, comenzó a sacudirnos fuertes palos por encima de nuestras nalgas, primero a mi que más a mano me tenía, y después a la pobrecita y santina de Rafaela, el caso fue, que nos levantamos con más prisa que la que lleva el relámpago, y pronunciando gritos de dolor nos alejamos del lado de ella corriendo como los corzos, mientras que nos rascábamos las doloridas nalgas y todo el cuerpo, al parejo que ella nos insultaba llamándonos sinvergüenzas, y todo un rosario de insultos tan grande como el mes de Mayo. —Cuando al oscurecer la tarde llegamos a la aldea, lo hacíamos llenos de miedo y de vergüenza detrás de nuestras vacas, no ignorando que ya la bruta de Socorro hubiera contado por la aldea lo que hubiéramos hecho en el Recogido. —El cesto de miedo que llevábamos en nuestro cuerpo, se hizo enormemente más grandioso, cuando vimos al padre de Rafaela sentado al lado del bebedero del ganado, con un fuerte manojo de ortigas entre sus manos, aguardando que llegásemos a su lado. A mi que la experiencia me había enseñado a huir de la quema antes que el fuego me prendiese, me aconsejaba que me marchase con prisa de aquel peligro, que iba a martirizar mi cuerpo con aquel manojo de ortigas. —Pero cuando vi a mi lado con la cabeza baja y desconsolada llorando a la pobrecita de Rafaela, hasta el fin entristecida y más avergonzada que el enorme miedo que en su entraña lugar hiciera, se me apagó la enorme gana que de huir tenía, y me quedé al lado de la santina Rafaela, y cuando llegamos frente de su padre, éste se levantó del bebedero donde estuviera en la espera, me cogió debajo de su brazo como al niño que era, y sin tener ninguna necesidad de bajarme el pantalón porque tenía rota toda la culera, estando mis nalgas al puro aire, pues me atizó con aquel fogueroso manojo de ortigas tal cantidad de manojazos, que todavía es el día de hoy, que cuando me recuerdo, me hierven las nalgas lo mismo que si encima de ellas el fuego pusieran. —Dulce juventud, lo más honrado y hermoso que nadie mejor poder hiciera, que nadie os robe la libertad, luchad siempre por ella; pero hacerlo con imaginación, usando la preparación cultural que hoy os acompaña sin hacer jamás uso de la fuerza, porque por hacer tal cosa, las otras juventudes que hoy son maduras o viejas, sembraron en Nuestra Patria ríos de lágrimas y de sufriencias, tumbas por todos los lados repletas de cadáveres, que eran nuestros padres y nuestros queridos hermanos, e hicieron que mis generaciones fueran las más desgraciadas de cuantas en el mundo nacieran. ¡Dulce Juventud... haced el futuro de Nuestra Patria hermanado y feliz, para que os miren sin miedo y con respeto, las otras juventudes venideras! —Y ahora díganme ustedes si en este suceso, no había unos duendecitos buenos y malos, que bien pudieran llamarse los Busdeigus o Busgóuxus.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > busgóuxu

  • 67 camín

    Camín, camino. También Camín es el apellido de un ilustre poeta asturiano, un gran asturiano que siempre amó a la Melgueira y Fidalga Asturias, y hoy vive casi miserablemente en una humilde y húmeda casa de alquiler, esto nos viene a decir a los astures la clase de dirigentes que desde la guerra para acá tenemos en nuestra Tierrina. Aquellos fabulosos astures de antes de la guerra, no hubieran permitido jamás el desprecio que se hace a nuestros grandes hombres, a nuestras ancestrales costumbres, de trabajo, libertad y amor a la Tierra, por la que murieron o fueron asesinados vilmente un astur por cada casa. Cuando estos bravos y nobles astures se murieron o los asesinaron, en Asturias comenzó a nacer una nueva sociedad, la que hacían los vencedores convirtiéndose en dictadores infernales y los vencidos no pudimos combartirles tal canallada, porque sólo quedábamos mujeres, niños y ancianos, todos tan llenos de miedo, de miseria y de hambre, que si quisimos subsistir tuvimos que convertirnos en tranquilos e inofensivos esclavos. Yo conozco bien a mi Tierra y a mis gentes con las que he trabajado. A las demás gentes no las conozco, porque yo con los poderosos jamás he tenido tratos, ya que si tratas con un poderoso y no lo haces de igual a igual, es que a pesar de todo sigues siendo un pobre esclavo.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > camín

