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dicho+y+hecho

  • 101 ловко

    1) нареч. ( искусно) con destreza, diestramente, con habilidad, hábilmente; bien ( удачно)

    ло́вко пойма́ть — cazar con habilidad (con destreza)

    ло́вко пры́гнуть — saltar con ligereza (con agilidad)

    ло́вко сде́лано! — ¡bien hecho!

    ло́вко ска́зано! — ¡bien dicho!

    ло́вко заду́мано — está bien pensado

    2) нареч. разг. ( изворотливо) con sagacidad, con astucia

    де́йствовать ло́вко — obrar con sagacidad

    ло́вко устра́ивать свои́ дела́ — arreglar sus asuntos con perspicacia

    3) нареч. разг. ( удобно) con comodidad, cómodamente

    ло́вко сиде́ть ( о платье) — sentar bien

    4) безл. в знач. сказ., дат. п., разг. ( удобно) a mis (tus, etc.) anchas
    5) в знач. межд. разг. ¡qué bien!
    * * *
    adv
    1) gener. (èñêóññî) con destreza, bien (удачно), con habilidad, diestramente, expertamente, hábilmente, peritamente, ¡ðàçã. qué bien!
    2) colloq. (èçâîðîáëèâî) con sagacidad, (óäîáñî) a mis (tus, etc.) anchas, (óäîáñî) con comodidad, con astucia, cómodamente

