Перевод: со всех языков на все языки

со всех языков на все языки

lo+recuerdo+bien

  • 81 apaigüestias

    Apaigüestias, son apariciones, alucinaciones, esta palabra encierra un sugestivo campo de creencias en fantasmas, o ánimas condenadas y también encierra las creencias mitológicas, con todas sus historias y leyendas descabelladas o quizás ciertas, pues este mundo nuestro no se hizo de la Nada, y desde el más sabio de los humanos hasta el más ignorante, llevamos muy dentro de nuestra alma o espíritu, una lejana o cercana creencia en algo que existe «Sobrenatural», que tras la muerte nos ha de premiar o castigar, con firme exactitud en todas nuestras obras buenas y malas que hemos hecho. Ahora les contaré una historia, o leyenda, que sucedió en una de mis aldeas hace ya muchos, muchísimos años, y que yo he escuchado cuando era pequeño, de lengua de una tía abuela mía, que en aquel acaecer con más de cien años de existencia encima de su cuerpo, aún tenía arreos para trabajar en sus tierras como cualquier persona que bien lo hiciere. «MARÍA LA XANTINA» Casárase María la hija del tío Jacinto, muchacha pequeña de estatura, pero grande de hermosura y de exquisitos sentimientos, con Amalio el del Aldexuxán (Aldea de Susana), joven que no tenía de bueno nada más que el ser un mozarrón como un carbayu (roble) y ser su padre el más rico y poderoso vaqueiru de todos aquellos contornos. Tal caxoriu (casorio) fue amañucáu (preparado), por Rexina la Porricona (Regina la Desnuda), que recibiera del padre del novio por haber hecho tal arreglo, un xaretal d'ablanus (pequeño prado muy cuesto plantado de avellanos). Diremos para comprender mejor esta historia, que la Porricona, era una mujer que gozaba de grande fama en toda aquella rica comarca, porque era la esposa de Lláurianu 'l Llóndrigu (Laureano la Nutria), porque era éste un hábil cazador de estos finos animales de ricas pieles, que de aquella infestaban los regueirus (torrentes) de todas las montañas y el río que cruzaba el fértil valle. También era el Llóndrigu un experto en curar todos los males que tuviesen las personas y animales, por tal razón aquel matrimonio, al decir de muchos vecinos, era una verdadera bendición del mismo cielo, cosa que aprovechaba la Porricona, p'esquicionar al sou antoxu nus tibeirus quei dexaben fatáus de bétchaes ganancies. (Para hacer cuanto se le antojase con sus arreglos, negocios, líos, etc., que le dejaban siempre muchas y ricas ganancias). La aldea de Aldexuxán estaba compuesta por poco más de una docena de vecinos, que todos ellos eran familiares entre si. No voy a detenerme a narrar los diferentes pormenores de la historia como me fueron contados a mí, simplemente me ceñiré a un hecho concreto, relacionado con la mitología o apaigüestias fantasmales o milagrosas, ancestrales creencias, de las melgueras gentes de mi embrujadora Tierrina. Sobre la aldea de Aldexuxán había pesado desde siempre un fatídico malificio, haciendo que sus gentes siendo las más ricas de la fértil comarca, no fuesen tan felices como todos los demás eran, porque jamás en toda su historia había nacido una mujer en ella. Las mujeres que se casaban con los hombres de la aldea de Aldexuxán, se condenaban a no poder tener jamás una hija, y por todo lo contrario, alumbraban varones fuertes y sanos, que se convertían cuando llegaban a la mocedad, en los mozos más esbeltos y fornidos de toda la comarca. Pero a pesar de ser tan buenos mozos, y todos ellos vaqueirus ricos, gozaban de muy escasas simpatías entre las mozas casaderas, por tal razón, muchos no lograban casarse, y cuando alguno lo hacía, casi siempre mediaba un «arreglo» de por medio. —Así, el padre de Amalio se puso al habla con la Porricona, para que arreglase la boda de su hijo con Mariela, muchacha virginal y encantadora, de la que estaba enamorado ciegamente su hijo. Prometiéndole a la Porricona si lo conseguía, que él le daría como favor, el xaretal de Riuscuru, (pradín de Río Oscuro), que lindaba con otra finca que ella tenía. Cuando Mariela supo por sus padres, que estaba destinada para ser la mujer de Amalio el de Aldexuxan, una grande tristeza se adueñó de su alma, que le robó su alegría, y las francas y felices sonrisas que en todo instante su espíritu alumbraba. Y así de apenada todos los días se le veía por su aldea, con sus hermosos ojos siempre enrojecidos por la quemante caricia de sus lágrimas, sin encontrar el consuelo que le devolviese aquella felicidad que antes gozara. Gran devota de la Virgen de la aldea habla sido siempre Mariela, con la que con una fe desmedida siempre oracionaba y hablaba, y así de esta manera, entre profundos y dolorosos suspiros, y lágrimas torrenciales que manaban de su desespero, el día antes de su boda, con la Santina de su aldea así dialogaba: —Virxencina melgueira, qu'achorandu 'l tou cháu venu, ameruxá d'un dollor que m'esfáe pel tristeyáu miou alma, mamplená d'un miéu que d'afechu, encuandiona toa l'allegría qu'endenantes en miou espíritu per uquier afroriaba. (Virgencita dulce y preciosa, que llorando a tu lado vengo, plagada de un dolor que me deshace por triste toda mi alma, rebosante de un miedo que en toda su extensión entierra la alegría que antes en mi espíritu por donde quiera afloraba). —Xantina 'l miou alma, que tous lus amalexius encantexas, nun me faigas xufrire, pos nun queru caxame sen amore per fuercia, you nun queru isi muzu que de güenu nun peca, y'endenantes de dir xuntua d'él a l’ilexa, más quixera morreme, aforcá conun rixu que m'añuede 'l gaznatu ya me faiga en morrida. Ya tal couxa fairéla, Xantiquina 'l miou alma, se deximesme agora, ya me dexes solina, nel atayu miou pena, qu'en llocura m'entrema. (Santiquina de mi alma, que todos los males si tu quieres arreglas, no me hagas sufrir, pues no quiero casarme sin amor y por fuerza, yo no quiero ese mozo que de bueno no peca, y antes de ir junto de él a la iglesia, más quisiera morirme, ahorcada con una cuerda, que me anude mi cuello, y me haga en ser muerta. Y tal cosa he de hacer, Santiquina mi alma, si me olvidas ahora, y me dejas muy sola, en el atajo de mi pena, que a la locura me lleva). Algo muy hermoso le contestaría la Virgen a Mariela, porque otra vez se le volvió a ver llena de sana y feliz alegría, quizás con más fuerza que jamás tuviera. Y así de contenta, cariñosa y feliz, ante la misma Santina que su pena esfixera (deshiciera), al siguiente día en la iglesia se casaba con el vaqueiru Amalio. El día de su boda, fue un domingo del mes de mayo, bañado por la luz del sol que todo lo alumbraba y lo erradiaba de vida, y como era domingo, era fiesta en la aldea, el jilguero cantaba y el malvís silbiotaba y las gentes humildes con paxiétchus de festa (trajes de fiesta), a la boda acudían de la dulce Mariela, la más hermosa moza que la aldea tenía. La que viétchus ya xóvenes (viejos y