  • 68 dexenfardar

    Dexenfardar, así se dice cuando hay que dejar por alguna fuerza algo que uno lleva guardado. Exemplu. —Un díe diba you enfardáu per tous lus lláus, menus per lus bolxíus que tenía d'atechu esgazaus, diba enfardáu de zreizas qu'arrapiegare na zrezal d’Antón de Pachu, cundu ísti me priscóu ya me dixu.—Dexenfarda toes les zreices que cheves dientru d'ista manieguina Xulín, ya nun te dexenfardu les que cheves abelugáes nel bandueyu, perque paime amindi, que fante bona falta p'achuquinar la tou fame miou nenu, bén ta que te fartes d’éches d'enría la zrezál comu lu fan lus paxarinus, peru enfardate d'éches manque foren pa tou má, íxu nun ta ven fechu Xulín, perqu'el primer lladrón comencipióu con menus qu'el güétchu la guya. TRADUCCIÓN.—Un día iba yo lleno por todos los lados, menos por los bolsillos que tenía rotos del todo, digo que iba lleno de cerezas que había robado en el cerezo de Antón de Pacho, cuando éste me cogió y me dijo. Vierte, echa todas las cerezas que lleves dentro de este cesto Julín, y no te saco las que llevas guardadas en tu barriga, porque me parece a mí, que te hacen buena falta para matar tu hambre hijo mío, bien está que te hartes de ellas encima del cerezo, como lo hacen los pajarinos, pero si te las llevas aunque sean para tu madre, eso no está bien hecho Julín, porque el primer ladrón, comenzó con menos que el agujero de una aguja.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > dexenfardar

  • 69 formiga

    Formiga, hormiga. —Un díe fae ya un mamplenáu d'anus, you llindié una formiga to un díe 'nteiru. Disdi mu guaxetu xempre perdi munchu tempu n'uxervancia de les couxes ya de les criatures que you conxideraba pamindi dines de respeutu. Alcuérdume que xucedióu nun mes de Xuniu, aquecha mañán solayeira, melgueira ya cantarina de miou aldina, dunde tous lus allegres paxarinus canticaben fellices ya ñamoráus del sou vivir xantificante, xamás esborróuxe del miou penxamentu ya faticáus d'enfenites veices you envidátche per echa, ya per ístu, cheguéi a conxiderar les formigues comu les criatures mai poderóuxas del Uñiverxu enteiru. —Topéime con la formiga nun caleyón enllabanáu de la miou aldina sóu les nove la mañán, aguetchele d'enría una llábana engarradiétcha nuna chuquinante llucha escontres un guxanu que yera per lu menus cen veices más grandie qu' écha, 'l guxanu erriestrábase ya encibiétchabase sou xin mesmu, xin llograr esfaese d’aquecha formiguina que yera roxiquina lu mesmu que les panoyes, agabuxéime you ‘l lláu d’echa pa mexor agüeyala, ‘l guxanu despós de llargu tempu d’espurrixe ya encoyese, na sou llucha escontres de la formiga, pos manque oitres formigues queríen apurríye gavita a la sou hermena, you nun lu premiti, ya tou vichu viviente que s’arimare ‘l lláu de la formiguina l’estrapayaba escontres el xuelu. Falu qu’el guxanu ya canxéu, quedóuxe un poucu amormullecíu, ya entóus la formiguina dexóu d’acanilar per él, xebróuxe del sou lláu espatuxandu con la rapidez d’una centecha comu dous cuartes en derredor del guxanu, despós puénxuse espurría d’enría les sous pates traxeires y’afilandu les sous antenes con muncha rapidez comu xin quixés glamiar gavita, ya despós con la priexa d’un rellámpagu, golguióu oitra veíz acanilar pel guxanu nel mesmu xeitu qu’endenantes lu fixera, ísti ‘l probe