    Diccionario universal ruso-español > ловко

  • 102 El western americano a partir de 1970

       Que los generos clasicos del cine americano y, por extension, del cine europeo entraron en crisis ya antes de 1970 no es algo que haya que descubrir ahora. En algunos casos, los menos, se trato de una crisis de crecimiento, al amparo, entre otras cosas, de los avances tecnologicos. Asi, el llamado cine de ciencia-ficcion, entendido si se quiere como un subgenero del cine fantastico, incremento el favor del publico, gracias, entre otros, a productos como las sucesivas entregas de La guerra de las galaxias.
       Con el cine negro ocurrio algo parecido, con matices. En esta ocasion no se trata tanto de aprovechar innovaciones tecnologicas, como las derivadas del desarrollo de los ordenadores, por ejemplo, sino de dar la espalda a supuestas limitaciones de produccion del cine clasico, en particular el uso del blanco y negro, una de las caracteristicas innegociables del cine negro. De este modo, oimos hablar de peliculas como Chinatown (Roman Polanski, 1974) o, mucho mas recientemente, L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997) como nuevas y seneras muestras de cine negro. Menos mal que llegaron los hermanos Coen para, sin hacer demasiado ruido, poner, eso si, las cosas en su sitio con El hombre que nunca estuvo alli (The Man Who Wasn’t There, 2001).
       No siempre, sin embargo, la crisis ha sido de crecimiento y/o de transformacion. En ocasiones, como ocurre con el western, estamos ante una crisis que es antesala de la muerte, precedida acaso por una agonia mas o menos larga y mas o menos estimulante. El western, como el musical, ha perdido sus atractivos de cara a la taquilla, y solo apariciones esporadicas parecen querer indicar que el genero sigue vivo. Pero, claro esta, 1970 queda ya muy lejos en el tiempo, por lo que habria que puntualizar las cosas.
       En primer lugar, hay que indicar que 1970 es una buena fecha para iniciar lo que se podria llamar “los ultimos coletazos” de algunos de los cineastas clasicos, Howard Hawks, Henry Hathaway, Robert Aldrich, Sam Peckinpah, John Sturges, John Huston y Don Siegel, entre otros. Como es natural, sus ultimas obras figuran aqui en el lugar destinado a cada uno de ellos, por lo que no es necesario hacer comentarios suplementarios.
       En segundo lugar, habria que hablar de aquellos creadores que, bien en el campo del western, bien en otros de la creacion cinematografica, pretendieron renovar el concepto clasico de genero con propuestas innovadoras, provocativas o ambas cosas al mismo tiempo. Monte Hellman puede servir como ejemplo modelico de ello, sin olvidar a Al Adamson, John Cardos y otros. No es muy habitual que estas propuestas se vean avaladas por la calidad de los productos que ofrecen, en la mayor parte de los casos muy baja. Da la sensacion de que la idea no es sino la de violentar por el exabrupto las senas de identidad de un genero que ha alcanzado nobleza con el transcurso de las decadas.
       Existe una tercera opcion, si se quiere poco fecunda, sin futuro previsible, pero, esta vez si, proveedora de momentos de disfrute, no solo por el mecanismo de la nostalgia. Dicho en pocas palabras, se trata de crear un producto que, sin abominar de las senas de identidad del genero, las renueve, tal como, en su idea, hicieron algunos, particularmente Sam Peckinpah. Esfuerzos individuales como los de Blake Edwards (Dos hombres contra el Oeste, Wild Rovers, 1971), Robert Altman (Los vividores, McCabe and Mrs. Miller, 1971), Mark Rydell (John Wayne y los cowboys, The Cowboys, 1972), Alan J. Pakula (Llega un jinete libre y salvaje, Comes a Horseman, 1978), Michael Cimino (La puerta del cielo, Heaven’s Gate, 1980), Lawrence Kasdan (Silverado, 1985), Walter Hill (Forajidos de leyenda, The Long Riders, 1980) o Kevin Costner (Bailando con lobos, Dances with Wolves, 1990) merecen todos los respetos, al margen de la mayor o menor calidad de las cintas que nos ofrecen, calidad que por otra parte es estimable en no pocos casos.