jóvenes), grande y puro cariño hacia ella sentían. Cuando todos estaban fundidos en sus rezos y el buen cura casaba a la virgen Mariela, se escuchó como un trueno, muy cercano y enorme, muy profundo y tenebroso, que hizo palidecer de miedo a muchas gentes del festejo. ¡Un castigo del cielo, murmuraban las viejas, ha de mandarnos Dios, por casar a esta santa, con un fíu (hijo) de la aldea en poder del demonio! Aquel confuso ruido que a las gentes atemorizara, por ser dadas a irse a los Lares Divinos, no era tal trueno que en el aire quedara sin dejar un vestigio, pues había sido un castigo, y todos sobrecogidos pensaron, que el Hacedor andaba en aquel cataclismo. Pues el xaretal d'ablanus (el prado de avellanos) que el padre de Amalio le regalara a la Porrica, por conseguir a Mariela como mujer de su hijo, argaxárase per tous lus cháus, escuatramundiánduxe 'n fondigouxes cuandies, dou s'allacaben lus ablanus esgazáus d'afechu, con lus raigones amirandu 'l cielu, lu mesmu que se dangún terremetu, bramara nel ventrón d'aquel xareteiru, dexándulu tan llabráu y'esfechu, comu 'n güertiquín de pataques que fora afocicáu per una cabaná de goches paridiegues. (Partiérase, corriérase por todos sus lados, deshaciéndose el prado entero en profundas ollas, donde se enterraban los avellanos del todo rotos, con sus retorcidas raíces mirando al cielo, lo mismo que si un terremoto hiciera explosión en el vientre de aquel prado, dejándole tan despedazado, como un pequeño huerto de sembradas patatas, que hubiese sido hocicado por una manada de cerdas paridas). Sin embargo, tan insólito acontecimiento pasados los primeros momentos, no restó a la fiesta la sana alegría, que todos disfrutaban en la boda de la querida Mariela, pues tras de fartase tous fasta 'l rutiar de lus bunus manxares qu'achindi per uquier topábenxe, (pues tras de hartarse todos hasta dejarlo de sobra, de los buenos manjares que allí por todas partes había), se enguedechóu 'l baítche qu'en toes les bodes les xentes encalducaben (se enredó el baile que en todas las bodas las gentes hacían), fechu per la múxica xaraneira y'allegre del pandeiru ya la gaita, e axín tóus enlloquecíus de gouzu danciarun entexuntus ya hermenáus fasta 'l mesmu albiare, xeitu nel qu'entamangarun folixouxa engarradiétcha de galgazus, ente dus mozacus del chugar de Mariela, ya lus rapazones de l'aldeina d'Aldexuxan. (Hecho por la música jaranera y alegre de la pandereta y la gaita, y así todos enloquecidos de gozo, bailaron entrejuntos y hermanados hasta que llegó el amanecer, lugar que prepararon una sonada pelea de estacazos, entre los mozos de la aldea de Mariela, y los mozarrones de la aldeina de Susana). Tal pelea fue originada por los desmedidos insultos despreciativos dirigidos a los mozos de Aldexuxan, por los de la aldea de Mariela, asegurándoles que no llevarían a la santina Mariela a vivir con ellos a su aldea maldita, donde jamás había nacido ni una sola mujer, por la causa de ser todos hijos del mismo diablo. Tras de la feroz pelea, donde no sucedieron achuquinamientos (muertes) por mor de las sabias intervenciones de los ancianos de entrambas aldeas, el novio, sulfurado y ensangrentado por la titánica lucha desarrollada, en aquel mismo amanecer acompañado de todos sus parientes, se llevó a Mariela que no hizo ni la mínima negativa, y no permitió que recibiese de sus padres ni el valor de una cuyar (cuchara) de cuanto a ella le perteneciese. —Acuétchula d'un reflundión el magotón d'Amaliu a la felliz ya xonriyente Mariela, ya namái conel paxiétchu puestu, escarranquetóula d'enría la xiétcha pintureira del sou cabatchu, ya despós, conun blincu de corzu puenxuse el tres d'echa, ya cudiáu per tous sous vecinus que yeren tous parentela, xebrárunse d'aquel chugar, esnalandu nel aire ixuxus d'allegría, axenitáus nus sous cabatchus axalbaxáus lu mesmu qu' echus ya lleldáus dientru d'una ñatural ya roxurosa allegría. (Asió de un rápido tirón el bruto de Amalio a la feliz y sonriente Mariela, y nada más que con la ropa que llevaba puesta, la ajinetó encima de la pinturera silla de su caballo, y después, con un salto de corzo púsose él detrás de ella, y escoltado por sus vecinos que eran todos parentela, se marchó de aquel lugar lanzando al viento ijujús de alegría, ajinetados todos en sus caballos asalvajados lo mismo que ellos eran, y crecidos dentro de una natural y enloquecedora alegría). La cariñosa bondad, y la fértil felicidad y alegría que en todo momento emanaba torrencialmente de la encantadora Mariela, muy pronto cautivó y contagió a todas las gentes del Aldexuxan, pequenos y grandes, con tal frenesí llegaron a quererla, a adorarla y mimarla, lo mismo que si se tratara de un ser sobrenatural, que había llegado a la aldea para alegrarles a todos sus vidas. Durante el tiempo de su preñez, era Mariela atendida en todo momento por las mujeres de la aldea, y los hombres y los niños, estaban más pendientes de ella, que de sus trabajos y sus juegos, siempre le traían del campo flores y variedad de frutos, y todos al mirarse en sus encantadores ojos, la felicidad y el gozo en sus espíritus advertían. Era Mariela para todos, algo que ni tan siquiera habían soñado que existiera. Al Aldexuxan habían llegado de sus aldeas todas las mujeres que la cuidaban y mimaban y ninguna de ellas jamás había sido feliz ni encontrado la alegría en su espíritu en aquel lugar al que muy pocas de ellas habían llegado por su propia voluntad. Sin embargo al mirarse en los resplandecientes ojos de Mariela, al sentir el hado misterioso que en todo instante rezumía de su ser, llegaba a sus entrañas por primera vez raudales de gozo y alegría, que las llenaba de felicidad, y de una dicha embriagadora y sublime. Por eso entre ellas silenciosa y secretamente empezaban a decir que Mariela era divina, misteriosa y buena, y que en cualquier momento el cielo la llevaría, y dejaría a la aldea tan llena de tristeza y pena como antes lo estuviera. —Xabela la muyer d'Antón el Curuxu, que yera la que mexor amañaba lus dellicáus fatiquinus pa lus guaxinus cabantes de ñacer, ya le fixera tous lus paxiétchinus y'escarpinacus que ñecexitare 'l melgueiru nenin que traxera 'l mundiu cundu betchara la xantina Mariela. (Isabel la esposa de Antón el Buho que era la que mejor hacía los delicados ropajes propios para los niños recién nacidos, ya había industriado todos los trajecitos, calzas y demás vestiduras, que necesitase el dulce niño que trajese al mundo cuando hiciese su alumbramiento la santina de Mariela). —Tamién Xacintu 'l Utre que yera abondu curioxu pa carpinteirar, fixera 'n trubiétchu con maera de ñocéu, qu'al falar de toes les xentes d'Aldexuxan, nin el más empericotáu de tous lus nenus ñacíus ya cuaxi, cuaxi 'n per ñacere, xamás de lus xamaxes oitre mexor nun hubiés d'aquién lu fixera. (También Jacinto el Aguila que era muy