golguióu espurrixe ya encoyese, enriestrase ya encibiétchase sou xigu mesmu fasta que denuéu quedóu oitra veíz amormollecíu, entóus la formiguina golgú faer lu mesmu qu’endenantes fixera, peru nisti cheldar la distancia que recorrióu fói ‘l doble que la primeria, e anxina féxulu oitre fatáu de veices, fasta qu’a la postri quedóu ‘l guxanu morríu d’afechu, entóus la formiguina comencipióu arrastrar el guxanu xin dirección fixa, lu mesmu p’un lláu que p’oitre, xin faer pouxa na sou brexa, ya cundu dexaba ‘l sou enlloquecíu trabayu d’arrastriar aquel guxanu que pesaría cen veices mái qu’écha, espatuxaba con galamiades más llargues cuaxi xempre ‘n rondalada del guxanu qu’achegaben fasta dous metrus ya mái de llexura, ya xempre fayendu afiladura con les sous antenes, pa nescape golguer al lláu del guxanu ya con la mesma fuercia de xempre l’arrastriaba d’un lláu p’itre ya tal me paicía amindi que caveíz lu chevaba con mái llixereza, quiciavis qu’axindi fora per mor que la callor enxugara la sustancia del guxanu, ‘l casu fói, que’achegóu l’atapecer del díe, ya xebréime you del lláu de la formiga pa la miou teixá, ya en tou ‘l tempu que l’uxervéi, nun paróu de galamiar ya trabayar, nin tan xiquiés el tempu d’un pistañéu. Aquecha formiguina galamióu en tou ‘l díe mái d’un quillómetru de distancia y’arrastrióu aquel guxanu per lu menus cen metrus. Xin nagora faemus comparancies, ente la formiga ya ‘l Home, conxiderandu a ísti cen millones de veices mái grandie que la formiga, pos tendría que llevantar un pexu de ochu mil quilus, ya carrapotialu xin pouxa nin xenaldu dez millones de quillómetrus, nel mesmu tempu qu’espatuxara galamiandu cen millones de quillómetrus mái. Anxina you penxu, qu’el mundiu de la formiga ye inxeniu que’el home tavía nun escubrióu, pos you cuntu, qu’una criatura que mora ‘l lláu nuexu, que ye capaz de faer tal trabayu ya galamiada nuna sorná de sou vida, ye dalgu qu’ el Home ten qu’escubrir con priexa, se quier dalgún díe faer él lu mesmu que la formiga, ya nun sólu nel sou trabayu ya poder, senún nel vivir felliz sou enfinita vida. TRADUCCIÓN.—Un día hace ya muchos años, yo vigilé y cuidé una hormiga todo aquel día entero. Desde muy niño siempre he perdido mucho tiempo, observando las cosas y las criaturas, que yo consideré según mi parecer dignas del más alto respeto. Me recuerdo que sucedió en un mes de Junio, aquella mañana solariega, dulce y cantarina de mi aldea, donde todos los alegres pajarinos cantaban felices y enamorados, su placenteroso vivir santificante. Jamás se borró de mi cerebro, y muchas, infinitas veces, yo he pensado en ella, y por esto, llegué a considerar las hormigas, como las criaturas más poderosas del Universo entero. —Aquel lejano día, yo me encontré con la hormiga en un callejón enlosado de mi aldea, serían las nueve de la mañana cuando la vi encima de una losa peleándose dentro de asesinante lucha, contra un gusano, que era por lo menos cien veces más grande que ella. El gusano se enroscaba, se doblaba y se retorcía sobre si mismo, sin lograr deshacerse de aquella hormiga, que era rubia lo mismo que las mazorcas, yo me agaché al lado de ella para mejor repararla, y vi como el gusano después de largo tiempo de estirarse y encogerse, de luchar ardorosamente en contra de la hormiga, pues aunque otras hormigas querían prestarle ayuda a su hermana, yo no permití, que ningún bicho viviente se arrimase a ella. Digo, que el gusano ya cansado, se quedó un poco adormecido y entonces la hormiga dejó de a colmillar por él, alejándose de su lado, corriendo a la velocidad de una centella, como dos cuartas alrededor del gusano, después se puso estirada encima de sus traseras partes, a la vez que afilaba sus antenas con grande rapidez, como si pretendiese pedir ayuda o comunicación con sus compañeras, y