       Por ultimo, hay que hablar, inevitablemente, de Clint Eastwood, director de cuatro westerns modelicos, cada uno a su manera, unico punto de enganche verdadero con el genero, tal como este se fue definiendo a lo largo de las decadas.
       A primera vista, nadie diria que Eastwood ha dirigido solo cuatro westerns. Tal vez influye en esa falta de perspectiva el hecho de que sus origenes son como actor, y como actor de westerns. Aparte de un punado de peliculas rodadas entre 1955 y 1958, en muchas de las cuales ni siquiera aparecio en los titulos de credito y la mayoria de las cuales no pertene cian al genero, su actividad en los Estados Unidos se redujo a la mitica serie Rawhide, que le lanzo a la fama, hasta el punto de ser elegido por el director italiano Sergio Leone para protagonizar el primero de sus prestigiosos spaghetti-westerns, Per un pugno di dollari/Por un punado de dolares, en 1964. El exito, de nuevo, fue importante, y propicio la realizacion de otras dos peliculas, Per cualque dollaro in piu/La muerte tenia un precio (1965) e Il buono, il brutto, il cattivo/El bueno, el feo y el malo (1966). A partir de este momento, Eastwood se convierte en una estrella que antes de dirigir su primera pelicula en 1971 trabajara con directores tan dispares como Vittorio De Sica, Ted Post, Brian G. Hutton, Joshua Logan y, sobre todo, Don Siegel, en un total de ocho peliculas –en realidad siete mas un fragmento de otra–; ya se sabe, en esos anos, particularmente en Italia, fueron numerosas las peliculas formadas por distintos sketches dirigidos por realizadores distintos. De esas ocho peliculas, cuatro fueron westerns y figuran en el lugar correspondiente de este diccionario. A partir de entonces, nos encontramos con el personaje desdoblado en sus dos facetas futuras: actor y director, y ello, en todas las modalidades posibles, solo actor, solo director o ambas cosas al mismo tiempo. Pues bien, despues de treinta anos largos, contados desde la primera pelicula dirigida, y en este caso tambien interpretada, por Clint Eastwood, Escalofrio en la noche (Play Misty for Me), unicamente podemos anadir a la lista cinco westerns mas, Joe Kidd, dirigido por John Sturges, y los cuatro que dirigio personalmente Eastwood:
        High Plains Drifter (Infierno de cobardes). 1973. 105 minutos. Technicolor. Panavision. Malpaso (Univesal). Clint Eastwood, Verna Bloom, Marianna Hill, Billy Curtis.
        The Outlaw Josey Wales (El fuera de la ley). 1976. 135 minutos. Color DeLuxe. Panavision. Malpaso (WB). Clint Eastwood, Sondra Locke, John Vernon, Jefe Dan George.
        Pale Rider (El jinete palido). 1985. 115 minutos. Technicolor. Panavision. Malpaso (WB). Clint Eastwood, Michael Moriarty, Carrie Snodgress, Sydney Penny.
        Unforgiven (Sin perdon). 1992. 130 minutos. Technicolor. Panavision. Malpaso (WB). Clint Eastwood, Gene Hackman, Morgan Freeman, Richard Harris, Frances Fisher.
       Hablamos de cuatro filmes poco convencionales, con una vision personal del genero que, en otro momento, hubieran tal vez supuesto una via de renovacion del western, pero que, por el contrario, no han sido sino una vision aislada, desde luego poderosa pero aislada, de una epoca, una geografia y un modo narrativo. El hombre que, en algunos foros, ha recibido el apelativo de “el ultimo cineasta clasico” es, ante todo y sobre todo, un hombre del Oeste, aunque no sea el genero que lo define el que mas abunde en su ya amplia produccion como creador cinematografico.