mañoso para hacer de carpintero, hiciera una cuna de madera de nogal, que al hablar de todas las gentes del Aldexuxan, ni el más afamado, ni suertudo niño nacido, ni casi, casi de los aún no nacidos, jamás de los jamases otra mejor no hubiese quién se la hiciera). Todo estaba preparado para el día que el angelín a la luz amaneciera, y todos en la aldea, desde su madre hasta el más inocente de los pequeños que por aquellos montes correteare, esperaban ilusionados la venida de aquel inocente ser, fruto de las entrañas de quien les había a todos sembrado en sus espíritus la dicha y la alegría, hasta ya le habían elegido los padrinos y hasta el mismo nombre que debía llevar, el asunto era que naciese dentro del tiempo natural, y que no le trajese ningún amolexíu (mal) a la santina Mariela. Como todo en la vida tiene su tiempo de espera, y todo cuanto se espera si atañe a los procesos naturales llega, así vino el momento del alumbramiento de Mariela. Fue una mañana de los principios de la primavera, cuando todos los árboles y las plantas despertaban jubilosos y en silencio a la floreciente vida donde comenzaban, los malvises y jilgueros volvían a cantar alegres y bulliciosos, tras la mudez que les infligiera el frío y nevado invierno, fue aquella luminosa y primaveral mañana cuando todas las gentes de la aldea, se reunían contentas y felices a la par que en sus interiores algo preocupadas y temerosas, como si presintieran que algo irremediable le habría de ocurrir a la santina Mariela. Digo que todos reunidos en la casa de Mariela, anhelantes esperaban tan natural y querido acontecer. Algunas mujeres llenas de firmes creencias, rezaban sin descanso, pidiéndole al Faidor (Hacedor) y a sus santos más allegados, que la feliz nueva se alumbrara por los cauces naturales, y que Mariela no cosechara arduos sufrimientos. Otras más mañosas en tales menesteres, parteaban ilusionadas y eficientes, en cuantos cometidos quce en tal proceso se requieren. Al fin, de las entrañas de la parturienta, brotó la vida, y todas las gentes al presenciar aquella recién nacida criatura, doblaron sus rodillas en el suelo, y una oración de gracia en el cielo pusieron, dentro de la gran dicha y alegría que jamás sintieron. Porque por primera vez en toda la historia de la aldea del Aldexuxan, había nacido una niña, una hermosa niña que rompía con su divino milagro, el maléfico castigo que les había acompañado siempre. Tal milagroso acontecer, alborozó a los vecinos del Aldexuxan en tal altura, que por unos instantes se olvidaron de la moribunda Mariela, y cuando al fin Isabela enloquecida por la alegría que le hacía caminar por el incansable sendero de la dicha, digo que Isabela se dirigió respetuosa y venerativamente hacia Mariela, y besándola con gran cariño en su frente radiante de felicidad le decía, que el maleficio que pesaba sobre las gentes de la aldea, de no haber tenido jamás una mujer, una niña, ella porque era una santina, lo había roto al alumbrar aquella preciosa criatura, que era para todos los seres del Aldexuxan el fin del conxuru (conjuro) que desde siempre sobre todos pesaba. La moribunda Mariela, con su sonrisa encantadora siempre pendiente de sus labios, y una luz misteriosa y hechicera que en todo momento de sus bellos ojos se desprendía, les hizo comprender a los allí reunidos, que eran todas las gentes del Aldexuxan, que era Mariela algo que pertenecía a la divinidad de lo desconocido, y que no podría morar entre ellos, nada más que con su espíritu. Así silenciosamente Mariela, a todos miraba cariñosamente y todos se sentían bajo su embrujante y acariciante mirada, protegidos de cuantos males en la Tierra hubiese, y navegantes en una dicha que ni en sueños la esperaban. Llué Mariela con sou melgueira fala, que yera múxica de lus mesmus ánxeles, a tóus les dixu 'ndenantes de que del sou curpu xebrárase la vida: (Luego Mariela con su dulce palabra, que era la música de los mismos ángeles, a todos les dijo antes de que de su cuerpo se marchase la vida): ¡Disde güéi, toes les múcheres d'ista embruxadora aldina, parirán nenus ya nenes. Lu mesmu que faen les femes de tou 'l mundiu, y'enxamás naide mirará a lus vuexus homes, comu fasta gora toes les xentes lus fixeron, nun vus ruegu namái, nistus postreirus xeñaldares de la miou vida, que nun catéis caxorius amañáus pa lus vuexus fíus, dexái qu' echus atopen ya curién lus sous cortexus qu’en xcitu 'l sou querer mexor lus falague. Pos nun ye nagua bonu arretrigar la xuventú 'l cubiciu antoxadizu qu'entamanguen lus sous páes. Pos abondu felliz ya rica ye la xente probe, que rucandu de borona un cantezu, ou 'n tortu fechu d'enría 'l llare, son dichóuxus ya fellices fasta que de viétchus muerran. Ya munchu probe y'esgraciaína ye l'oitra xente, qu'amamplén tién de tóu lu que ñecexita, y'enfelliz ye, perque nun puén disfrutayu, con amore ya bone compañe. (Desde hoy, todas las mujeres de esta embrujadora aldeina, parirán niños y niñas, lo mismo que hacen todas las hembras del mundo entero, y jamás nadie mirará a vuestros hombres con el desprecio que hasta ahora todas las gentes les hicieron. No os ruego nada más, en estos postreros respirares de mi vida, que no busquéis casorios preparados para vuestros hijos, dejazlos que ellos busquen y cuiden sus amores en el lugar que su querer mejor los halague. Pues no es nada bueno, amarrar la juventud, a la codicia antojadiza que hacen sus padres. Pues muy felices y ricas son las gentes pobres, que comiendo un mendrugo de pan duro, o una torta cocida encima del lar, son dichosos y felices hasta que de viejos se mueren. Y muy pobres y desgraciadas son las otras gentes, que poseen todo cuanto necesitan, e infelices son, al no poder disfrutarlo, con la paz del amor y la buena compañía). Así fue como se despidió la melguera Mariela, antes de entregar su sublime alma, al Infinito poder de la Divinidad invisible, dejando a su cuerpo muerto llorado con gran pena, por aquellas sencillas, naturales y nobles gentes de la aldea del Aldexuxan, que harían de ella al correr del tiempo, la Santina Mariela. Yo no puedo afirmar si esta narración es una historia, una leyenda o quizás un mito, sólo se decir, que mi tía abuela aseguraba cuando me la contó, que era tan cierto como que ella se tenía que murrer (morir). También recuerdo cuando yo era un guaxiquín (muy pequeño), haber escuchado decir a las más viejas de estas aldeas, aconxexandu (aconsejando) a las mujeres que teniendo varios hijos varones, ellas querían tener una niña y no lograban alcanzar tal deseo. Digo que las ancianas les aconsejaban así: —Lo que tenéis que hacer si queréis tener una niña, es rezarle todos los días con buena fe a la Santina Mariela, ya veréis como el primer hijo que tengáis sin ninguna duda ha de ser una hermosa niña.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > apaigüestias