después con la prisa de un relámpago, volvió otra vez a morder el gusano, en el mismo lugar que antes lo hubiera hecho, éste, el pobre, volvió a estirarse y encogerse, a enroscarse y retorcerse consigo mismo, hasta que de nuevo quedó otra vez adormecido por el descomunal esfuerzo que en su defensa hacía, entonces la hormiguita volvió hacer lo mismo que antes hiciera, pero en este suceder la distancia que recorrió fue el doble que la primera y así lo hizo otras muchas veces hasta que a la postre quedo el gusano del todo muerto, entonces la hormiga comenzó a arrastrarle, según mi parecer sin dirección ni rumbo determinado lo mismo le arrastraba para un lado que para el otro, sin hacer la más mínima parada en su endemoniada brega, y cuando cesaba en su ardoroso y enloquecedor trabajo de arrastrar aquel gusano que pesaría cien veces más que ella, hacía meteóricas carreras cada vez más largas, casi siempre en círculo alrededor del gusano, que eran hasta más de dos metros de distancia y a veces hasta ocho o diez y siempre moviendo y afilando sus antenas, para de nuevo volver al lado del gusano, y siempre con la misma fuerza y ardoroso entusiasmo le arrastraba de un lado para otro, y tal parecía que cada vez le llevaba con más ligereza, y tal vez fuera por la causa del calor, que secaba la sustancia del gusano. El caso fue, que llegó la oscurecida del día, y fue entonces cuando me alejé del lado de la hormiga y me marché para mi casa, y en todo el tiempo que la vigilé y observé, que fueron más de doce horas, no paró de correr y de trabajar ni tan siquiera el tiempo de un pestañeo. —Aquella pequeña hormiga recorrió en todo el día mas de un kilómetro de distancia, y arrastró aquel gusano por lo menos cien metros, si ahora hacemos comparanzas, entre la humilde hormiga y el soberbio Hombre, considerando a éste cien millones de veces más grande que la hormiga, pues tendría que levantar un peso de ocho mil quilos, y llevarlo sin parada ni descanso diez millones de kilómetros, en el mismo tiempo que tendría que recorrer cien millones de kilómetros más. Por éstos razonamientos yo pienso, que el mundo de la hormiga es un ingenioso misterio, que el Hombre todavía no descubrió y yo pienso que una criatura que vive al lado nuestro, que es capaz de hacer tal trabajo y recorrer tal distancia en una sola jornada de su vida, es algo de lo más poderoso que el Hombre tiene que descubrir con grande prisa, si quiere algún día poder hacer lo mismo que hace la hormiga y no sólo en el trabajo y en el poder, sino en el vivir feliz su infinita vida.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > formiga

  • 70 maereiru

    Maereiru, maderero, persona que trabaja en la madera. Lo mismo fui maderero o serrador que viene a ser parecido. Empecé a trabajar cuando tenía doce o trece años, me recuerdo que me pagaban nueve pesetas diarias, disdi 'l albiar el díe fasta la sou tapecíe (desde que amanecía hasta que la noche llegaba), puedo asegurar que he tenido el mejor maestro xerrador d'Asturies, el más duro, el más repugnante, un hombre que durante el trabajo no hablaba nada más que de cuando se relacionara con él, no olvidare jamás que tanto a mí como a un hijo de él llamado Mual que componíamos el trío en el trabajo, nos trataba Nelín que era su padre, lo mismo que si fuésemos dos esclavos, muchas veces el condenado nus untaba 'l focicu conún faticáu d'ostiazus, ya nun yera desmediu cundu nus falagaba les mexiétches, pos apurríanus a entrambus cuaxi xempre lus mesmus ostiazus. (Nos azotaba el rostro con algunas tortas o castañazos, y no desacompasaba nunca cuando nos halagaba a ostiazos nuestras mejillas, pus nos daba casi siempre a los dos por igual los mismos tortazos). Mi vida durante varios años, hasta que me marché temporalmente de mi aldina deslizó