    English-Spanish dictionary of western films > El western americano a partir de 1970

  • 103 prínceps

       Como adjetivo, dicho de la edición de una obra, 'primera, cuando se han hecho varias': " El texto reproduce la edición príncipe de 1624" ( Abc [Esp.] 10.5.96). No debe mantenerse invariable en plural: ediciones príncipes, no * ediciones príncipe. Con el mismo sentido se emplea, aunque menos, el latinismo prínceps, que sí es invariable en plural: " Barajando las posibles fechas de la edición prínceps de la obra citada" (GmzOjea Cantiga [Esp. 1982]). [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 523]

    Locuciones latinas > prínceps

  • 104 atarabazar

    Atarabazar es cuando las leches se cuajan, pero no precisamente la leche entera, quiero decir, la leche que no ha sido privada de sus natas o grasas, ya que cuando esto sucede, se denomina lleichi cuátcha (leche cuajada). Pero se llama tarabazá a la leche que con anterioridad ha sido mazá (batida), con el fin de extraerle la manteca. Para mazar el lleiche (sacarle la manteca a la leche), en los tiempos d'endenantes se hacía por medio de dos procedimientos en mis aldeas. Uno era usando las caramañolas ou camtimples (lecheras) y el otro el más ancestral, dentro de unos odres hechos con el pelleyu (pellejo) de corderos o cabritos, denominados butiétchus, donde se introducía la leche dentro de ellos, se hinchaban de aire y luego se movía el butiétchu siempre en la misma dirección hasta que se le arrancaba la manteca a la leche. Más tarde esa leche mazá escosá de manteiga cundu chegaba ‘l cuátchu yera cundu se nomaba chétche tarabazá. (Batida y limpia de manteca, cuando llegaba a cuajar se le llamaba leche tarabazá). Esta leche tarabazá al decir de las gentes más antiguas de mis aldeas, que todas tenían algo de médicos, por ser éstos tan escasos e inalcanzables, cuento que decían mis gentes que la leche tarabazá era la bebida más sana y refrescante, capaz de curar por sí sola, tous lus amolexíus del ventrún ya 'l estómadu. (Todos los males del vientre y el estómago). Esta palabra me da pie para contarles muy someramente lo que hizo un tío mío, hermano de mi madre, una mañana que apremiado por su esposa, mazaba sudorosamente un butiétchu de leche. Llamábase mi tío que ya en la paz del Hacedor descansa, Manuel el Indiano, y a pesar de ser del todo analfabeto, sabía más letra que el propio Cervantes, y era más agudo que el panzudo Sancho. Más de catorce años había estado en La Argentina, y al fin como todo buen asturiano retornó a su querida aldea, cuando yo aun todavía no había nacido. Pero según mi madre, hizo mi tío la entrada triunfal en la aldeina dándoselas de indiano rico, y al parecer según se descubrió más tarde, no traía en su poder nada más que una pequeña cantidad de dinero que le había dado otro tío mío también hermano de mi madre, que éste sí que había hecho una caudalosa fortuna, criando ganado en un extenso rancho, que al decir de mi tío Manuel, era más grande que todo nuestro concejo junto. Rondaba los cuarenta años cuando mi tío, portando dos enormes maletas, una sonrisa amplia y prometedora, que no la haría por el bien que le habían rodado sus asuntos, sino tal vez por enseñar a propios y extraños, su fuerte y hermosa dentadura, donde se enseñoreaban una docena de relucientes dientes de oro que unido a su enorme reloj y su gruesa cadena de oro, le avalaban como indiano bétchau de cuartus. (Rico de dineros). Muy posible mi tío, deduzco yo ahora, al comprender que en las américas no podía, o no sabía hacer la riqueza que había con tanto ahínco buscado, maduró en aquellas lejanas tierras la inteligente idea, de lograr conquistar en sus aldeas, alguna moza heredera de rica casería. Así pues, según mi madre, mi tío se paseaba y pavoneaba por toda la comarca, luciendo estupendos trajes de corte y moda muy americanos, a la par que hacía entrever con mucho disimulo, que poseía negocios en La Argentina, donde retornaría nada más que encontrase una linda muchacha que fuera de su agrado, para convertirla sin pérdida de tiempo en su esposa. Y como diñéiru chama 'l diñeiru (dinero llama al dinero) pronto mi tío lograba casarse con la moza más rica de la aldea, que era tal riqueza en aquellos tiempos, prados, tierras y ganados, cosas que hoy se encuentran en mis aldeas abandonados. Una vez casado el bueno de mi tío, volvía a inventarse otra historia, que era que la revolución que por aquella época se había formado en La Argentina, se apropiara de sus negocios y le habían dejado completamente sin nada. A partir de aquí poco a poco su esposa ayudaba abiertamente por su suegro que se veía en lenguas mofosas de las gentes y se consideraba que también había sido engañado, digo que entre hija y padre le fueron sometiendo y dominando, y aunque mi tío en principio intentó imponerse y hacer valer su papel de marido, de nada le sirvió, y tuvo que someterse a la tiranía continua a que le sometían su mujer y suegro, sino quería perder lo que tan hábilmente había cazado. Extenderme más en cosas de mi tío, seria fomentar una larga historia que no