  • 82 biruelas

    Biruelas, así se llaman a las castañas que por sí solas se desprenden de los castanos. Nus tempus d'endenantes teñer la teixá mamplená de castañes yera tantu cumu auxar la fame de cual chare, les castañines nes nuexes aldines achuquinarun abondes fames. (En los tiempos pasados tener la casa llena de castañas era tanto como espantar el hambre de junto al lar. Las castañinas en nuestras aldeas mataron muchas hambres). Alcuérdume comu se fora nagora mesmu, comu pel tempu de les castañes, colábamus tous endenantes qu'- almaneciere p'apañacar les castañes que pe la nuétche ben per l'orbayá ou per lus ponxuncinus de ventu, xebrábanse de lus regañéus arizus p'aviñonar esbirolas pel xuelu, pente lus felechus, les fuées lus artaxus ou les campeiraques. Per aquechus tempus de mexeries ya fames, nun se desperdigonaba una castaña per dalgún lláu. (Me recuerdo como si fuese ahora mismo, cómo por la época de las castañas, que es el mes de noviembre su mayor apogeo, cómo todos los vecinos marchábamos de la aldea antes que amaneciese, para recoger las castañas en los castañales, que durante la noche, bien por el relente o por los pujones del viento, se caían de los abiertos arizos, para sembrarse por todo el suelo, por entre los helechos, las hojas, los matojos, o el mismo campo, dependía en el lugar donde estuviesen los castaños. En aquellos tiempos de miserias y feroces hambres, no se perdía una castaña por ninguna parte). Güéi nel díe ya poucas xentes anden a castañes, paeme amindi, que gracies al Faidor ya la Cencia del Home, la fame ya d'afechu ta xebrá de la Nuexa Melgueira ya Embruxante Asturies. (Hoy en día, ya muy pocas gentes andan a castañas, me parece a mí, que gracias al Hacedor y a la Ciencia del Hombre, el hambre ya está alejada de Nuestra Dulce y Embrujadora Asturias).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > biruelas