trabajando siempre con este condenado paisano y con otros maderaros de la comarca, menos el mes de la yerbe, pues en este mes yo ganaba mucho más de yerbeiru en cualquier caseríu, que trabajando dos meses a la madera. Les voy a contar ahora un caso que nos sucedió a Muel y a mi, cuando ya éramos mozacones que ya cortexábamus. Sucedió un domingo que estábamos serrando madera en un castañéu de la nuexa aldina, seria como a las cinco de la tarde, y nosotros queríamos marchar para ir a cortejar a un pueblo de Quiros donde Muel y yo teníamos mozuca el caso fue que él nos dijo que nos dejaría marchar cuando entalleráramos una rolla que tenía un metro de batalla (grueso) en el serradero. Conformes nosotros entre los tres trabajamos en duro con palancas y tirones de arreventamiento, hasta que al fin conseguimos poner aquella enorme rolla de castaño de más de mil kilos de peso encima del aserradero lista para serrarla. Entonces él nos dijo que para cortejar no se necesitaba mucho tiempo si se sabía aprovechar, y que como todavía era céu, que íbamos a serrar un poco por la rolla, que era un trabajo que teníamos adelantado para mañana. Así pues que sin urniar pallabra (decir palabra) dimos comienzo a serrar por aquella rolla, él encima de ella y nosotros abajo y mientras que él desde arriba nos dominaba avasalladoramente y quizás riéndose para sus adentros, nosotros desde abajo muy silenciosamente a la par que trabajábamos en el durísimo trabajo de tirar por la sierra estábamos madurando la forma de deshacernos de él para poder marcharnos, porque por el sol, ya que reloj no teníamos, nos parecía que ya era. bastante tarde. Así pues, los tres estabamos unidos a la sierra, Muel y yo cogidos a la manilla de abajo y Nelín encima de la rolla asido a la manilla de arriba, cuando de golpe nosotros llancamus (plantamos) la sierra a enxecu (clavamos y ferramos de repente) a la par que tirábamos por ella con gran rapidez hacia detrás, con este movimiento rápido e inesperado, cogimos desprevenido a Nelín, que no le dio tiempo a esquivar el golpe que le venía encima, y la manilla de arriba a la cual él estaba asido no con mucha fuerza, le vino con duro golpe a machacar su frente y medio aturdido se desplomo desde lo alto de la rolla hasta el suelo del aserradero, y bien por casualidad o porque su gran agilidad lo buscara, cayo encima de su hijo Muel, al que asiendo con una mano con fuerza, con la otra de apoderó del moqueteiru (instrumento de madera para asegurar la cuña de la manilla inferior de la sierra, de casi un kilo de peso y unos treinta centímetros de largo) y con grande saña y fuerza comenzó a darle palos, y yo que sabía que pronto iba a recibir los mismos, xebreme fuyendu en aburiéxa galamiada del lleu d'echus (me marche huyendo a las carreras del lado de ellos), pero no llevaría andados unos metros cuando sentí en una pierna un golpetazo fuerte que no me privo de seguir corriendo pero cojeando lleno de dolor y con menos fuerza, ya que vi a Muel traspasarme como alma que lleva el diablo y sangrando por la cabeza. El caso fuera, que Nelín al ver como yo se le escapaba me lanzo el condenado moqueteiru con tal acierto y fuerza que me dejó algo cojo durante alguno días. Pero a pesar de estar los dos matauriáus (heridos), no dejamos de ir a cortejar, aunque teníamos que caminar más de diez kilómetros, y otros tantos de avenida, para después levantarnos antes de amanecen para serrar todo el día como esclavos de amo endemoniado.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > maereiru

  • 71 paxiétchu