cuadra en este libro que ha nacido para diccionario, por eso retornaré a la mañana por mi presenciada, en que el bueno de mi tío mazaba la leche sudoroso y desesperado, atacado en todo instante por la continua riña de su esposa, que con la chingüa mexoriaba per él, lu mesmu que se fora un enllordiáu fatu. (Que con la lengua le hacía mucho daño al tratarle como si fuese un verdadero pingajo). Aquel día era lunes, y por lo tanto habla mercado como todas las semanas en la capital del concejo, a donde todas las aldeanas bajaban a vender los huevos, la manteca, los cuayaus (cuajados), etc., etc., y mercar a la vez los enreus (cosas) que se necesitaban para toda la semana. Ya era tarde y mi tía necesitaba aquella última manteca que mi tío con tanto trabajo estaba mazando, y como tardaba según mi tía más de la cuenta, empezó a insultarle de esta manera: —Entaina Manolu, ya deíxate de carpir, ya amazuca la lleiche con más priexa, perque paeme a mín que yes más ñatiu qu'un neniquín d'entamu. (Apúrate Manolo, déjate de protestar, de suspirar, de quejarte, y bate la leche con más prisa, porque me parece a mí, que eres más inútil que un niño de pecho). Nada le respondió mi tío, aunque seguía haciendo su trabajo maldiciendo y murmarando palabras que no entendía, pero otra vez volvió su esposa a la carga diciéndole: —Nun se xempre lu dixe you, que nun tenes llixa namái que pa xurniar trés el fuéu estingarraún nel escanu, ya p'encalducar mamplenáus de puches ya gavitus. (No si siempre lo he dicho yo, que no tienes fuerza, alma, etc., nada más que para estar dormitando detrás del fuego acostado en el escaño, y para hacer muchos razonamientos, protestas y cuentos sin ningún valor). Mi tío no le respondía a sus insultos y el pobre seguía mazando la leche sin detenerse, y de vez en cuando le daba pequeños golpecitos al butiétchu (odre) mirándole al trasluz, para comprobar si ya estaba la manteca hecha. Otra goxada (cesta grande) de ofensivos insultos le lanzó mi tía de esta forma en el parejo que se estaba atando el moño:—Non pos comu nun me faigas la mazaura lluéu, xúrutelu pe lu más xagráu qu'ista semana vas fumaretiar pel ráu del bracu, perque nun tenu treti 'l tabacu de la Villa axín nus esmuelguemus a tochazus. (No pues como no me hagas la manteca luego, te lo juro por lo más sagrado que toda esta semana vas a fumar por el rabo del cerdo, porque no he de traerte el tabaco de la Villa así nos degollemos a palos). —Quiero destacar, que si algún vicio desencaldaba (desarmaba) a mi tío, era precisamente el de ser un fumador empedernido, ya que yo le he visto en muchas ocasiones fumar hasta las hojas de los artos y de las patatas, pues él afirmaba, que tales hojas bien mauras y'enxuchinas (bien maduras y muy secas), tenían un ligero parecido con el tabaco. Por tal razón, cuando escuchó a su esposa amenazarle con que no le iba traer el tabaco para la semana, se sulfuró de tal modo y manera, que cesando de mazar, se levantó airado de encima del garbetu (tronco nudoso de madera donde se suele partir la leña) donde en la caleya 'l lláu de sou teixá taba xentáu mazuchandu (en la calleja al lado de su casa estaba sentado haciendo la manteca) y dirigiéndose endemoniadamente rabioso hacia su mujer con el butiétchu (odre) entre sus manos, que tendría dentro de él sobre unos diez litros de leche, digo, que levantando con enloquecida fuerza el odre con entrambas manos en el alto, se lo estrapachóu (reventó) en medio de la cabeza, poniéndola toda enllordá ya pingandu de lleiche (sucia y mojada de leche), en el parexu lleldar que che falaba. (En el parejo hacer que le decía): ¡El pior ya más rencuayu ñegociu que fexe 'n miou vida, fó 'l xunetame cuatigu nisti fedientu caxoriu que m'aconsexu 'l diañu, paraxona mútcher con chingua tan enllordiá comu la troya de gochu, fiona del útre tou pá, qu’el Llucifer tara nus enfernus amagostandoi lus prietus fégadus que teñía. Cámbiate de fatucus agora mesmu ya cola con la manteiga ya lus güevus pal merquéu, senún quiés que acuétcha la maniega con tous echus, ya faígate una tortítcha con tous xuntus en metá la mochera de choba que tenes, ya senún me trás el tabacu pa casa nun tomes, perque se lu fás ya nun me trás el tabacu, ten prexente que vas adepriender per primeira vez, quién ye Manuel el lndianu! (El peor y más ruin negocio que hice en toda mi vida, fue el haberme unido contigo en este hediondo casorio que me ha aconsejado el demonio, enredadora y mala mujer, con la lengua más sucia que la porquería del cerdo, hija del buitre de tu padre, que Lucifer estará en los infiernos quemándole los negros hígados que tenía. Múdate las ropas ahora mismo y márchate con la manteca y los huevos para el mercado, sino quieres que coja la cesta con todos ellos y te haga una tortilla estrapallándutelus d'enría la mótcheira de llobona que tenes. (Rompiéndotelos encima de la cabeza de loba que tienes). Y sino me traes el tabaco para casa no me tornes, porque si vienes sin él, ten presente que por primera vez vas a saber quién es Manuel el Indiano.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > atarabazar