  • 83 cantadorias

    Cantadorias, cojinetes por así llamarles de madera, bien de nogal o fresno, que llevan los carros del país donde va sujeto el eje. Recuerdo que cuando estos carros los cargábamos demasiado, chillaban con tanta fuerza que se sentían a gran distancia y su ruido penetrante era algo hermoso y misterioso que envolvía por todas las partes a mis embrujadoras aldeas. Debíamos de tener buen cuidado si el carro iba cargado con hierba seca, pues ya se dieron casos de incendiarse. Era muy bueno para que resistiesen más tiempo las cantadorias en cantar e incendiarse, untarlus con peyeyinus de toicin, xabón graxa ya oitres mentranzus (pellejos de tocino, jabón, grasa o cualquier cosa por el estilo), pero como estos productos se necesitaban para la casa, ya que la necesidad no permitía estos despilfarros, lo que solíamos hacer era echarles agua, o muchas veces mexábamus per d'enría les cantaories (meábamos por encima de las cantadorias). —Puéu falar nagora, que ya mious aldines d'afechu cuaxi murrierun, ya poucu mora neches comu cundu you yera un guaxín, nista poexia de Xulín de Lluza se puén xenardiar mamplenáu de couxes de nuexes aldines que güéi ya tan escosáes d'afechu. (Puedo decir ahora, que ya mis aldeas casi del todo se han muerto, ya muy poco mora en ellas de cuando yo era un niño, en este poema de Xulín de Lluza se pueden recordar muchas cosas de nuestras aldeas que hoy ya no existen. «L'ATAPECER DE L'ALDINA» Ya non semen nes aldés / cortinales de panzales / comu endenantes semaben, / dunde 'n andeches les xentes, / baxu 'l aburiante sol / de lus dies agosteirus; / dientru d'allegres folises, / cantaben amexoriandu / les arestoses espigues, / chándoles dientru les goxes / apelucáes d'una 'n una, / uá fatáus con les mexories / se les payes les xostienen / dreches comu xuncu 'n lluna. Ya non se ven nes aldés / nes solayeres quintanes, / a les xandongues muyeres / e nes tayueles sentáes, / con el banu nes rodielles / escoyendu pacientudes, / metantu parpayuelaben / lus chicharus ya les fabes, / u 'mugandu les ablanes / nel carrapieyu 'llancades, / u 'esfregandu les panoyes / de les riestres rabucades, / y'apartandu lus toruxus / con les fueyes arrugades, / p'encarnar pe les mañanes / el fueu denría lus llares. Ya non se macha l'espiga / nes atreináes antoxanes. / D'enriba de fortes mantes, / esfayéndula nes ergues / qu'el ravil vierte 'n escandes; / ya non se ven les muyeres / con el banu ente les manes, / banando desaforades / xebrandu la bona escanda / de les poxes esbiyáes. Ya non se machen castañes / que nel xardu se curaben, / pa faeles en mayuques / con lus callores ya fumus / ñacíus de les foguerades, / que debaxu les pregancies / enria 'l llar yeren tizáes, / que cocíes con calamona / toicín ya bones moscancies, / amañaben un potaxe / tan bonu comu les fabes. Ya non hay lus perteguirus / qu'áxiles comu 'l esquil / xubien a les castañales, / ya xacudien lus arizus / qu'en maniegues les muyeres / con lus murgaces pañaben, / alforxánduies nes corres / que nus castañeus moraben, / y' al tenor qu'empodrecien lus espineráus arizus, / les castañes maurecien, / ya les que taben piesláes / dientru de verdousu arizu, / más agrandiáes se faien / ya mexor gustu 'llumbraben. Ya non canten lus carrinus, / non rinchen sous cantaóries / per el pesu d'esquirpiádes / de panoyes, u castañes, / d'ablanuques u pataques, / d'espigues u de manzanes, / de paya, narbasu, lleña, / de pación, cuchu o de yerba. / Ya non se faen maureres / con les mexores castañes, / nel xomeráu tapadines / con folechus u con fueyes, / pa qu' arrexistieren lonxe, / ya non se tornaren dures / pa poder amagostales. Ya s’esfexu l’aldeina, / sólu lus vieyus la guarden, / ya non hay potes de pates, / nin caxilón nin pregancies, / ya lus llares de lus teixus / tan escosáus d'esperances, / ya non s' axuntes les xentes / e nes nueches envernales, / ente folixes gozóuses / riyénduse nes velades, / acorralandu lus llares / espantandu les poceyes / que blincaben de lus fueus / cundu nus llares tizaben. Ya non s'escuchen lus cuentus / qu'endenantes se cuntaben, / ya non se fala de Xanes / nin de Xumicius nin trasgus, / nin de Güésties nin fantasmes. ¡Fasta lluéu digu a mió aldea, / enxamás de lu xamases / del llau tigu voi xebrame, / faiga lu que faiga 'l mundiu, / a mious melgueres aldés / fasta 'l morrer voi cantales!