    Paxiétchu ou paxieyu, así se llama al traje. A propósito del traxe (traje), nagora mesmu nisti cheldare ya que la pallabra cuadra en xeitu, vou falales del primer paxiétchu que you manguéi. (Ahora mismo en este acaecer ya que la palabra cuadra en el lugar, les voy hablar del primer traje que yo me he puesto). —Trabayaba you per aquel encaldar de xerreor, cundu 'n díe que chegui del trabayu, dixome miou má mu conteta, que me viexe mercau 'n bon traxe a lus xitanus qu'espatuxaben ya d'aquecha per les aldines non solu fayendu cestiquinus con les blimbes de les blimbales qu'espós combiaben per toa clas de comedeira, ya entivocandu a les xentes cambianduyes lus sous pótchinus amorrentáus, axín comu oitre faticáu d’enréus foinescus, comu char les cartes, etc., xinún tamen cundu you yera un mozacu' ya comencipieben oitros xitanus mái finus, enxeñáus ya ellegantes, nel espaxar per mious aldines nel trabayu de vender fatus de toes les clexes, disdi una xábana fasta un traxe, 'l casu fói que miou má mercoches aquel traxe qu’amindi paiciome l’mexor de lus prexentes que naide me fixera, ya púnxeme mu contentu ya m'allegre, perque yera 'l primer traxe que diba tener, perque manque you nun andeba en porriques la verdá yera que la probetaya de miou má m'apaxitchaba con fatucus de poucu valler, comu monacus, pantalonzacus, llasticucus, etc., anxina yera qu'aquel paxiétchu nuéu que diben faeme a la media punxerame ameruxáu d' allegría ya mamplenáu de góuzu. Acuerdamus faelu pa la festa de Nuexa Xiñora la Xantina la Grandia, ya féxumelu 'l xastre del miou chugar xin cobrabe dalg'un cuartu, manque me dixu que teñía que xacudiye 'l castañu del Bustiétchu. —Anxina fói qu’el díe de la festa que yera noitra ‘ldina un poucu xera de la nuexa, na distancia de dous gores d'andadiétcha, nun solu estrenéi 'l paxiétchu que me ameruxuaba d'allegría, xinu'n tamén unes bones alpargates branques ya un camixu, anxina fói que xebréime del teixu miou má camin de la festa tan elleganti 'l miou paicer comu 'l mái encopetáu de lus embaxaores, ya nun sóu paicíamelu amindi xinú'n que tous mios veicinus tamen me lu dexíen, dientru de la sana allegría de veme per primeira veiz apaxitchau debaxu arriba xin dalgún romendu nin encantexu ya fasta lus mismus pirrus de l'aldina, que tous fatáus de veices xugaben coaúmigu ya lus afalegaba' guétchabanme xonriyentis ya fallices, paiciéndume amindi que fasta me teñten meyor respéutu, 'l nun llantame les pates d'enría migu pa saludame comu cuaxi xempre faíen, manque taba you n'allerta paque nun lu fixeran. —Cheguéi 'l teixu de Teobaldu que yera un rapaz del miou tempu que viexe táu n'Uviéu dangunes veices, ya fasta él mesmu me dixu, que xinun fora per les alpargates branques diba lu mesmu qu'un prínxipe. Ya fói Teobaldu per el aquél de ver táu n'Uviéu fatáus de veices el que me fexu creyer nel mexor xétchu qu'aquel díe na festa de la Grandia diba you pintar la meyor rapaza. —Alcuérdume que cundu xaliemus camín de la festa Teobaldu ya you, xeríen les dous de la tardi, ya taba la nuexa aldina acobertoriá per la borrina manque nun yera d'orpinar, coyimus el atayu pel monti de l'aldina de Traspena dou yera la festa, ya cundu mái xubíamus camin del puertu del Collaón que yera 'l atayu mái curtiu, la borrina mái prietona se cheldaba ya orpinóuxa, ya cundu chegamus a lu cimeiru 'l puertu ya chorimaca con llárimes de culu gucha, ya cuaxi nun nus agüeyabamus ún al oitre. —You que d'aquecha galamiaba comu lus mesmus corzus, aquel día paiciame amindi qu'aquel traxe m'aprietaba 'l curpu muciéndume xixas, peru chuéu me dixe qu'a lu mexor yera que you per mor del nuéu paxiétchu espatuxaba de difierente maneira. El casu fói que cundu fixemus una pouxa p'enrrodiétchar Teobaldu 'n pitu que fumarietaba lu mesnu qu'un carreteiru, comencipióu Teobaldu 'n esfargayáu de rixes metandu me xeñalaba con el didu, fói entoncienes cundu remiréi 'l miou paxitchu ya comprendí que viexe encoyíu cuaxi una cuarta, lu mesmu nes perneires que nes mangues, ya xeguru parexu pel tou paxiétchu. Quitéi lluéu