  • 105 cuéllebre

    Cuéllebre, dios mitológico astur que no se quién le inventó. Porque este humilde asturianista entiende que todos los dioses debían o deben de valer para algo. Lo que yo sé es que la Cuéllebre si que existe, y voy haber de que manera se la puedo describir a ustedes. —Pe les nuétches de les primaveires ya de lus branus el cullebrón fae unus cantaríus que you ya tóus lus que nus criamus nes aldines ureámus fatásu de veices, entóus les cullebres que ten nel celu cuerren pal lláu d'él, ya cundu tan nel sou chugar, xi son más de meta l'ucena, fáen engarradiétcha entexigu, perque ‘l cuéllebre nun pué cheldar l'amore namái que disdi seis pabaxu, anxina ye qu'istis cullebres tenen que trabayar pal cuéllebre, queru falar, que tenen qu'allimentálu, metantu qu'éches caten un xeitu p'apadrentase, ya isti tempu lu más llargu pué xer de dous ou tres díes, Lluéu les cullebres acaidonaben al cullebrón fasta la xacéa qu'endenantes viexen elexíu, ya chindi namái qu'el sol tubiés nel sou meyor magüestu, enriestrábemse toes les cullebres al cullebrón fayendu un treizu que s'abayaba entrevolgáu dientru la llimiaga que d'éches s’esgolgaba, anxina comu les babayes esplumaróuxas que sous boques bazcuyaben, ya tou ísti verdouxu esplumaraxu de llimiagues xebrábase d'eches per un buraquín que pa tal lleldar dexaben xin pieschar nel treizu qu'encaldaben, anxina yera qu'ista llimiaga ‘l cayer nel xuelu per debaxu de les cullebres metanes ente ‘l polvu ya ‘l areniscu, ya nel cheldar que les cullebres entrevolgábense y' encibiétchanduse con xuxeanti apuxe cheldandu ‘l amore per axín nomalu, xempre nel mesmu xeitu, ya cundu xebrábense d’isiti triezu d'apadramentu, caúna d'eches pal llugar que mexor l'encaldare, peru achindi nel xuelu dóu fixeen la sou anuedadura del cibiétchu, dexaben un amaxixu de llimiagues entegolgáes col polvu yal areniscu, d'un collor prietu averdoxáu, que cundu enxugaba d'afechu golguíase una pedrina dura ya llixeira del tamañu d'un duru ya del groxor de dous. Ista pedriquina ye la "Cuéllebre”, ‘l dios mitolóxicu D'Asturies, ya nun ixi oitre qu'enventóu daquién, que cumu tantus oitres tan fayendu de les costumes yal ancestru de miou embruxadora ya melgueira Tierrina disdi fái faticáu d'anus, un cadexu de mentires y'entivoucus, que faen que la nuexa cultura nun miedre p'algamir el llugar preminenti que ye cuerrespondie. —You agüétchei la "Cuéllebre una veiz nes manes d'un afamáu curandoiru que yera un homacu viétchu ya mu dichadicheiru mu amigu de la Bruxa Xenuvava, ya del miou amu Roxendu. Le pedriquina del Cuéllebre sanaba tou ‘l envenenamientu que s'encaldare ben en prexones ou animales, namái con colocaya d'enría l'amolaura engafá. —Güéi créu qu'el miou amu Roxendu tamen teñía dalgu de freiru, pos tal mamplenáu xapíe de toes istis couxes de toes les costumes ya dioxes mitolóxicus de Nuexa Melguiera y'Embruxante Tierrina Asturiana, falábame Roxendu del Cuélllebre que yera tal pedriquina lu mesmu de bone qu'un pequenu faidor, pos tou ‘l amoláu d'envenenamentu manque fora ‘l mesmu cáncanu de Cadarma, xi la xente creía na fondeirá del sou envidayaxe nel mesterióxu poder de la Cuéllebre. TRADUCCIÓN.—En las noches de las primaveras y de los veranos, el culebrón hace unos cánticos, que yo y todos cuantos nos hemos criado en las aldeas hemos oído muchísimas veces, entonces las culebras que están en el celo, cuando sienten tal cántico, se van acercando silenciosamente hasta el lugar donde se encuentra el Culebrón, y cuando están en tal sitio, si son más de media docena, se pelean entre sí con enloquecida fiereza, porque por el instinto de vida ellas saben, que el culebrón no podrá hacer el amor nada más que de seis para abajo, una vez que ya han quedado las seis culebras que se ganaron el puesto de apadrentarse con el culebrón, éstas tendrán que trabajar para él, quiero decir, que le tienen que alimentar, mientras que buscan un lugar para apadrentarse, que este tiempo nunca suele ser mas largo de dos o tres días. Luego las culebras dirigen al culebrón hasta la yacija que antes hubiesen elegido, y en tal lugar, nada más que el sol estuviese en el sitio de más calentamiento, se enroscaban todas las culebras al culebrón, haciendo un trenzamiento que se movía sobre sí mismo revolcándose entre las babas y segregaciones pegajosas de