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > cantadorias

  • 84 carquexa

    Carquexa, planta medicinal. La carquexa yera ente les xentes de mious aldines en nus tempus d'endenantes la mexor melecina ‘l mexor remediu pa la reume y'oitres dollores qu'ísti mal enrodiétcha nel curpu del Home. You entavía xigu creyendu 'n munches couxes de la melecina de lus tempus antigus, anxina ye que na carquexa tenu abonda fe, perque tenu agüeyáu y ureáu fatáus de veces comu les xentes apaciguaben lus sous amolexáus conécha. Xenardu you que miou má cundu chegaba ‘l envernu faer potaradinus de carquexa, ya despós de ben cocía la dexaba dientru d'un tarreñon de barru que tenía, ya tous lus díes pa dir pa la cama llapaba un pociétchu d'echa ya munches veces faíame tamén xorbiála 'minde, peru you nun l’engorgalaba ben perque namái que tenía qu’unes povixines d’azúcare, más écha falábame que yera mu bona pa nun sei quéi de la xangre, ya pa tornar la reume, ya p'oitres couxes más que nagora nun alcuerdiu. Na nuexa Melgueira y embruxante Tierrina tenomus mamplenáus de plantes ya frores melicinales, per ístu les nuexes xentes de lus tempus d’endenantes xabíen tantes couxes pa curar lus sous amolexíus. (La carquexa era entre las gentes de mis aldeas en los tiempos pasados la mejor medicina y el mejor remedio para el reúma y para otros dolores que éste mal desarrolla en el cuerpo del Hombre. Yo personalmente todavía sigo creyendo en muchas cosas de la medicina antigua. Así es que en la carquexa tengo mucha fe, porque tengo visto y oído muchas veces como las gentes apaciguaban sus dolores con ella. Recuerdo yo cómo mi madre cuando llegaba el invierno hacía pucherados de ella y después de bien cocida la dejaba dentro de un recipiente de barro que tenia, y todos los días cuando se acostaba bebía un pocillo de carquexa, y muchas veces me hacía a mí tomarla, pero yo no la bebía porque tenía muy poca azúcar y todo era porque no la había, más sin embargo mi madre me decía que era muy buena para no se qué cosas de la sangre, y también para que el reúma no le atacara a uno y lo mismo para no sé cuántas enfermedades. En nuestra dulce y embrujante Tierrina tenemos muchas plantas y hierbas medicinales, por esto nuestras gentes de los tiempos pasados sabían tantas cosas de estas plantas que les permitían aliviar y curar sus males).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > carquexa

  • 85 cuandia

    Cuandia, hoyo, poza, sepultura. Nagora perque paezme amindi qu'encalda nisti xeitu, vou falales you de la Cuandiona de lus Achuquináus d' Uviéu. (Ahora porque me parece a mí que cuadra en el sitio, yo les voy a hablar de la Tumba de los Asesinados en la ciudad de Oviedo). Tal paicía la cárxel d'Uvieu naquechus tempus d'achuquinamentus la mesma ufixina del diañu, tou lus xeítus qu'acorralaben ista teixá d'enfernal miéu, taben amamplenáus de miles de xentes, ya toes istis prexones qu'aguardaben que les dexaren agüétchar per trés les rexes de la cárxel a lus sous homes, fíus, hermenus ou toa clás de parentela, qu'arretrigáes ya ben cudiáes per el llátigu del sou hermenu venceor taben na pouxa de ser fartura pala Cadarma, ya fatáus d'echus, un noventa per centu per exemplu, nun s' abayaben en más dellitu, qu'el que puéa lleldase nus anxelinus nenus d'entamu. Guntuyes you, ya xín char más lleñe ‘l fuéu que lus caricotes que nel queimaben, que nun yeren oitres namái que l'inxusticia más gafa que dalgún home sou la Tierrina xemare. Fálules you, que toes les xentes qu'acorralaben la cárxel, namái que yeren muyeres, nenus ya viétchus, que chebaben plasmáu nel xemeyu del lus sous rostrus el miéu ya la l'axasperación que faíen allumbrar per las ñacencias de la llágrima, un dollor tan enfernal dou nun guañaba ‘l conxuelu. Alcuérdume qu'un paixanu comu d'unus xetenta ou más anus,enlloquecíu perque dientru de la cárxel tenía tres fíus arretrigáus, llanzu glayíus con fuercia falandu ¡VIVA LA REPUBLICA! ya nomándulus achuquinus ya baldrayus, nel escape chegarun dous guardies que lu llantarun con priexa na cárxel, aquecha mesma nuétche xuntu con lus sous fíus forun achuquináus na Cuandia del cadarmeiru d'Uviéu. Nista cuandia comunal tan encuandiaus faticáus de homes con menus dellitu que fexu ‘l paixanu que glayóu viva la república. Paeme amindi que lu que debemus de faer lus astures ye nun deximir istes couxes que fexerun lus nuexus antepaxáus, pa nun golguer nin per lu más xagráu lleldales nuexoítres, ya pa querenus, respetanus y'ayudanus comu lu que xemus, Ñobles ya Fidalgus hermenus. TRADUCCIÓN.—(Tal parecía la cárcel de Oviedo en aquellos tiempos de asesinamientos, la misma oficina del diablo, todos los lugares que cercaban esta casa de infernal miedo, estaban repletos de miles de gentes, y todas estas personas que aguardaban que se les dejase ver a sus seres queridos por detrás de las rejas de la cárcel, a sus maridos, a sus hijos hermanos y toda clase de parentela, que prisioneros y bien guardados por el látigo de su hermano el vencedor, que esperaban ser hartura para la Muerte, y muchos de ellos, un noventa por ciento por ejemplo, no se revolvían en más delito, que el que puedan tener los angelicales niños de pecho. Cuéntoles yo, y sin echar más leña al fuego que los tizones que en él quemaban, que no eran otros nada más, que la injusticia más envenenada que ningún hombre sobre la Tierrina sembrara. Dígoles yo que todas las gentes que cercaban la cárcel, nada más que eran mujeres, niños y viejos, que llevaban plasmado en el retrato de sus rostros, el miedo y la desesperación, que les hacía alumbrar por las nacencias de las lágrimas, un dolor tan infernal, que no tenía ningún consuelo. Me recuerdo que un paisano como de unos setenta o más años, enloquecido de dolor, rabia o lo que fuese, porque dentro de la cárcel tenía tres hijos prisioneros, lanzando gritos con fuerza decía... ¡Viva la República!, llamándoles asesinos y cobardes, en el momento llegaron dos guardias que le metieron con prisa en la cárcel, aquella misma noche junto con sus dos hijos, fueron asesinados en la Tumba Comunal del cementerio de Oviedo. Dentro de esta Fosa Comunal, están enterrados muchos hombres con menos delito que hizo aquel paisano que gritó viva la república. Me parece a mí, que lo que debíamos de hacer todos los astures, es no olvidar estas brutales cosas que hicieron nuestros antepasados, para no volver ni por lo más sagrado hacerlas nosotros nunca, y para querernos, respetarnos y ayudarnos como lo que somos, Nobles e Hidalgos hermanos).