la chaqueta con munchu cudiáu pa nun esgazala perque taba prixoná 'l miou curpu, ya comencipiéi nel estirar sous mangues con el curiáu d'afalagar lus nenus, per mor de qu'al espurrila nun s'espeazara, peru foi lu mesmu, perque aquecha prienda tal me paicióu que caveiz se faía mái rancuaya. Teobaldu nun faía pouxa nel sou reyire, metantu que you memplenáu de tristayu envidayaba'l lleldamentu que teñía qu'encaldare, per últimu penxéi que xi 'l paxiétchu que taba moyáu d'afechu per la borrina, con l'agua encoyía 'l condenáu, a lu mexor enxugándulu ben regolguíe oitra veiz al sou xeitu. Anxina fói que cundu tábamus nus alrreores de l'aldina de Traspena, ya ureábamus la múxica de la gaita ya 'l mormutchu del falar de les xentes, tecéi 'l fuéu debaxu d'una castañal ya comencipiéi 'l enxugu del miou paxiétchu con la gavita de Teobaldu, fasta que cundu ya tuu ben enxútchu, ya cundu denuéu lu golguíe mangar, tal me paicióu que viexe medráu peru dixóme Teobaldu que tabame tan ben comu endenantes. —Un par d'anus mái xeru, vendía you aquel paxiétchu na cache de Picus d'Uropa de Madrí, mesmemente 'l díe que m'apaxiétchéi de llexonariu mercome tal únicu paxiétchu que teníe un xudíu que teñía una teixá de fatus viétchus, apurrióme per unes pexetes, ya díxome que me les apurríe perque you caíai ben, perque pel vallor del paxiétchu nun me daba nin un centimu. TRADUCCIÓN.—Trabajaba yo por aquel entonces de serrador, y cuando un atardecer llegué de mi trabajo, me dijo mi madre muy contenta y emocionada que me había comprado un buen traje a los gitanos, que andaban a por aquellos tiempos por mis queridas aldeas, no sólo haciendo pequeños y artísticos cestos con las blimas de las blimales que después cambiaban por toda clase de comidas o cosas que fuésenles de su provecho, o equivocaban a las gentes con sus pollinos medio moribundos, así como otros muchos trucos nada o muy poco honrados, como “echar las cartas, decir la buenaventura, predecir el destino, y había algunas inteligentes gitanas que hasta sabían decir la Oración de San Antonio”. —Dígoles que cuando yo ya era mozacu, ya comenzaban a visitar nuestras aldeinas otra clase de gitanos, mas finos y elegantes, mas educados, etc., etc., que se dedicaban al trabajo de vender toda clase de ropas, desde una sábana hasta un traje. Sucedió que mi madre me había comprado aquel hermoso traje que a mí me parecía el mejor regalo que nadie podría hacerme, que me lleno de gozosa alegría, y me puso muy contento y alegre, porque era el prime traje que iba a tener, pues aunque yo no es que anduviese desnudo, la verdad era que la pobrecita de mi madre me vestía unas prendas del más pobre valor, como monos, jerséis, pantalones, etc. Así era que aquel traje nuevo que me iban hacer a la medida, me había puesto loco de alegría y lleno de gozo. —Acordamos hacerlo para la fiesta de Nuestra Señora la Virgen de la Montaña, y me lo hizo el sastre de mi aldea sin cobrarme nada, aunque me dijo, que tenía que sacudir las castañas del castañedo de la Cuestona, que al cambio de lo que vale el sueldo de hoy, el condenado me cobró por hacer el traje más de diez mil pesetas. —Así fue que el día de la fiesta, que se hacía en otra aldea un poco alejada de la nuestra como en la distancia de dos horas de andadura, no sólo estrené aquel traje que me traía embrujado de gozo y alegría, sino que también estrene unas buenas alpargatas blancas y una camisa. Así fue, que me marche de casa de mi madre camino de la fiesta tan elegante siempre según mi parecer como el más encopetado embajador, y no sólo me lo parecía a mi sino que todos mis vecinos también me lo decían, dentro de sus sanas y francas alegrías de verme trajeado de abajo a arriba, sin ningún remiendo ni compostura. Y hasta los mismos perros de mi aldeina, que todos muchas veces