sus cuerpos, y todo este verdoso espumaraje de babas y demás segregaciones, se escapaba de sus cuerpos por un pequeño agujero que para tal acaecer dejaban sin cerrar en el fuerte trenzado que hacían, así era que estas babas y demás pastosos y brillantes líquidos, al caer al suelo por debajo de las culebras entre el polvo y el arenisco, en el mismo suceder que las culebras con grande frenesí se enroscaban apretándose con desmedida fuerza haciéndose el amor, por así nombrarlo, siempre en el mismo lugar, y cuando ya habían satisfecho su apetencia, se marchaban de aquel trenzamiento donde se habían apadrentado, cada una de ellas para el lugar que mejor le conviniese. Pero allí en el suelo donde hubiesen hecho el amor, dejaban un amasijo de babas y demás segregaciones envuelto entre el polvo, el arenisco y demás materias que hubiere, de un oscuro y verdoso color, que cuando secaba del todo, se tornaba en una piedrecita dura, muy ligera, del tamaño de un duro en plata y del grosor de dos. Esta piedrecita misteriosa se le llamaba la "Cuéllebre", el verdadero, o mejor dicho uno de los verdaderos dioses mitológicos de mi amada Asturias, no como ese otro cuéllebre que inventó no se quién, que como tantos otros que se dedicaron y se dedican a lo mismo, que están haciendo de las Costumbres y de todo el Ancestro Cultural de mi Dulce y Embrujadora Tierrina, desde hace ya muchos años, todo un trenzamiento de mal hechas mentiras y equívocos de niños subnormales, que sólo han logrado que nuestra hermosa Cultural no medre, para alcanzar el lugar prominente que por historia y valía le corresponde. —Yo he visto el Cuéllebre una vez en las manos de un afamado curandero, que era un hombre muy pequeño y viejo, alegre y muy hablador, muy amigo de la Bruja Genoveva y de mi amo Rosendo. La piedrecita del "Cuéllebre”, curaba todo envenenamiento que se hiciese en persona o animal, nada más con colocarla encima del mal envenenado, pues tal parecía la milagrosa piedra como si fuese un mágico imán que atrayera todo el envenenamieto que tuviera el ser tratado. —Hoy yo creo que mi amo Rosendo también tenía algo de misterioso y de curandero, pues tantísimo sabía de todas las cosas y costumbres de todos los dioses mitológicos de Nuestra Dulce y Embrujadora Tierrina Asturiana, decíame Rosendo del “Cuéllebre'' que era tal piedrecita lo mismo de buena que un pequeño dios que hiciera el bien en todo momento, pues todo mal de envenenamiento, aunque fuese el mismo cáncer de muerte, si las gentes creían con verdadera profundidad de pensamiento en poder y misterio de l’ "Cuéllebre" sanaban con rapidez. —Amindi ya disde bén pequenu, cundu `l xiñor Llaurianu ´l Curandeiru me falaba de lus dioxes mitolóxicus de nuexa Terra, ya poñíe endugues sequéi ´l Cuéllebre xegún lu pintaben comu ´n dragón chandu fuéu fora enxindi un dióus mitolóxicu, perquéi xegún sous entolenares, xendu Asturies una terra tan aviñoná de vexetaxón, nel tempu agosteiru, cundu tous les yerbes tan rexeques, ya grebes que namái con arimái una pocecha de fuéu s´entamanga un enxedu que lu mesmu queimaba ´l conceyu enteiru,axina que conxidera me falaba ´l xiñor Llaurianu, xi ´l Cuéllebre enruxuráu cumencipiare char fuéu pel sou focicu llantandu queimes per tous lus lláus, ademái aquindi n´Asturies nun ye terra de dragones, pamín tou ístu del dióus Cuéllebre nun ye namai qu´un enrréu adubexáu con dalgu de máxicu,qu´enxindi nun lu papen namai que lus que tan escosáus d´entolenus. —A mí ya desde pequeño, cuando el señor Llauriano el Curandero me hablaba de los dioses mitológicos de Nuestra Tierra, ya ponía en dudas que el Cuéllebre según lo pintaban, como dragón echando fuego fuese en si un dios mitológico, porque según sus pensares, siendo Asturias una tierra tan llena de vegetación, en el tiempo agostero, cuando todas las hierbas estén secas, tanto que nada más con arrimarle una chispa de fuego, se origina un incendio que lo mismo quemaba el concejo entero, así que considera, me decía el señor Lauriano, si el Cuéllebre enloquecido empieza a lanzar fuego por sus hocicos haciendo quemas por todas partes. —Además aquí en Asturias no es tierra de dragones, para mi todo esto del dios Cuélebre no es nada más que un enredo envuelto con algo de magia que en si no lo cree nada más que aquellos que tienen seco el entendimiento.