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > cuandia

  • 86 maereiru

    Maereiru, maderero, persona que trabaja en la madera. Lo mismo fui maderero o serrador que viene a ser parecido. Empecé a trabajar cuando tenía doce o trece años, me recuerdo que me pagaban nueve pesetas diarias, disdi 'l albiar el díe fasta la sou tapecíe (desde que amanecía hasta que la noche llegaba), puedo asegurar que he tenido el mejor maestro xerrador d'Asturies, el más duro, el más repugnante, un hombre que durante el trabajo no hablaba nada más que de cuando se relacionara con él, no olvidare jamás que tanto a mí como a un hijo de él llamado Mual que componíamos el trío en el trabajo, nos trataba Nelín que era su padre, lo mismo que si fuésemos dos esclavos, muchas veces el condenado nus untaba 'l focicu conún faticáu d'ostiazus, ya nun yera desmediu cundu nus falagaba les mexiétches, pos apurríanus a entrambus cuaxi xempre lus mesmus ostiazus. (Nos azotaba el rostro con algunas tortas o castañazos, y no desacompasaba nunca cuando nos halagaba a ostiazos nuestras mejillas, pus nos daba casi siempre a los dos por igual los mismos tortazos). Mi vida durante varios años, hasta que me marché temporalmente de mi aldina deslizó trabajando siempre con este condenado paisano y con otros maderaros de la comarca, menos el mes de la yerbe, pues en este mes yo ganaba mucho más de yerbeiru en cualquier caseríu, que trabajando dos meses a la madera. Les voy a contar ahora un caso que nos sucedió a Muel y a mi, cuando ya éramos mozacones que ya cortexábamus. Sucedió un domingo que estábamos serrando madera en un castañéu de la nuexa aldina, seria como a las cinco de la tarde, y nosotros queríamos marchar para ir a cortejar a un pueblo de Quiros donde Muel y yo teníamos mozuca el caso fue que él nos dijo que nos dejaría marchar cuando entalleráramos una rolla que tenía un metro de batalla (grueso) en el serradero. Conformes nosotros entre los tres trabajamos en duro con palancas y tirones de arreventamiento, hasta que al fin conseguimos poner aquella enorme rolla de castaño de más de mil kilos de peso encima del aserradero lista para serrarla. Entonces él nos dijo que para cortejar no se necesitaba mucho tiempo si se sabía aprovechar, y que como todavía era céu, que íbamos a serrar un poco por la rolla, que era un trabajo que teníamos adelantado para mañana. Así pues que sin urniar pallabra (decir palabra) dimos comienzo a serrar por aquella rolla, él encima de ella y nosotros abajo y mientras que él desde arriba nos dominaba avasalladoramente y quizás riéndose para sus adentros, nosotros desde abajo muy silenciosamente a la par que trabajábamos en el durísimo trabajo de tirar por la sierra estábamos madurando la forma de deshacernos de él para poder marcharnos, porque por el sol, ya que reloj no teníamos, nos parecía que ya era. bastante tarde. Así pues, los tres estabamos unidos a la sierra, Muel y yo cogidos a la manilla de abajo y Nelín encima de la rolla asido a la manilla de arriba, cuando de golpe nosotros llancamus (plantamos) la sierra a enxecu (clavamos y ferramos de repente) a la par que tirábamos por ella con gran rapidez hacia detrás, con este movimiento rápido e inesperado, cogimos desprevenido a Nelín, que no le dio tiempo a esquivar el golpe que le venía encima, y la manilla de arriba a la cual él estaba asido no con mucha fuerza, le vino con duro golpe a machacar su frente y medio aturdido se desplomo desde lo alto de la rolla hasta el suelo del aserradero, y bien por casualidad o porque su gran agilidad lo buscara, cayo encima de su hijo Muel, al que asiendo con una mano con fuerza, con la otra de apoderó del moqueteiru (instrumento de madera para asegurar la cuña de la manilla inferior de la sierra, de casi un kilo de peso y unos treinta centímetros de largo) y con grande saña y fuerza comenzó a darle palos, y yo que sabía que pronto iba a recibir los mismos, xebreme fuyendu en aburiéxa galamiada del lleu d'echus (me marche huyendo a las carreras del lado de ellos), pero no llevaría andados unos metros cuando sentí en una pierna un golpetazo fuerte que no me privo de seguir corriendo pero cojeando lleno de dolor y con menos fuerza, ya que vi a Muel traspasarme como alma que lleva el diablo y sangrando por la cabeza. El caso fuera, que Nelín al ver como yo se le escapaba me lanzo el condenado moqueteiru con tal acierto y fuerza que me dejó algo cojo durante alguno días. Pero a pesar de estar los dos matauriáus (heridos), no dejamos de ir a cortejar, aunque teníamos que caminar más de diez kilómetros, y otros tantos de avenida, para después levantarnos antes de amanecen para serrar todo el día como esclavos de amo endemoniado.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > maereiru

  • 87 mineiru

    Mineiru, minero. —Xenardu you nagora couxes que falaba miou güelu que viexe xíu mineiru, que xempre cuntaba couxes de la mina, d'esgracies, trabayus pelligróuxes, quiebres, güelgues, ect., etc. Falaba que lus mineirus son lus homes mái vallentres del Uñiverxu enteiru, pos trabayar baxu tierra namái que lu fan lus toipus perque nun tenen guétchus. Per oitre lláu tamén falaba que xin dientru de la mina se pudiés allumbrar comu nel prenu díe, poucus mineirus trabayaríen dientru d'écha, ya de les oitres xentes dalgún que quixés per xasperáu achuquinar la sou vida. TRADUCCIÓN.—Recuerdo ahora cosas que solía decir mi abuelo que había sido minero, no sólo en mi querida Tierrina sino también en las Américas, de donde regreso como los llamados "Almericanus del pote" (Indiano sin fortuna), digo que siempre estaba contando cosas de la mina, desgracias por lo general casi todas tales como trabajos peligrosísimos, desprendimientos del terreno, huelgas, etc. Hablaba él con gran orgullo que el minero era el hombre más valiente de todo el Universo, pues él entendía que trabajar bajo la tierra nada más que lo hacían los topos porque estaban carentes de ojos. Por otro lado también solía afirmar, que si el interior de la mina se pudiese iluminar como si fuese el pleno día, pocos mineros trabajarían dentro de ella y de las otras gentes nada más que alguno que se quisiera por desesperación quitar su vida. —Yo creo que mi abuelo sabía muy bien lo que decía, y yo añado además, que el trabajo que realiza cualquier minero dentro de las negras y tenebrosas entrañas de la traicionera mina, no es pagado con dinero, porque este querido y necesario instrumento que es el dinero, es muy poca cosa para pagarle a un valiente, que pasa toda su dura faena de arduo trabajo, en continua lucha y compañía de la Cadarma.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > mineiru