jugaban conmigo y yo los halagaba, me miraban sonrientes y felices, pareciéndome a mí que hasta me profesaban mayor respeto, al no ponerme sus patas cariñosamente encima de mi para saludarme como casi siempre hacían, aunque estaba yo bien alerta para que en aquel suceder no lo hiciesen. —Llegue a la casa de Teobaldo que era otro mozalbete de mi tiempo, que haba ido muchas veces a Oviedo, y cuando me vió, hasta me dijo, que si no fuese por las alpargatas blancas, iba también vestido como un príncipe. —Y fue Teobaldo precisamente, por el aquel de haber estado muchas veces en Oviedo, el que me hizo creer con más profundidad en riego, que aquel para mi dichoso día, en la fiesta de la Virgen de la Montaña, iba yo a cortejar a la más hermosa muchacha. —Me recuerdo que cuando salimos de nuestra aldea camino de la fiesta de la Granda, serian las dos de la tarde próximamente, encontrándose nuestra aldea tapada por la niebla, aunque de ésta no cala ni una sola gota de agua. Cogimos el atajo que había por el monte para llegar más pronto a la aldea de Traspena donde se celebraba la fiesta, y cuanto mas subíamos por el camino del puerto del Collado, que era el trecho más corto, la niebla más densa se hacía a la vez que de ella ya se desprendía una fina llovizna, y cuando llegamos a lo más alto del puerto ya la niebla lloraba con lágrimas tan finas como la punta de las agujas, y a la par que tan densa se había hecho, que casi no nos avistábamos uno al otro. —Yo que por aquellos tiempos corría lo mismo que los corzos aquel día me parecía, que aquel traje me apretaba el cuerpo ordeñándome mis fuerzas, pero luego me dije, que a lo mejor era que yo por mor del nuevo traje andaba de diferente manera. El caso fue, que cuando hicimos una parada para que Teobaldo liara un cigarrillo, comenzó este a deshacerse de risa mirando para mí y señalándome guasonamente con el dedo, fue entonces cuando remiré con atención mi traje y comprendí que había encogido casi una cuarta, lo mismo en las perneras que en las mangas, y seguro que lo mismo le sucedería a todo el traje. Quíteme luego la chaqueta con grande cuidado para no romperla ya que estaba aprisionada a mi cuerpo, y comencé en el estirar sus mangas con el mismo cuidado que se usa para acariciar a los niños, pues temor tenía que al estirarla se me despedazara, pero fue lo mismo, porque aquella prenda tal me parecía que cada vez se tornaba más pequeña. Teobaldo no paraba de reírse sin preocuparse de ninguna cosa, mientras que yo desilusionado y lleno de tristeza no paraba de pensar, siempre en el hacer de buscar la solución a mi problema, por último llegue a la conclusión, que si el traje que estaba del todo mojado por la llovizna de la niebla, con el agua el condenado se encogía, a lo mejor secándole bien volvía otra vez a su posición de nuevo. Así fue, que cuando estábamos en los aledaños de la aldea de Traspena, y ya escuchábamos la música de la gaita y el mormullo de las gentes prendí una hoguera debajo de un castaño, y comencé a secar mi traje con la ayuda de Teobaldo hasta dejarle completamente seco, y cuando de nuevo le puse, tal me parecía que haba crecido un poco, pero Teobaldo me aseguro que me sentaba todavía mejor que antes. —Un par de años mas tarde vendía yo aquel traje en la calle de Picos de Europa de la ciudad de Madrid el mismo día que me vestí de legionario, me compró tal único traje que haba tenido en toda mi vida, un judío que tenía en esta calle una casa de compra y venta de ropa vieja, me dio por él unas pesetas, y me dijo mirándome paternalmente que me las daba, porque yo le era simpático y le caía muy bien, porque por el valor del traje no me daría ni un céntimo.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > paxiétchu

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