    Primer Diccionario Enciclopédicu de la Llingua Asturiana > cuéllebre

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  • del dicho al hecho hay mucho trecho — no hay relación entre las palabras y los hechos; es fácil hablar, difícil hacer; prometer es fácil, cumplir, difícil; las palabras son una cosa, los hechos, otro asunto muy distinto; y ahí estaban los dos con carita de ángeles ante el cura… …   Diccionario de chileno actual

  • dicho — dicho, cha sustantivo masculino 1. Expresión de una máxima o de un consejo popular: la sabiduría de los dichos populares. Como dice el dicho: quién algo quiere, algo le cuesta. 2. Expresión de un concepto determinado: un dicho ingenioso, dichos… …   Diccionario Salamanca de la Lengua Española

  • hecho — cha adjetivo 1. (estar) Que se ha desarrollado completamente o ha alcanzado el punto debido: La pasta ya está hecha. Rafa es un hombre hecho. Los jardineros transplantaron el árbol cuando ya estaba hecho. 2. (estar) Que está acostumbrado: Julia …   Diccionario Salamanca de la Lengua Española

  • dicho — dicho, cha (Del part. irreg. de decir; lat. dictus). 1. adj. Mencionado antes. Dicho individuo. [m6]Dichas tierras. 2. m. Palabra o conjunto de palabras con que se expresa oralmente un concepto cabal. Dicho agudo, oportuno, intempestivo,… …   Diccionario de la lengua española

  • dicho — (Part. irreg. de decir.) ► adjetivo 1 Sustituye a un adjetivo demostrativo: ■ dicho lugar, dichas personas. SINÓNIMO antedicho [citado] [mencionado] [referido] ANTÓNIMO [omitido] [silenciado] ► sustantivo masculino 2 Palabra o conjunto de… …   Enciclopedia Universal

  • Dicho — Spanische Sprichwörter (Dichos) mit deutscher Entsprechung oder Übersetzung A A buen hambre no hay pan duro. Hunger ist der beste Koch./In der Not frisst der Teufel Fliegen A caballo regalado no se miran los dientes. Dem geschenkten Gaul schaut… …   Deutsch Wikipedia

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