  • 88 niaór

    Niaór ou niador, así se llama al lugar donde la gallina pone sus huevos, que puede ser un cajón o cualquier otro lugar relleno con hierba. También se llama niaór al huevo bien de madera o natural que por regla general ya está podrido, que se deja dentro del niaór para incitar a las gallinas a que pongan más rápido el huevo. En los tiempos pasados en la mayor parte de los hogares de mis aldinas, un huevo era un alimento tan sumamente fino y de lujo, que sólo lo comían las personas enfermas, y todo porque la necesidad tenía su miserable reino en casi todos los lugares, así era que las mujeres juntaban los huevos que sus gallinas ponían durante toda las semanas para llevarlos al mercado junto con la manteca y otros productos como los cuayáus el queíxu, etc., con el fin de poder reunir el dinero para mercar lus enréus (cosas necesarias en sumo para el hogar), como podían ser la sal, el pimiento, un poco aceite para hacer lus rustíus al pote (para echarle la grasa con sus sofritos al puchero), un poco de café, malte, chicoria, azúcar, etc. Así como comprar alguna prenda que fuese del todo necesaria de ropa interior, etc. Yo me recuerdo que los días de mercado eran los lunes, así pues casi al amanecer algunas mujeres más necesitadas de mi aldina, cuando el día despuntaban ya estaban dentro de su gallinero asiendo a las gallinas ponedoras y metiéndoles el dedo en el trasero con el fin de comprobar si tratan el huevo, aquella que le trajese, su dueña untaba el dedo con un poco de pimiento de lo más picante y se lo volvía a introducir en el trasero de la gallina con el fin de que pusiera el huevo pronto para poder llevarle al mareado.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > niaór

  • 89 pina

    Pina, cuña de madera o de hierro, para mi suerte o desgracia yo he trabajado muy dura y sudorosamente con las dos, primero cuando casi era un niño con la de madera cuando era serrador, más tarde con la de hierro cuando era calderero de montajes. —Me recuerdo que un día que estábamos serrando madera en un castañedo de la aldea de Bandujo, haciendo una pina me corte un dedo casi hasta la mitad, con aquel accidente hoy en día cualquier obrero se tiraría de baja por lo menos casi un mes, más o menos bien asistido por el seguro de accidentes, sin embargo, yo que no tenía ninguna clase de seguros, envolví la herida en un trapo sucio que tenía como pañuelo para limpiarme el sudor, y trabajé aquel día y todos los demás hasta que me sanó la herida sin que nadie me la curara, a no ser la medicina que yo empleaba, que era simplemente mear por el dedo siempre que tenía gana.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > pina

См. также в других словарях:

  • Colegio Nuestra Señora del Recuerdo — Información Tipo Colegio privado concertado …   Wikipedia Español

  • Lo recuerdo muy bien — Episodio de 31 minutos Episodio nº 40 Temporada 2 Escrito por Pedro Peirano Álvaro Díaz Patricio Diaz Daniel Castro Rodrigo Salinas …   Wikipedia Español

  • Teoría simbiogenética — Saltar a navegación, búsqueda La Teoría simbiogenética es una teoría sobre la evolución que propone que la mayoría de la novedad biológica proviene de procesos simbiogenéticos. La simbiogénesis, como fuente de diversidad, ha sido postulada desde… …   Wikipedia Español

  • Teoría de la simbiogénesis — La Teoría de la simbiogénesis es una teoría sobre la evolución que propone que la mayoría de la novedad biológica proviene de procesos simbiogenéticos. La simbiogénesis, como fuente de diversidad, ha sido postulada desde principios del siglo XX… …   Wikipedia Español

  • Alfred Russel Wallace — Alfred Russel Wallace …   Wikipedia Español

  • Colegio Militar de la Nación (Argentina) — Colegio Militar de la Nación País  …   Wikipedia Español

  • Macroevolución — La paleontología, la biología evolutiva del desarrollo y la genómica comparativa proporcionan la mayor parte de la evidencia de los patrones y procesos que se pueden clasificar como macroevolución, grandes cambios evolutivos, frente a los… …   Wikipedia Español

  • Inevitable — «Inevitable» Sencillo de Shakira del álbum ¿Dónde están los ladrones? Grabación 1998 Género(s) Rock alternativo Duración 3:16 …   Wikipedia Español

  • pichafloja — s. sexualmente impotente. ❙ «Ahora no recuerdo bien si me llamó pichafría o pichafloja...» Chumy Chúmez, Por fin un hombre honrado. ❘► ❙ también pichafría. 2. cobarde, miedoso. ❙ «El cobarde, para su vergüenza y escarnio, posee una buena gama de… …   Diccionario del Argot "El Sohez"

  • curarse hasta las patas — beber mucho alcohol; embriagarse en exceso; cf. empinar el codo, ponerle, curadera, cocerse hasta las patas, curarse, curado; estaban todos tirados junto a la piscina, curados hasta las patas , ¿y a qué hora se acostaron? no recuerdo bien, es que …   Diccionario de chileno actual

  • Wikipedia:Candidatos a artículos destacados — Ir a la tabla de contenidos Atajo WP:CADWP:CAD   [ …   Wikipedia Español

Поделиться ссылкой на выделенное

Прямая ссылка:
Нажмите правой клавишей мыши и выберите «Копировать ссылку»